ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ᴄᴜᴀᴛʀᴏ

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Como obviar ese timbre de voz tan irritante, exasperante, patán. Uh, tenía un gran número de sinónimos para describirlo. Simplemente, es fácil aceptar que odiaba esa voz. Fin.

—¿Sigues es casa? ¡Traje comida! —continúa gritando, a medida que se escuchan pasos en las escaleras.

Vale. Esto era una situación extraña.

Una parte de mi subconsciente me imploraba que me esconda bajo la cama, o armario. Estaba considerando lanzarme por la ventana. Por un momento la sangre se me heló, ¿y si guardaba revistas porno bajo la cama? Iugh. Aguarda, el baño...

¡Clic!, la puerta se ha abierto cuando en mis torpes movimientos, apenas estaba abriendo la perilla. ¡Cuán rápido eres, cariño! 

—Ya me lo suponía—. Asegura, a  penas contornea su espalda sobre el umbral de la puerta, sonriendo con sorna. Sus ojos me escanean de arriba hacia abajo— ¿como estás? Ha pasado tiempo.

Mucho tiempo, demasiado, Jeon JungHyun. Un gratificante período en el que no sabía que tu existencia aún era verosímil en mi universo.

—Bien, supongo.

Silencio.

Cruzo los brazos.

—Oh venga, sin resentimiento—. Sus manos permanecían tras su espalda, hasta que finalmente, su brazo derecho lanza mi blusa hecha bolita hacia mi costado. Ha aterrizado en el piso—. Imagino que es tuya.

La recojo ¡esto es patético!, y él tenía una mueca de autosuficiencia en su cara, como si estuviera recriminándome un sordo; no mentía.

—Sí, gracias.

—¿Gustas kimchi? Está calentito—. Canturrea cuando sus pies cambian de posición, dirigiéndose hacia la salida con el pulgar apuntando hacia esa dirección.

—No. Pero agradecería que te dieras la vuelta... —sentía pena. No por mi posición en este momento, sino, por las palabras que él pudiese soltar tras mi persona.

—¿Por? 

—Quiero ponerme la camisa.

Sus ojos se agrandan jocosamente. Su sonrisa parece persuadirme; permanece estático mientras contiene la risa.

—Hey, estás en bra, ¿verdad? —Sí, era ridículo. Y no me conformaré con ignorar esa retórica pregunta. Es como sí en sus palabras, me estuviera declarando la guerra, cretino. Pero tiene razón—. No tienes nada que no tengan otras mujeres. Da igual, estaré abajo.

Se ha dado la vuela. Caminando a la salida y silba cuando comienza a bajar las escaleras. Ahora estaba replanteándome el hecho de lanzarme por la ventana.

Vale, camisa, brinca, desaparece y ahorrate la pena.

—¡Se enfría! —Hyun hace sonar las ollas de la cocina. Tiene manos inquietas. Suspiro.

Uno y dos.

Coloco la camisa en mi torso, por sobre la cabeza. Finalmente, mis pies toman dirección hacia la sala de estar. Y ahí estaba, Hyun sostenía una cuchara de plástico sobre la olla, sacando una porción al elevarla. Mi estómago ruge y el Jeon me mira de reojo.

—Y dime, ¿Dónde está Jungkook? —indaga.

Ni yo misma lo sabía.

—Fuera.

—¿Y te ha dejado sola? —coloca un plato en frente mio, huele exquisito. Luego, ha tomado lugar dos asientos lejos de mi—. Por favor, come —. Pego un bocado. Es... delicioso. Puedo sentir a sus ojos mirar cada uno de mis movimientos—. Pareces disfrutarlo.

—Definitivamente.

—¡Qué fría!

—Descuida, me iré al terminar.

—No era eso a lo que me refería—. Ha dejado los utensilios en un plato—. Eres reservada.

¿Reservada? Uh, aún está fresco el momento en donde me acusabas de perra. Wouf.

—Sí—. Gesticulo. Veía oscilante soltar palabras más allá de una respuesta.

—Genial, agradecería que dejaras de contestarme como si la comida estuviera envenenada. ¡No tienes por qué estar a la defensiva! Después de todo, eres la pareja de mi hermano. Procuremos llevarnos bien, cariño.

Juro haberme atragantado. Tosí, una y dos veces. Oh, mierda.

—¿Pareja? —consigo indagar. Egulliendo con los ojos llorosos.

—¿No lo son? —indaga de vuelta, ladeando la cabeza a la ligera—. Creía que lo eran.

—¿Qué dices? No me has dado tiempo de contestarte...

—Claro, sé leer tus gestos. Pero al parecer, ¿Me precipité? Lo siento, pero Jungkook nunca trae mujeres a casa—. Comenta, jugando con el borde de la servilleta—. Por eso me pareció extraño verte aquí. Es más, creo que no convive con chicas más que para... —se ha callado instantáneamente.

Vale. Es gratificante saber que piensa eso. Suelto los cubiertos y aparto el plato.

—Gracias por la comida. Nos vemos.

Tomo mi móvil y mi bolso. ¿Por qué no me lancé por la ventana? Mira, cuán idiota me he de ver. ¡Malditos, Jeon y su hermano!

—¡Aguarda! No tengas ideas erróneas—. Explica, y eso me parecía extraño, pero cortéz—. Lo siento si dije algo inapropiado. Siéntete libre de odiarme, muñeca boxeadora.

Júmh, ese apodo era estúpido. Ni siquiera recuerdo el porque para llamarme de esa manera.

Levanto el pulgar y salgo de la casa. Genial. Es hora de caminar con una potencial lluvia en camino. Y comencé a trotar.

Sin embargo, el móvil vibra lo suficientemente fuerte, para darme cuenta que lleva silenciado desde hace horas.

Es una llamada. Y unas cuantas —muchas—, más.

—¡Te dejé veinte llamadas en el buzón ¡¿dónde estás?! —Hye me recrimina y su voz parece acelerarse en cada sílaba.

—Camino a casa, el celular está sin carga. Lo siento—. Mentira, estaba excusándome de una manera tan tétrica que se me helaba la piel, o quizás sólo era la potencial lluvia a mis espaldas.

—¿Sin carga? Haré como que te creo—. Toma una profunda bocanada de aire, se escucha como corre—. Escúchame, ven al instituto. Necesito hablar contigo.

—¿Ahora? Es sábado.

Importa poco si es sábado o no. Si quieres que tu integridad aún esté intacta, ven ahora. —. Cortó tan pronto terminó su fase. Eso fue... Oh. Mierda.

¿Mi integridad? No tenía presente a que se refería.

Supongo que debería tomar un taxi.

No, creo que caminaré. Me era necesario un respiro. Aún tenía el sabor del kimchi en la boca. ¡Debí llevarme el plato! Que poca educación.

Todavía me parecía poco ético, pero, se supone que tiene razón. Soy un acostón y eso es gratificante, hasta cierto punto. Claro está, que la monotonía aburre.

Ahora me aburría de ser sexo casual. Ya sabes, mirarnos cada semana, revolcarse en su cama y volver con una sonrisa de oreja a oreja. Quería más.

Probablemente, ese sublime «Me gustas» era demasiado como para que sea verídico. Es decir, parecía obligado. ¿Por qué dudar? Ahora no me costaba creer que era el reemplazo de Chae, la idea no sonaba tan descabellada, después de todo.

Es cierto que, en alguna parte del trayecto, esto iba a suceder; más no me veía con una confusión formidable dominando mi cabeza. No soy ninguna tonta, pero mi moralidad era mínima.

Me siento vulnerable, y eso era patético.






✔ ; ᴇᴅɪᴛᴀᴅᴏ.

SEXUAL GAME  ⏐  J. Jungkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora