ᴄᴜᴀʀᴇɴᴛᴀ

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Esto... Era tan poco moral, como mi estado mental por las noches. Tenía un ingente nudo en la garganta y sus suaves manos acariciando mi mejilla con una ternura excepcional.

—Tu silencio me está matando—, Taehyung observa atento cada movimiento de mi cuerpo, repasando el lineamiento de mi rostro con curiosidad-por favor, responde.

Pero, ¿Qué decir? ¿Cómo puedo inducir un pensamiento crítico a mi cerebro? Yo no gustaba de Taehyung. Aquel segamiento complejo me dejaba colgando de un hilo.

—Dí algo, maldición—. Él volvió a tocar mi mejilla, esperando a que dijese algo. No me había dado cuenta de que era una cobarde, hasta ese preciso momento.

«Tú no amas a Kim Taehyung»

¿Dejaría de mentirme a mi misma?

Pero por un instante, su tacto me reconforta y siento abandonar mis problemas. ¿Podría ser una arpía y no convalecerme de la poca ética que me quedaba?

Cerré los ojos y lo tomé de la barbilla, esperando a que él dijese algo, un mínimo gesto de afirmación. Sin embargo, se limitó a susurrar una maldición y plantarme un beso en respuesta.

He soltado el aire que se acumulaba en mi pecho. Un cosquilleo inundó mi zona abdominal y mis manos no paraban de temblar.

Cuando su anatomía se separó ligeros milímetros de mi, él me observaba, sus ojos humedecidos me decían que estaba al borde del desespero.

—Taehyung, seré tu novia.

Al diablo, me arriesgaría una última vez. Sería feliz con un hombre de ensueño, de brillante cabello marrón y una sonrisa encantadora. Sin mentiras de por medio, porque, parecía asegurarme de ello. No mas excusas idiotas de por medio.

Definitivamente, estaba abriendo una nueva etapa. Pero, ¿Por qué me sentía tan mal?

Esa misma noche, Taehyung me dejó en casa, su sonrisa de euforia expresaba cuán contento estaba.

Se inclinó para darme un sutil beso, tomándome las manos y dejando un toque en mi frente. Y por primera vez, escuché de sus labios salir la palabra "Mía".

Paré en seco. Le dediqué una sonrisa y cerré la puerta a la velocidad de la luz. Él no paraba de sonreír, mientras miraba la ventana de mi habitación, arrimado al capote de su deportivo. Desde otra perspectiva, era tan tierno que no sentía recelo alguno.

O simplemente era mi conciencia disfrazando la culpabilidad.

Al siguiente día, cuando llegué al instituto, tenía unas cuantas miradas cercenando mi yugular. ¿Por qué?, en realidad era algo obvio. Me arribé en la pared, y comencé a trotar lo más rápido que la extensión de mis piernas permitía.

En el momento en que giré la perilla del salón, él, Jeon Jungkook estaba ahí, con sus pies sobre mi mesa y el móvil en la mano. Me sorprendió en parte y aunque dudase, tenía cierto pánico a enfrentarlo, que trataría de evitar cruzar palabra en su radio de presencia.

Comencé a dar pequeños pasos...

Venga, esos cinco pasos hacia mi escritorio parecían eternos, y cuando finalmente decliné el bolso de un golpe contra la madera, el castaño pestañea y me devuelve una mirada, tan cínica, como su actual posición.

Ha bajado los pies de la mesa antes de elevar sus manos. No me mira, empero, se coloca a mi par, encorbando la espalda para verme desde más cerca el rostro. Ahí, frente a él salón y con riesgo a que Taehyung entre por esa mísera puerta.

—Lo siento—. Murmura con sarcasmo, chasqueando la lengua. Y así como de corta fue su cercanía, se aleja de la misma manera. Ha tomado asiento en la última fila y ha vuelto la mirada al móvil.

Interpretaba ese gesto como un sutil sinónimo a; busco cabrearte. Jeon Jungkook, era un hombre tan complejo, obviando ese lado infantil e impulsivo.

Oh, Taehyung me ha saludado a lo lejos. Hola, cariño mío.

[ ... ]


—¡Es sólo un justificativo médico!

—Quiero saber la razón del porqué yo tengo que ir a presentarlo—. YoonGi ha volteado el empaque vacío de la soda. Sus ojos me encaran con cuestionamiento.

—¿Porque somos amigos?

—Busca otra excusa más factible—él ha suspirado.

—Tengo asuntos, mucho más importantes que presentarme a clase. Es más, ¡me voy, ahora mismo! —, ha tomado sus cosas y las guarda en el maletín, sonriéndose antes de enderezarse y comenzar a caminar—. Los maestros te aman, no será problema presentar un justificativo de ausencia por empeoro del alumno.

—¡Min YoonGi!

—¡Gracias por tu ayuda, encanto!

Partió, irradiante de mofa luego de perderse y dejarme con un certificado médico banal, plantado en mano. Vaya firma, mal hecha en su totalidad que, de seguro, es falsificada.

Luego miré la hora, faltarían quince minutos antes de que el descanso acabase. Vale, tenía dos minutos para pegar un último mordisco al postre, cuatro para correr y cinco para esperar a que me sellara el certificado. Ah, cuatro para volver al salón.

Jah, ¿No era mejor dejar a su suerte a mi pálido amigo? Después de esto, lo reconsideraría.

Empecé a correr, curvé un par de pasillos y subí escalones. Estaba a nada de de llegar, faltarían un par de pasillos y...

—¡Eh, mierda!

Me ha tapado la boca, cohibiendo la salida. Pero, desde otra perspectiva, olía a témpera y a pintura sin sellar. ¿Salón de arte?

—Silencio.

Jungkook me ha callado, poniendo pistilo a la puerta. Jodido imbécil, estaba a nada de propinarle un rodillazo certero en su...

Y como si nada, me sonrie tan seductoramente, que mis piernas flaquearon y mi pulso se aceleró como nunca. Es como si de la nada, volviéramos al un punto de inicio de nuestra historia, él y yo, recargados del muro del salón de arte. Sin miedo a ser atrapados.

Siento su olor mezclarse en mi respiración, y su aliento rozar cierto sitio en mi cuello. Me mantiene constante contra sus brazos.

¿A caso su cabello ha crecido? Es tan embriagador la manera en que las puntas chocan en mi mejilla.

Por un momento, había obviado el daño emocional que me ocasionaba con tan sólo presentarse a mi lado.

—Déjame ir. Tengo cosas que hacer—. Él se ha gozado ignorándome y apretando con mayor fuerza.

Besa ligeramente, casi rozando sus labios contra mi piel, la zona de mis hombros. Su cabello me produce cosquillas en el cuello. Oh, joder.

Había olvidado cuán fascinante eran esos gestos.

—Te he echado de menos.







✔ ; ᴇᴅɪᴛᴀᴅᴏ

SEXUAL GAME  ⏐  J. Jungkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora