Llego junto a Mariano y sus amigos al bar súper exclusivo, según ellos, al que por fin habían podido conseguir una reservación. Sé que la chica con la que Mariano había empezado a salir esta en el lugar por lo que le doy el espacio para que pudiese ir con ella y no se sienta obligado a estar conmigo. Me quedo charlando con Luca toda la noche, porque es de los más simpáticos y porque es el único que no fue esperando que su chica del momento estuviera ahí.
Voy por el tercer trago de la noche cuando veo a Paulo Dybala tambaleante caminar hacia mi. Me encuentro sola porque Luca está en la barra pidiendo un trago y los segundos que Paulo se demora en llegar a mi se hacen eternos.
— Hola, Justi. — Me saluda arrastrando las palabras. Está borracho. Se sienta en el sillón a mi lado y suelta un suspiro.
— Hola, Paulo. — Digo. Lo veo cerrar los ojos con cansancio. No quería que se durmiera sentado a mi lado. — ¿Con quien viniste?
— Mis compañeros. Pero ya se fueron... — Dice sin abrir los ojos. En eso Luca se acerca. Nos mira desde arriba con una pequeña sonrisa y dos vasos en la mano. Es Paulo Dybala, me dice en un susurro que se supone fuera solo audible para mí. Paulo escucha e inmediatamente se levanta exaltado. Esta algo paranoico. — Que no me vea nadie... — Dice espantado. Luca reprime su risa y Paulo lo mira sin entender. Esta tan borracho que sé que no va a poder volverse solo a su casa.
— Vamos, Paulo. Te llevo a tu casa. — Le digo para ponerme junto a él. Miro a Luca, quien ya se encuentra dejando los vasos en la mesa.
— Te acompaño. — Me dice.
— No hace falta, amigo. — Responde Paulo por mí. Hacemos caso omiso a lo que dice. Le aviso a Mariano que ya me voy y salgo en compañía de Luca y de Paulo. En la puerta, buscamos un taxi y nos subimos los tres.
— ¿Donde vivís, Paulo? — Pregunto.
— No puedo darte esa información, es confidencial. — Dice riendo. Miro a Luca buscando su ayuda y este se encoge de hombros riendo.
— Dale, loco. Tenemos que llevarte a tu casa.
— Llévame a la tuya. — Me dice. Está recostado en el asiento y se gira para mirar a Luca. — ¿Este es tu novio? — Me pregunta. Niego. — ¿Juega trío? — Luca se ríe y yo los miro mal.
— ¿Donde vivis? — Vuelvo a preguntar ya cansada.
— Con vos quiero vivir. — Sus ocurrencias me hacen reír. El taxista nos mira impaciente y tengo que darle la dirección de la casa de Corina porque no me queda otra opción. Cuando llegamos, Luca me dice que seguiría en el taxi hacia la casa de una amiga que vive bastante cerca. Me despido de él y bajo junto a Paulo Dybala borracho. Al ser su abogada me siento obligada a cuidar de él, pero sé que cualquier otra persona en mi lugar haría lo mismo. Simplemente porque es Paulo Dybala.
Le pido silencio y me hace caso. Subimos hasta mi habitación y cierro la puerta despacio mientras él cae rendido en la cama. Suelta un suspiro fuerte.
— Quiero vomitar. — Dice. Me desespero al verlo buscar el piso y corro al baño buscando algo que me ayudara en el momento. Encuentro un pequeño balde y lo llevo rápido hacia él, quien está intentando escupir pero no consigue demasiado. Después de un rato y de varios intentos, Paulo vomita en el balde y se duerme profundamente.
Se despierta temprano para ser alguien que tomó demasiado la noche anterior. Son las 11 de la mañana cuando lo veo desperezarse en la cama. Está algo desorientado pero me sonríe cuando me ve.
— ¿Noche dura? — Le pregunto mientras le acerco un vaso de agua y una pastilla para la resaca. Me responde después de tomarla.
— Gracias. — Me dice. Asiento sin darle importancia. — No se que me pasó, nunca tomo tanto. Mis amigos se fueron temprano y les dije que me quedaba un rato más. Qué pelotudo. — Dijo para si mismo. Lo vi pensar algo durante unos segundos. — Tu amigo... el de anoche, ¿no va a decir nada?
— ¿No va a decir qué? — Le pregunto.
— Esto. Que estuve borracho en un bar. — Dice.
— No creo pero si eso te preocupa, puedo hablar con él.
— Gracias, Justi. Qué suerte que te encontré. — Me dice. Luego suelta un suspiro de dolor y vuelve a acostarse tapándose la cara con la almohada. — Qué hijo de puta soy. — Se queja. Y así durante un rato. Solo se queja y se culpa de algo que es bastante normal en gente de nuestra edad pero para él, el mundo se viene abajo.
— Ya está... — Le digo intentando calmarlo. — Cosas que pasan. No creo que nadie diga nada, ese lugar es muy vip y todos estaban igual o más borrachos que vos. No hay tal crisis. — Él me mira y asiente. No sé si le sirve lo que digo pero parece calmarse. — ¿Queres desayunar? — Asiente. — Bueno, antes de bajar te informo un poco. Vivo acá con Corina, una amiga de mi mamá de hace mucho, es casi como mi tía y con su hijo Mariano, el chico del bar, ¿te acordas? — Asiente vagamente. — Así que voy a tener que darles explicaciones de por qué estás acá. — Veo su cara de terror y le sonrío. Paulo se lava la cara e intenta verse mejor antes de bajar. Cuando lo hacemos, solo está Corina en la cocina, haciendo el almuerzo.
— Buen día. — Saludamos al unísono. Ella se gira y nos mira con una sonrisa mientras se presenta ante Paulo con la amabilidad de siempre. Le contamos un poco como estuvo la noche y, al igual que yo, se ríe de Paulo con total confianza.
Almorzamos con ella y sé que Mariano no había vuelto a casa a dormir porque leo el mensaje que me mandó en la noche. También leo el de Luca, preguntando cómo está Paulo y después de responderle, le digo que por favor no se lo contara a nadie. Es ahí cuando Paulo se acerca un poco hacia mi y ojea el celular. Lee los mensajes y se acerca a mi oído.
— Decile a tu novio que gracias.
— No es mi novio, pero le digo. — Digo. Paulo asiente. Se va un rato después de almorzar sin dejar de agradecerme por toda la ayuda. Incluso quiere hasta dejarme plata y lo detesto por eso.
A las horas llega Mariano y entra directo a mi habitación para que le contara todo. Al final me dijo:
— La vida se ocupa de que te encuentres a Dybala, quieras o no. Así que vas a tener que empezar a querer, Juti.
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JUSTINA | Paulo Dybala
Teen Fiction"Es tuyo desde el día uno, Justina. Igual que yo." Fecha de inicio: 9 de septiembre de 2018.