13. Saber elegir

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Estamos en la cuadra de mi departamento y empiezo a sentir como mi corazón late más fuerte cuando veo el auto de Paulo estacionado. Jaco estaciona detrás y me mira:

— Parece que tenes visitas. — Dice antes de bajar y dirigirse hacia el baúl para bajar mis cosas. Me tomo un segundo antes de salir y verlo allí recostado sobre su auto. Cuando me ve sonríe, hasta que Jaco aparece a mi lado.

— ¿Qué tal el fin de semana? — Me pregunta.

— Excelente. — Respondo y miro a Jaco.

— Bueno, me voy yendo. — Dice este último. Se acerca y me da un beso en la mejilla, cosa que me sorprende. Luego mira a Paulo. — Chau, nos vemos.

Sube a su auto y se aleja y creo que recién vuelvo a respirar con normalidad. Camino junto a Paulo hacia el ascensor.

— Hijo de puta. — Dice en un susurro. — Siempre tan educado y perfecto él. La concha de la lora. — Se enoja. — ¿Por qué no podía ser un culiado, así lo podía odiar más fácil? — Niego y sonrío. — Hasta yo voy a terminar gustando de él, Justina.

Entramos al departamento y me ayuda a dejar las cosas en mi cuarto. Después le digo que me voy a dar una ducha y mientras lo hago, él prepara el mate.

— ¿Qué tal tu fin de semana? — Le pregunto al salir, mientras termino de secarme el pelo con una toalla.

— No hice mucho. — Dice. — Estuve con mis sobrinos y entrené. — Se encoge de hombros.

— Le conté a Jaco lo qué pasó el otro día.

— Ah. — Dice Paulo concentrado en mirar el termo como si fuese lo más interesante del mundo. — ¿Y? — Pregunta como si no le importaría. Luego vuelve a hablar. — Al parecer se lo tomó bien.

— Es un tipo increíble. — Le digo.

— ¿Se banca sin problemas que hayamos tenido sexo? — Lo miro. — Mucho no le debes importar entonces. — Me enojo y ruedo los ojos.

— ¿Vos decís? — Pregunto. La mitad está cargada de sarcasmo, la otra mitad es en serio. Quiero saber su opinión y no estoy muy segura de si él quiere dármela.

— Ajá. — Asiente. — Yo, en su lugar, me enojaría. Y por lo menos tendríamos una pelea... a ver, lo engañaste conmigo. — Dice brusco.

— Si no somos novios no es que lo engañé. Nunca acordamos exclusividad ni nada, así que no quieras hacerme sentir culpable.

— ¿Qué? — Pregunta. — ¿O sea que podemos seguir haciéndolo, total a él no le importa la exclusividad? — No respondo y él suelta una carcajada irónica. — A mí eso no me va. Yo me muero de bronca cada vez que te pienso con él...

— Entonces es más sano que lo dejemos aquí. — Digo. — Con Jaco estamos muy bien. Y no quiero arruinarlo. Aparte vos seguro vas a volver con Oriana y...

— ¿Más sano? — Me interrumpe. — ¿Más sano para quien? Seguir siendo amigos y hacer de cuenta que no pasa nada entre nosotros no es sano para nadie, Justina. No te mientas más. Se nota a kilómetros lo que nos pasa. Se nota tanto que a Jaco no le queda otra que aceptarlo y esperar a que te decidas de una vez. Y no lo culpo por tener ilusiones con vos porque se las das... así como me las diste a mí. Pero ahora me decís que lo más sano es dejarlo aquí. — Se ríe.

— ¿Queres que lo deje después de lo bien que se portó conmigo y le diga "disculpa, tengo que probar suerte con Paulo, no me importan sus sentimientos inestables, tampoco me importa que un día esté enamorado de Oriana y al otro de mí, menos me importa que quiera estar conmigo después de que su novia lo haya dejado, tampoco me interesa que sea un jugador de fútbol con el mundo
a sus pies y que yo sea su abogada"? — Río con sarcasmo. — ¿No te parece que son más contras que pros?

Me mira con intensidad en su ojos y puedo sentir su decepción ante mis palabras. Después se va hecho una furia. Así es Paulo. Es una tormenta de emociones que en menos de una hora hace que todo cambie. O tal vez soy yo la que lo hace.

Pasan los días y nosotros no nos volvemos a encontrar. Nos alejamos porque sí. Porque se supone que es mejor para ambos. O porque se supone que no nos necesitamos.

Hasta que es viernes y estoy ansiosa por terminar mi jornada de trabajo. Entonces, llega el cartero. Y me entrega un paquete que tengo que firmar para aceptar. Lo abro y veo las llaves de un Lamborghini. Solo conozco una persona que puede comprar un auto de alta gama y regalarlo de esa forma. Es todo un revuelo en mi cabeza cuando salgo y veo el auto allí estacionado. Es de color rojo brillante y quienes lo entregan sonríen encantados.

En el paquete también hay una nota. Dice: "Rara vez esta vida tiene sentido, amor".

Lo devuelvo. Hago que se lleven el paquete de vuelta a Paulo y que el auto regresara a la concesionaria. La rabia brota por mis poros mientras camino hacia mi departamento. Paulo me hace enojar de todas las maneras posibles. Elige alejarse de mí durante días y después me manda el auto de mis sueños al trabajo. Como si yo fuese una chica que puede comprar con sus millones.

Pongo la música fuerte y empiezo a ordenar el departamento buscando una manera de distraerme. Suena el timbre reiteradas veces y pienso que es Jaco que viene a quedarse e intenta hacerme enojar con su ansiedad. Abro la puerta preparándome para reír al verlo. Pero allí está Paulo, con su mirada en el suelo y él mismo paquete que había recibido.

— ¿Podemos hablar? — Pregunta. Me hago a un costado y lo dejo pasar. Mira a su alrededor como intentando comprobar si había alguien más. Nos sentamos en el sillón, separados por una distancia propia de dos personas que no se conocen.

— ¿Vas a decir algo? — Pregunto ante su silencio. — Porque yo tengo mucho para... — No puedo terminar porque Paulo pone su mano en mi boca haciéndome callar. Me mira sonriente aunque sé que está triste.

— ¿No te gustó mi regalo?

— La verdad que sos un estupido. — Digo y él suelta una fuerte carcajada mientras se recuesta en el sillón.

— Me gusta el concepto. — Dice divertido. Él está relajado como casi siempre y yo, en cambio, bastante irritable. — ¿Sabes como se me cagaron de risa mis compañeros cuando me devolviste el auto? Me van a descansar hasta que me muera. — Ríe. — Y yo que me estaba haciendo el campeón frente a todos... — Se tapa la cara. Me río.

— ¿De verdad pensabas que me lo iba a quedar? — Se encoge de hombros.

— En algún momento te lo vas a tener que quedar, es tuyo. — Dice.

— A mí no me vas a comprar con regalos caros.

— Sé que no. — Dice. — Perdoname, no sabía qué hacer para volver.

— No necesitabas un Lambo para volver, Paulo.

— ¿Por qué no podemos estar juntos, Juti? — Pregunta en tono triste. Me desespera no ver una sonrisa en su cara. — ¿De verdad llegué tan tarde como para que te enamoraras de Jaco? Primero Lisandro y ahora Jaco... No tengo paz.

— ¿Por qué no podemos ser amigos, Paulo? A mí me gusta ser tu amiga.

— Y parece que me voy a tener que conformar con eso... — Habla con tristeza pero, al final, me sonríe mientras acaricia mi mejilla. Y, por fin, me siento tranquila.

🌹🌹🌹
Hola, bebitas ❤️
Feliz semana! Espero les guste, ya saben que amo leer sus comentarios siempre...
Cualquier cosa que quieran saber no duden en preguntar.
PREGUNTA: hasta ahora algún capítulo les gustó tanto que les dio cosquillitas en la panza? Suele pasarme eso cuando leo cosas muy románticas y me río siempre de mi misma por eso.
Las quiero siempre

JUSTINA | Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora