18. Alguna vuelta le vamos a encontrar

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Nueva jornada laboral que me tiene a maltraer. Hay nuevos pasantes que hablan rápido y fuerte lo cual no contribuye a mi dolor de cabeza. Sé que estoy pensando demasiado. Jaco me llamó por la mañana para decirme que quiere hablar conmigo entonces arreglamos vernos para el almuerzo. Es raro porque no sé qué voy a decirle.

— Doctora Faranelli. — Llama mi atención uno de los chicos recién ingresados al bufete. Dejo de mirar los papeles en mi escritorio y lo miro. — El señor Tirelli me asignó a vos. Voy a ser tu asistente. — Me dice. Sonrío. Yo ya había pasado por lo mismo y los nervios eran muchos, con la diferencia que a Lorenzo Tirelli lo conozco desde que nací. Observo al chico frente a mí y pienso que debe tener unos veintitantos. Luego miro a la otra chica que también está como él y le sonrío para darles calma.

— Bienvenido, entonces. — Le digo. — ¿Tu nombre?

— Emilio Rizzo. Veinticuatro años. Soltero. — Dice y me río.

— Un placer. — Murmuro antes de volver a mis asuntos.

Para el almuerzo, el chico vuelve a aparecer esta vez en compañía de la chica que había visto antes.

— Bianca, ella es la doctora Faranelli. — Dice y la miro sonriente. — Doctora, ella es Bianca Materazzi.

— Justina. — Digo a modo de presentación. — Un gusto. — La saludo y ella sonríe con timidez. Salimos juntos mientras me cuentan que sobre su primer día de trabajo. Me emociona pensar que ya pasó un tiempo desde que yo estuve en su situación y si me sitúo en ese momento me doy cuenta lo mucho que cambió mi vida desde ese entonces. Todo pasó rápido y Jaco fue una pequeña parte de todos estos meses. En cambio, Paulo siempre estuvo ahí.

Mientras camino hacia nuestro lugar de encuentro medito lo que quiero decirle. Cuando llego, lo veo sentado mirando la carta. Me acomodo un poco la ropa e intento ocultar mis nervios cuando lo saludo con un beso en la mejilla.

— Quería contarte que conseguí trabajo en Berlín, Justa. — Me dice. Sonrío al ver su sonrisa de felicidad. Eso es lo que él había estado buscando desde antes que lo conocí.

— Felicitaciones, Ja. — Le digo. — Me alegro mucho.

— Que tenga que irme no significa que no siga sintiendo cosas por vos. — Asiento. — Pero sé que es mejor que me vaya... Porque vos podes quererme, pero siempre va a estar él primero. — Lo escucho pero no coincido. Podría decirle lo que realmente pienso, pero creo que la mejor forma de cerrar nuestra historia es sin discutir. La culpa no fue de Paulo, no es que él estuviera primero. El problema fue que Jaco se olvidó de que una relación se construye día a día y que teníamos que enamorarnos del otro todos los días. Eso no pasó con nosotros. Pero sé que Jaco no quiere escuchar eso. Entonces en su lugar, digo:

— Sí, te quiero mucho. Y por eso no voy a pedirte que te quedes en lugar de cumplir tus sueños.

— Venite conmigo, Juti. — Dice. Lo pienso un segundo. Solo necesito un segundo para darme cuenta que no. No lo amo lo suficiente como para dejar todo e irme con él. Y solo se me ocurre una persona por la cual si dejaría todo. Estoy harta de compararlos pero la situación lo requiere.

— Jaco... — Digo lo más dulce posible. — Sabes que no es lo mío. Nos conocemos, sabes que no puedo dejar todo lo que construí acá. — Él asiente sonriendo.

— No perdía nada con intentar, Ju. — No deja de sonreír. — Pero podes visitarme cuando quieras.

Me duele el final. Tal vez me duele porque fue una relación de la que no esperaba nada y termino generando muchos sentimientos en mí. Y, al final, es triste dejarlo ir sabiendo que yo no soy la persona indicada para él. Incluso el abrazo de despedida es bastante frío. Supongo que la culpa es mía. Aunque Jaco fue puro aprendizaje en mi vida, los finales siempre me ponen triste. Y es que solamente estoy pensando en correr a los brazos de Paulo mientras pienso si la propuesta de irme con él de Jaco fue verdadera o solamente por compromiso. Me siento egoísta y sé que lo soy. Pero entiendo que la vida se basa en decisiones y, por primera vez en mucho tiempo, elijo lo que realmente quiero. Solamente pensando en mí.

(...)

Estoy revisando las redes sociales cuando veo la historia de Jaco yéndose a Berlín. Sonrío. Luego, la puerta de mi departamento se abre y entra por ella una persona cargada de luz. Tiene cara de cansado pero lo compensa con una amplia sonrisa antes de dirigirse a la cocina en busca de una botella de agua. Da un gran sorbo bajo mi atenta mirada y después se acerca a mí. Deja un sonoro beso en mi mejilla, muy cerca de la comisura, y se sienta a mi lado soltando un gran suspiro. Lo miro mientras cierra sus ojos despacio y empiezo a dejar un camino de besos en su cara. Sonríe aun sin abrir los ojos y siento como mi estomago da un vuelco de alegría.

— Así que... por fin. — Dice incorporándose en el sillón. — ¿O estoy soñando? — Lo miro sin entender. — ¿Se fue para siempre? — Me río.

— Se fue. — Digo. — No sé si para siempre, supongo que podemos seguir siendo amigos. Me dijo que puedo visitarlo cuando quiera. — Asiente elevando una ceja.

— Entonces... ahora... — Dice nervioso y se calla. Se rasca la nuca y yo me río de él.

— Ahora hay que dejarlo fluir. Y no arruinar las cosas.

— ¿Estas contenta? — Me pregunta después de pensarlo varios segundos. Lo miro sin entender. — Digo... ¿esto es lo que querías para nosotros? — Me encojo de hombros.

— No sé que quería para nosotros. Pero me gusta así. — Digo acercándome más a él.

— ¿Te lo habías imaginado así? — Me río porque me causa gracia su afán de saber si las cosas eran tal cual las había planeado. Pero hay una verdad: a pesar de tener casi todo planeado en mi vida, él era alguien que me había sorprendido. Y me enorgullecía haberlo dejado entrar.

— ¿Alguna vez las cosas salen como las planeas? No. — Me respondo sola. — Y es mejor así. Por eso, es mejor que lo dejemos fluir. Si nos queremos, ¿importa algo más?

— Veni a vivir conmigo. — Susurra.

— No aprendiste nada de Jaco, ¿no? — Me río. — No apuremos las cosas.

— ¿Me queres?

— Te amo. — Le digo. — Y no hay que ser un genio para darse cuenta. — Sonríe orgulloso. — Me sorprende bastante tus muchas inseguridades en esto.

— Me lastimaron mucho, Juti. — Contesta y me siento morir. Me acerco aun más y lo beso. Quiero decirle que quiero tenerlo a mi lado siempre y no lastimarlo jamás. Pero eso nunca se sabe. Entonces solamente lo beso intentando hacerle saber lo mucho que me importa.

🌹🌹🌹
Dejo esto por acá y me retiro porque hoy hay superclasico!
Antes que nada, quiero agradecerle a la genia de aliekomy por las portadas tan lindas para esta novela y para la de Nico Figal (que por cierto, pueden pasar a ver). KEILA SOS LO MÁS!!!
Y gracias a ustedes por todo siempre💗
Ta luego gente

JUSTINA | Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora