Estoy descansando en mi nuevo departamento, el cual adquirí gracias a Lorenzo Tirelli, quien hizo que las cosas fueras más rápidas para mí. Me gusta la idea de vivir sola. Mis amigas se encargaron de recalcarme eso antes de irse, haciendo ver que en realidad no quiero vivir con Jaco aún. También se encargaron de llevarse toda mi energía con ellas. Entonces, un sábado por la noche, estoy acostada viendo una película sin energía para más.
El timbre suena y escucho a Paulo a través del portero. Me levanto como estoy, solo tengo una remera que no cubre mucho más de mis muslos pero no me importa. Abro la puerta y allí está él, con los ojos inyectados de sangre, como si hubiese llorado o por el propio efecto del alcohol y una botella de whisky hasta la mitad. No quiero pensar en que se tomó todo eso él solo.
— Se fue. — Me dice mientras entra tambaleándose. Se saca la remera, como si le quemara y se tira al sillón agotado.
— ¿Quien?
— Oriana. — Contesta. — No quiere saber más nada. Y yo tampoco. — Lo miro atenta. Tiene la mirada perdida en algún punto en el suelo. Cuando me siento a su lado, recién se percata de que estoy presente. Me sonríe al ver mis piernas desnudas y moja sus labios. Me paro y camino hacia la cocina, sé que sigue mi camino con sus ojos porque está mirándome cuando vuelvo a aparecer con dos vasos en la mano. Agarro la botella y nos sirvo a ambos.
— Hay que ahogar penas, entonces. — Le digo. Toma del vaso como si fuese agua y él estuviese sediento. El whisky me quema la garganta, pero lo paso igual. Y así lo hago reiteradas veces. No hablamos. Simplemente, nos miramos. Paulo carcajea a veces. Quiero preguntarle sobre lo qué pasó, pero no estoy segura si él quiere hablar de eso. Entonces no digo nada.
— Vi la foto que subió Jaco. — Me dice. Asiento mientras bebo un sorbo más. La botella ya está casi vacía y eso me alegra, aunque ya estoy demasiado alegre sin saber por qué.
— Somos lindos juntos, ¿no? — Digo en broma. Paulo rueda los ojos y se acerca a mí. Su respiración en mi cuello me estremece.
— Nos tenes a los dos perdidamente enamorados de vos, Justina. — Me dice en un susurro. Deja un beso en mi mejilla antes de alejarse un poco. Me río.
— ¿Que pasó con Oriana? — Pregunto.
— Estuvo revisándome el celular. Vio nuestros mensajes de Instagram, vio lo que hablé con un amigo sobre vos... — Se encoge de hombros. — Me dijo que no puede creer que le hiciera eso, que ella confió en mí, que pensaba que no la iba a decepcionar, que se arrepiente de haberme elegido y que ojalá sea feliz con vos. Juntó sus cosas y antes de irse me dijo que, en realidad, me merezco que vos seas feliz con Jaco. — Se ríe con bronca. Acaricio su pelo suavemente y Paulo me mira con una ferocidad en los ojos que nunca antes había visto. Me acaricia la mejilla lentamente, su tacto vuelve a estremecerme. Se acerca de a poco, como si esperara que lo frenara en algún momento y yo no lo hago. Cuando llega a mis labios y solo nos separan milímetros, susurra. — Te amo. — Y me besa. Con una suavidad y lentitud desesperante. Lo necesito desde el primer día. Y todo el resto desaparece. No pienso en nada más que los mil sentimientos que me provoca estar besándolo. Su lengua impacta con la mía y sé que el momento se pone fogoso. Entonces soy yo la que sube a horcajadas encima de él. Sus manos bajan desde mi cuello, por la espalda hasta llegar a mis muslos. Mi piel quema y él lo sabe. Levanta mi remera y me la saco. Él ya no la tiene, entonces acaricio sin pudor toda su anatomía. Cuando llego a su pantalón, me encargo de ayudarlo a sacárselo. Me levanta y camina hacia mi habitación sin dejar de besarme. Si lo pienso dos veces, debería terminar las cosas ahí pero no lo hago. No quiero pensarlo dos veces. Tampoco quiero dejar las cosas ahí. Simplemente, sigo. No puedo con el deseo carnal ni con la pasión con la que vivo el momento. Paulo me trata como si fuera frágil, hasta que le demuestro que no lo soy y que lo necesito tanto como él a mí. Siento cosas que nunca había sentido, lo siento dentro de mí y grito su nombre, sé que eso lo enciende.
Al terminar, nos quedamos abrazados. Paulo acaricia mis brazos dulcemente mientras cierra los ojos despacio. Esta borracho y triste por Oriana por eso intento arrepentirme de lo sucedido. Pero no puedo. El momento supera todas mis expectativas y no pienso en nadie más. Pienso en que después voy a tener tiempo de arrepentirme así que me duermo junto a él.
Cuando despierto estoy sola y no sé reconocer si todo fue un sueño. Me duele un poco la cabeza, así que me levanto buscando una pastilla. Paulo no está y eso me hace pensar que el arrepentido es él. Tal vez me aproveché demasiado de la situación y en realidad lo único que había llegado buscando era que le dijera que todo va a estar bien con Oriana. En la mesa de luz encuentro una nota escrita por él. Dice: "Te vi follar y fallar y no sé cuando me gustaste más: cuando te contemplé proclamándote diosa o cuando te observé confesándote humana."
Sonrío para mis adentros. Luego agarro mi celular en busca de algo más de Paulo. También tengo un mensaje suyo:
"Buen día ❤️ anoche fue increíble y espero que vos hayas disfrutado tanto como yo. Después vemos el resto, me gusta que fluya. Hoy llegan mis sobrinos por eso me tuve que ir tan rápido pero espero verte lo antes posible. Te quiero mucho Juti"
Pienso en Jaco y me siento horrible. También en Oriana y me siento peor. Entonces no respondo el mensaje porque me agarra pánico y solamente quiero llorar.
🌹🌹🌹
Dejo esto por acá y me retiro porque hoy hay superclasico
Ta luego gente ❤️❤️❤️❤️
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JUSTINA | Paulo Dybala
Teen Fiction"Es tuyo desde el día uno, Justina. Igual que yo." Fecha de inicio: 9 de septiembre de 2018.