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Eijiro, el hijo pequeño de los Kirishima, cumplía quince años.

Como todos sus antecesores, él empezaría a trabajar para el negocio familiar. Sus padres siempre le dejaron claro que si él estaba en desacuerdo con seguirlo no le reprocharían nada, pero a él le parecía maravilloso poder trabajar con el resto de su familia, así que no puso ninguna pega. Hacía tantas generaciones que se dedicaban exclusivamente a trabajar en el mundo de la agricultura que perdieron la cuenta, y querían que aquello perdurara muchas generaciones más.

Aquel negocio tenía varias secciones; la primera era cultivar y mantener todo lo que plantaban, lo cual tomaba varias horas al día, ya que su finca no era precisamente pequeña. La segunda consistía en recolectar todo lo sembrado y seleccionar las mejores frutas y verduras. Esa sección también se encargaba de transportar la fruta y verdura hasta la humilde tienda en la que vendían sus cultivos. La tercera sección era aquella tienda, la parte de cara al público, en la que se encontraban Eijiro y sus padres; Kano (su madre) y Katashi (su padre).

El pequeño de los Kirishima siempre ayudó con la tienda, aunque nunca oficialmente. Ahora podría hacerlo de verdad, y realmente se sentía feliz por poder apoyar a toda su familia. Él siempre había sido una persona agradable y alegre, y eso les gustaba mucho a los clientes, sobretodo a las señoras mayores. A ellas se les ablandaba el corazón siempre que le veían.

A pesar de que él parecía siempre un buen niño dispuesto obedecer todo lo que sus padres manden, tenía un secreto. Todo el mundo tiene secretos, pero el suyo era uno bastante grande. De hecho, tenía asumido que si su familia se enteraba de aquello, su vida se iría a la mierda.

En cuanto Eijiro podía, salía de su casa con su traje de héroe e iba al primer desastre ocasionado por un villano que encontrase. Él era un héroe "ilegal". No tenía ninguna licencia con la cual podía tener permiso para involucrarse en estas situaciones, por eso actuaba entre las sombras y el anonimato. Normalmente, la ayuda que aportaba era especialmente en rescates, ya que la prensa casi siempre se hallaba enfocando al villano en cuestión.

Kirishima sabía el riesgo que corría, pero por ayudar a personas, él haría lo que fuese.

Siempre que podía salía a correr o simplemente se ejercitaba con cualquier cosa con la que podía hacerlo. Más de una vez le pillaron sus padres levantando melones y sandías como si de pesas se tratasen.

Estaba completamente entregado a salvar personas.

Pero también amaba trabajar en el negocio con toda su familia. Por eso es por lo que tenía su cabeza hecha un lío. Más de una vez se había sentido culpable por ocultar esas cosas a sus progenitores, pero peor se iba a sentir si le prohibían salir a la ayuda de cualquier ser vivo que se encontrase en peligro.

A pesar del caos mental de Eijiro, todo en cuanto al negocio y las relaciones familiares marchaba sobre ruedas.

Hasta que el caos de la mente del quinceañero pasó a ser un caos común.

Su madre cayó enferma. Las fuerzas le empezaron a fallar en el cuerpo y, por mucho que se negase, dejó de trabajar. Al principio creían que entre Eijiro y Katashi se podrían hacer cargo de la tienda solos, pero no fue así. No daban a basto para nada y así fue cómo el desorden llegó a la familia Kirishima.

Kano necesitaba cuidados prácticamente las veinticuatro horas del día, con lo cual Eijiro y su padre se turnaban para cuidar de ella, dejando la gran parte del tiempo una sola persona al cuidado de la tienda. Sumando que la particularidad de Kano era sumamente útil en la tienda. Ésta consistía en poder saber el peso de un objeto con solo tocarlo. Ella sabía el precio de cada fruta y verdura por kilos, con lo cual nunca tuvieron que usar básculas, solo calculadoras. Añadirlas al trabajo ralentizó otro tanto el ritmo.

Los más mayores de la familia Kirishima criticaban tanto a Katashi como a Eijiro por no poder manejar correctamente la situación.

—Tanto Eijiro como yo hacemos cuanto podemos —decía el mayor—. Siempre nos turnamos para que ella nunca esté sola. De hecho, no tenéis derecho a criticarnos. Somos la sección con menos miembros y los que nos hacemos cargo de Kano.

—¡No sé cómo puedes decir eso, hijo! —le reprochaba la abuela de Eijiro—. Somos una familia y es horrible que nos trates así.

—¡Madre, sabes que tenemos razón!

—Perdonad... —ahí es cuando el pelirrojo de la familia, Eijiro, saltó a la acción—. He estado pensando en varias opciones para poder llevar mejor el ritmo en la tienda y no estar tan atareados... No sé si os gustará, ya que rompe un poco con lo que es el negocio, pero me gustaría aportar mi idea —y sonrió tan dulcemente que nadie podía decirle que no.

—Adelante, cariño —le dijo su abuela—, cuéntanos en qué has pensado.

El pequeño de los Kirishima al principio no se sentía del todo confiado en decir su propuesta pero, ahora que sabía que todos le escucharían, estaba feliz de contar lo que llevaba pensando desde hace tiempo.

Cogió aire y empezó a hablar.

—¡Bueno!, yo había pensado en meter a alguien más para trabajar con nosotros mientras que mamá se recupera. ¡Así tendríamos más personal y nos organizaríamos mejor!

Todos los presentes se miraron entre ellos. No les gustaba meter a alguien que no fuese de la familia en el negocio familiar, estaba claro, pero no veían muchas más opciones para salvarlo de la quiebra. No podían permitirse contratar a alguien para que cuidase de Kirishima Kano, pero podían intentar meter un integrante más en el grupo.

Aquella reunión familiar se disolvió y, con el tiempo, llegaron a un veredicto; contratarían a alguien en su tienda.

Y así es cómo comenzaron la búsqueda del nuevo integrante del negocio. En la puerta de su tienda colgaron un cartel que nunca pensaron colgar; "SE NECESITA PERSONAL".

Varias personas se empezaron a interesar por aquel puesto de trabajo pero, la abuela exigió ser ella quien elegiría al nuevo trabajador, y no lo estaba poniendo precisamente fácil.  Parecía que quería al trabajador perfecto, hasta que llegó alguien que no era exactamente a quien estaba buscando, pero que pensó que era un gran candidato.

¿Su nombre? Bakugo Katsuki.

Que el amor florezca [KiriBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora