Capítulo 4

7.9K 744 27
                                        


Cuando la hija se despidió, planeaba pasar por una tienda informática antes de regresar a casa, lo que no imaginó fue encontrar a su más reciente vecino.

― El hombre del café... —susurró. De pronto una urgencia de irse la invadió, mientras él se entretenía observando estantes llenos de laptops y computadoras de escritorio; sin embargo, su huida fue frustrada en el momento que Damian la atrapó con la mirada.

El impresionante hombre sonrió y ella agitó una mano a la distancia, no encontró otra opción más que acercarse al joven.

― Dos veces en un mismo día, eh.

― Ha de ser más que una simple casualidad.

― Pienso que solo es eso, Damian, ni más ni menos.

― De acuerdo —asintió con una sonrisa tras la respuesta evasiva.

― ¿Y bien?, ¿en busca de algo para tu computadora?

― De hecho, busco una entera. Hubo algunos problemas con la última que tuve, pero para mi gran alivio el disco duro está intacto.

― Oh, menos mal.

― ¿Y tú?

― ¿Mi disco duro?

― No —le regaló una sonrisa—, ¿qué haces aquí?

― Oh, necesito un nuevo mouse. Casi no me gusta manejar la laptop sin él. Estaba pensando en uno inalámbrico.

― Es buena opción.

― No, el que pertenece a la empresa de la manzana, ese sí que vale la pena.

― Parece que sabes mucho del tema.

― Soy amante de la informática, se me sale por los poros —rió.

― En ese caso, quizá puedas ayudarme a conseguir mi nueva laptop.

― Has hincado en mi debilidad.

― Genial.

― Te ayudo. ¿De cuánto es tu presupuesto?

― Quiero una buena máquina, no quiero ver números.

― Oh, de acuerdo, señor millonario.

― No soy millonario.

― Escuché que tienes cierto renombre, lo que significa que tus bolsillos no te preocupan.

― Yo cocino por pasión, Jacqueline, no por dinero.

― Es exactamente lo que dice mi padre.

― ¿Es chef?

― ¿Te suena Richard West?

Sus cejas se arquearon, Jacquie se encogió en una sonrisa y emprendió el paso por los estantes buscando la ideal.

― ¿Es una broma?, ¿él es tu padre?

― Síp.

― Vaya, de seguro eres una maravilla en la cocina.

― No, pero sí en la informática.

― ¿Ingeniera en Sistemas?

― Así es, y espero hacer un post-grado pronto.

― ¿Cuántos años tienes? Pensé que todavía estudiabas.

― Veintitrés. Me gradué hace un año.

― ¿Y eres de aquí?

― Sí, toda una vida en esta ciudad, pero espero poder viajar algún día, ya sabes, ir aquí y allá por un tiempo; conocer, vivir, y no arrepentirme de nada —se detuvo en un suspiro frente a él—. Es una idea cursi, como me gusta llamarla —sonrieron—. Sophie me contagia con su sensibilidad.

Dulce cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora