― ¿Crees que tenga pareja? —Sophie miraba a Jacqueline desde el mesón de la cocina, apoyando el mentón en sus manos, mientras la amiga sacaba palomitas de maíz del microondas.
― No lo sé, pero tú sí, y pienso que lo estás olvidando.
― No te preocupes por mí —sonrió—, Tony es el único dueño de mi corazón.
― Y el hombre de la recepción es dueño de tus ojos.
― No hay nada de malo con mirar —rió—. Y de hecho, pensé que sería un buen prospecto para ti.
― ¿Qué dijiste?
― Puede ser él quien «te encuentre», ya sabes a lo que me refiero —dijo con una sonrisa, sin desistir aún con su última conversación en el restaurante.
― Pues si es para mí, según dices, seguramente es gay, o tiene novia, o está comprometido, o casado, o está siguiendo el camino de Dios como sacerdote.
― No seas pesimista, Jacquie.
― Tal vez sea un mafioso o asesino en serie.
― ¿Sabes qué sería romántico?
― Y aquí vamos —dijo entre dientes, llevando una bandeja llena de palomitas hacia la sala.
― Que fuera uno de esos héroes anónimos destinados a salvar al mundo pero no a amar libremente —siguió a su compañera hasta el sofá.
― ¿O sea que tiene algún secreto como Clark Kent, Peter Parker o Bruce Wayne?
― Puede ser la próxima leyenda de nuestra generación.
― ¿Sabes qué? Esto ya llegó muy lejos, él nunca se fijaría en mí y fin del asunto. ¿Dónde están las gaseosas que dijiste que traerías de tu apartamento?
― Uno nunca sabe, cariño. Y ya regreso porque las olvidé —se dirigió a la salida.
― Definitivamente te hizo daño ese taller de literatura hace años.
― ¡Hey! Eso me dio un best-seller, recuérdalo —guiñó un ojo tras abrir la puerta, y hasta ahí llegó su camino— ¡Whoa!
― ¿Qué?
La expresión de Sophie había decaído, pero se elevó de nuevo en una sonrisa.
― Creo que sí tenemos un nuevo vecino y no solo un visitante. Ven aquí, Jacquie.
Se encontraron con cajas de cartón apiladas en el pasillo y la puerta abierta del apartamento de enfrente.
― ¿Serán de él? —preguntó la castaña ingeniera.
― Por supuesto, Jacquie, ¿de quién más?
― O sea que lo tendremos cerca.
― ¿Qué habrá aquí? —Sophie intentó acercarse a las cajas, pero la amiga la detuvo por un brazo.
― ¿Qué? ¡Ven acá!
― Es el nuevo vecino, ¿qué tal si hay algo en sus cajas que nos ayude a descifrar quién es o qué hace?
― No, de seguro vendrá en cualquier momento.
― Okay, echaré un vistazo rápido entonces.
― No fue lo que insinué, Soph.
― ¿Qué tal si es un asesino en serie? Tú lo dijiste.
― Estaba bromeando.
― Salgamos de dudas de igual manera.

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Dulce cielo
Storie breviNOVELA PENDIENTE DE CORRECCIÓN. Damian Lee acababa de mudarse a Nueva York en busca de un mejor futuro, aunque no era co-mo si su prestigiosa trayectoria de chef le impidiese vivir bien. Se caracterizaba por disfrutar el momento y por no tener suert...