Capítulo 2

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― ¿Crees que tenga pareja? —Sophie miraba a Jacqueline desde el mesón de la cocina, apoyando el mentón en sus manos, mientras la amiga sacaba palomitas de maíz del microondas.

― No lo sé, pero tú sí, y pienso que lo estás olvidando.

― No te preocupes por mí —sonrió—, Tony es el único dueño de mi corazón.

― Y el hombre de la recepción es dueño de tus ojos.

― No hay nada de malo con mirar —rió—. Y de hecho, pensé que sería un buen prospecto para ti.

― ¿Qué dijiste?

― Puede ser él quien «te encuentre», ya sabes a lo que me refiero —dijo con una sonrisa, sin desistir aún con su última conversación en el restaurante.

― Pues si es para mí, según dices, seguramente es gay, o tiene novia, o está comprometido, o casado, o está siguiendo el camino de Dios como sacerdote.

― No seas pesimista, Jacquie.

― Tal vez sea un mafioso o asesino en serie.

― ¿Sabes qué sería romántico?

― Y aquí vamos —dijo entre dientes, llevando una bandeja llena de palomitas hacia la sala.

― Que fuera uno de esos héroes anónimos destinados a salvar al mundo pero no a amar libremente —siguió a su compañera hasta el sofá.

― ¿O sea que tiene algún secreto como Clark Kent, Peter Parker o Bruce Wayne?

― Puede ser la próxima leyenda de nuestra generación.

― ¿Sabes qué? Esto ya llegó muy lejos, él nunca se fijaría en mí y fin del asunto. ¿Dónde están las gaseosas que dijiste que traerías de tu apartamento?

― Uno nunca sabe, cariño. Y ya regreso porque las olvidé —se dirigió a la salida.

― Definitivamente te hizo daño ese taller de literatura hace años.

― ¡Hey! Eso me dio un best-seller, recuérdalo —guiñó un ojo tras abrir la puerta, y hasta ahí llegó su camino— ¡Whoa!

― ¿Qué?

La expresión de Sophie había decaído, pero se elevó de nuevo en una sonrisa.

― Creo que sí tenemos un nuevo vecino y no solo un visitante. Ven aquí, Jacquie.

Se encontraron con cajas de cartón apiladas en el pasillo y la puerta abierta del apartamento de enfrente.

― ¿Serán de él? —preguntó la castaña ingeniera.

― Por supuesto, Jacquie, ¿de quién más?

― O sea que lo tendremos cerca.

― ¿Qué habrá aquí? —Sophie intentó acercarse a las cajas, pero la amiga la detuvo por un brazo.

― ¿Qué? ¡Ven acá!

― Es el nuevo vecino, ¿qué tal si hay algo en sus cajas que nos ayude a descifrar quién es o qué hace?

― No, de seguro vendrá en cualquier momento.

― Okay, echaré un vistazo rápido entonces.

― No fue lo que insinué, Soph.

― ¿Qué tal si es un asesino en serie? Tú lo dijiste.

― Estaba bromeando.

― Salgamos de dudas de igual manera.

Dulce cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora