Cuando el reality comenzó a transmitirse al aire, obtuvo la atención deseada. Eran veinte chefs que debían superar una serie de desafíos cada día, ideados por Richard y su hija, Susan. Esta última era la conductora del programa y fuera de cámara era quien más atención captaba por su jovial y fresca belleza.
Damian era de aquellos que perdía la concentración, ver a Susan era ver a Jacqueline, y es que después de dos semanas aún las confundía, la ropa era su único indicio de diferencia, aparte del sutil largo de cabello.
Susan había congeniado muy bien con el novio de su hermana, un tanto demasiado para el gusto de Jacqueline.
Al principio era una sonrisa, un empujón gracioso en el hombro, después las largas conversaciones sobre comida, las citas pospuestas de Damian para con Jacquie por estar con Susan en la cocina, compartiendo secretos y técnicas culinarias, o haciendo tomas para el reality.
Jacqueline veía la historia repetirse...
― Y también dijo que deberíamos viajar por unos días, alejarnos de todo... —Sophie acomodaba piezas de telas sobre la mesa en su pequeño estudio en casa—. Ha sido un nuevo comienzo desde su reconquista.
― ¿Y está funcionando? —Jacquie se paseaba de un lado a otro con los brazos cruzados.
― ¿Tú qué crees?
― Que tus ojitos brillosos volvieron —sonrieron.
― Dice que quiere llevarme a Miami.
― Y deberías aceptar, Sophie. Playa, compras, arte y Tony, creo que son tu combinación perfecta.
― Pero tengo trabajos pendientes.
― Organízate y ve. Deja las excusas.
― Como digas —rió—. ¿Sabes? Sería divertido si Damian y tú vinieran con nosotros, claro si no estuviera en el reality ni tú sumergida en esos feos códigos de programación.
― Oye... —omitió el comentario, su mente estaba en otro lado— ¿Te acuerdas de ese novio, el que tuve a los dieciocho años?
― ¿Por qué preguntas eso, Jacquie? —a Sophie se le borró la sonrisa.
― Él estudiaba con mi hermana, ella me lo presentó, estuvimos juntos seis meses y...
― Basta —la interrumpió—. No entiendo por qué sacas a relucir eso ahora. Habíamos acordado que jamás lo hablaríamos de nuevo, por tu bien.
― Él me engañó con Susan... Y no importa que haya sido solo un beso, que ella se haya resistido, ambas nos enamoramos de él... y él de ambas —se quedó fija en la ventana. Sophie se acercó a ella.
― Mira las nubes, todas aparentemente iguales pero el sol las ama de forma distinta. Algunas no lo aceptan y se vuelven grises. Tú no te vuelvas gris porque él no te amó como querías o como se debía. Por favor, olvida eso.
― Es por Damian que lo digo, Sophie.
― ¿No querrás decir que él y Susan...?
― No podría soportarlo. Es Damian, ¡mi Damian! ¿Sabes cuánto he esperado a alguien como él? Estoy enamorada hasta la médula y me muero de celos cada vez que lo veo con Susan —sonó el celular, lo sacó del bolsillo del pantalón y desvió la llamada—. Quizá aún esté a tiempo de evitarme un gran dolor y sea mejor que me aleje de él.
― Estás enamorada, lo acabas de decir, no estás a tiempo de nada.
― ¡Sophie!
― Escucha, es Susan, ella no te haría algo así de nuevo.
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Dulce cielo
Short StoryNOVELA PENDIENTE DE CORRECCIÓN. Damian Lee acababa de mudarse a Nueva York en busca de un mejor futuro, aunque no era co-mo si su prestigiosa trayectoria de chef le impidiese vivir bien. Se caracterizaba por disfrutar el momento y por no tener suert...