Capítulo 3

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Mientras transcurrían las horas de la mañana del domingo, Jacqueline fue despertada con golpes sobre su puerta.

― Buenos días, mi Jacquie hermosa —pasó sin permiso—. Oh, te ves radiante.

― No sabía que piyama, cabellos desordenados y cero maquillaje cabían en ese concepto para ti.

― Ausencia de pasta dental también —sonrieron.

― ¿Qué quieres? —Jacquie se dejó caer en su sofá principal, uno blanco resaltando entre los tonos naranja y beige de paredes, piso, juego de comedor y cocina.

― Unos minutos de tu tiempo. Hablé con mi príncipe —se sentó sonriente en un sofá individual.

― Sophie, ya discutimos esto anoche.

― Es un excelente chef, veintisiete añitos, nacido en Seúl, criado en Miami desde los cinco años, especializado en cocina en Australia, donde conoció a Tony, hijo único, de familia de chefs, con gran trayectoria, y lo más importante: está soltero y sin compromiso. Ahora, esperemos que sea tan bueno en la cama como en la cocina —rieron.

― ¿Por qué todo tiene que ver con la cama contigo?

― Porque el sexo es importante, amiga, por eso. Es la más deliciosa representación del amor.

― Es la representación del pecado.

― Mira, no me hagas sentir mal, Jacqueline West.

― Como sea, no puedo creer que te hayas enterado de todo eso en menos de veinticuatro horas.

― Ya me conoces. ¿Sigue sin interesarte?

― Escucha, pienso que es guapo, pero nada más. ¿En qué idioma te digo que no quiero involucrarme con nadie ahora?

― Jacquie...

― No quiero, en serio. Y no se trata de ningún capricho, te digo que llego a un punto en que me da miedo. El amor lastima mucho, Sophie, los hombres son todos iguales, no hay uno solo que sea sincero y se preocupe por mí, y si lo hay no está disponible de ninguna manera —suspiró—. Estoy decepcionada de todo este show que presentan los libros y películas, no hay nada así cerca de mi realidad.

― Ay amiga —Sophie cambió de asiento junto a su amiga—. El problema es que te ha tocado conocer la peor y más cruel parte del amor, pero créeme cuando te digo que un día va a llegar ese maravilloso hombre a tu vida, no son solo palabras, realmente va a llegar.

― No sabemos eso.

― Yo sí, soy bruja —una amarga sonrisa se dibujó en el rostro de la desdichada—. Y yo digo que un hermoso amor va a llegar, y no volverás a llorar porque solo habrán sonrisas y mariposas invadiendo tus días.

― No, Sophie, no quiero.

Un largo abrazo tuvo lugar entre las dos amigas.

― Está bien, Jacquie, dejaré de insistir con esto de Damian y tú, aunque supongo que aún puedo escribir sobre ello —Jacquie la regañó con la mirada—. ¿Qué? Podría ser la mejor historia de amor de todos los tiempos.

― Mmm...

― Bueno, ya, pero no te desanimes.

― Solo tengo una pregunta.

― Dispara.

― ¿Dónde rayos queda Seúl?

Sonrieron, pronto el mal rato había pasado.

Dulce cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora