Capítulo 5 - El señor Polvos (NURIA).

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Capítulo 5 – El señor Polvos.

Narrado por Nuria.

Me sentía incómoda, con su intensa mirada sobre mí, aunque yo fingiese no darme cuenta. Sentada sobre los sofás que había en aquel lujoso jardín, escuchando las anécdotas que Jack contaba sobre el trabajo.

Jack era el director de una de las distribuidoras más grandes de autos Audi en el país, y parecía orgulloso de ello por la forma en la que lo describía.

Y Hugo era su único hijo, ese que pronto sería mi nuevo hermano. Era de lo más divertido, imaginarme a mí actuando como si lo fuese. No me caía bien, no lo hizo la primera vez que lo vi, y tampoco lo hacía en aquel momento. Pero había algo en él que me llamaba la atención, sus ojos, su intensa mirada eléctrica sobre mí me hacía temblar.

Estoy completamente segura que el "señor polvos" como Paula solía llamarle, estaba acostumbrado a despertar ese tipo de sentimiento en las mujeres. Pero yo no solía temblar por cualquiera.

Di un sorbo a mi copa de Jack Daniels, observando como él caminaba hacia nosotros y se sentaba junto a mí en el sofá. Me miró con detenimiento, para luego apoyar la mano sobre el sofá y ladear la cabeza hasta que hubiese descansado sobre su mano.

- ¿no nos hemos visto antes? – preguntó, en tono casual, el muy descarado. Jack se detuvo y miró hacia nosotros, sorprendido por las palabras de su hijo.

- ¿Os conocéis? – insistió mi madre, preocupada por ello. Sabía que lo hacía, aquello no entraba dentro de sus planes, que nos hubiésemos encontrado con anterioridad.

- No lo creo...- comencé, pero él me interrumpió antes de poder terminar.

- Eres la veterinaria de la playa – aseguró. ¿cómo podía tener tanta cara dura? Eso era algo de lo que yo había hablado con anterioridad. ¿cómo podía fingir que ...? – la ballena hizo que tuviésemos que ir a otra playa a hacer deporte.

Sonreí al darme cuenta de que tenía razón. Recordaba que mi compañera me había mencionado algo sobre unos monitores de Skate Surf.

- Eres monitor de Skate Surt – admití, haciendo que él sonriese al darse cuenta de que me había fijado en él.

Ese fue el detonante para que hablásemos sin parar. Había bastante química entre nosotros, era obvio que nos sentíamos cómodos el uno con el otro. Le conté todo sobre mi profesión, por qué me había dedicado a ello, y mis anteriores trabajos como voluntaria en la reserva de Doñana, en el incendio que se produjo el pasado año. Y él me habló sobre lo maravilloso que era hacer deportes de riesgo, incluso me invitó a probarlos para desconectar del trabajo alguna vez.

- Es extraño – comenzó él, justo después de haberme escuchado hablar sobre el recorrido que tenía que hacer todos los días desde el pueblo a la protectora en la que trabajaba en la ciudad – pero siento como si nos conociésemos de toda la vida – aceptó, haciéndome reír al escuchar aquello, pues yo sentía exactamente lo mismo – no parece que justo nos hayamos conocido ahora.

- Quizás seamos hermanos gemelos – bromeé, provocando que el que comenzase a reír en aquel momento fuese él – quizás somos hermanos, gestados en diferentes vientres, pero hermanos, al fin y al cabo.

- Bonita forma de verlo – dijo él, dedicándome una tímida sonrisa – yo también siento como si fuésemos hermanos.

- Está claro que ahora lo somos – accedí.

Y ese fue el principio de todo, pude sentirlo tan pronto como sus ojos volvieron a cruzarse con los míos, cómo si acabásemos de hacer una especie de pacto.

Mi vida no volvió a ser la misma después de aquello.

Después de Ella | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora