Capítulo 25 - Oculto pero real.

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No, no estáis soñando, después de mucho tiempo, volvió mi inspiración con esta bonita historia, así que os lo dejo, espero que os guste este capítulo, que aunque cortito, es muy bonito. :)

*Edito y os traigo el final de esta bonita historia.

Capítulo 25. Oculto pero real.

Narrado por Nuria.

El 80% de mí le creía, aunque había un 20% que seguía dudando, infundado por los comentarios de Jess y las dudas de mamá.

Pero aquella mañana, en el jardín, desayunando, no tenía ninguna duda de que ambos queríamos estar juntos, de que él me hacía feliz, tanto o más que yo a él.

Reía divertida, justo después de escucharle hablar sobre su última excursión, dónde una mujer de la misma edad de mi madre, le había lanzado los tejos a uno de sus amigos e insistía en que este se hiciese una foto con él.

- ¿Qué es tan divertido? – preguntó mi madre, saliendo al jardín al escucharnos armar tanto jaleo. Ambos perdimos la sonrisa y miramos hacia ella.

- Le estaba contando una anécdota de la última excusión – contestaba él, sin darle demasiada importancia al asunto.

- ¿Has encontrado trabajo ya? – insistió mamá, hacia mí. Negué con la cabeza ante su pregunta, a lo que ella volvió a hablar - ¿no deberías estar buscando en vez de estar aquí de cháchara?

- He hablado con un amigo... - comenzó él, hacia mi madre, haciendo que ambas le pusiésemos atención a sus palabras, pues él no me había dicho nada sobre ello, con anterioridad - ... que tiene una protectora, y me ha dicho que está buscando alguien con experiencia con animales.

- ¡Eso es fantástico, Nuria! – me animó mi madre, para luego observar como Jack entraba en la cocina, e irse para él, directa, con la intención de darle la noticia. Momento que aproveché para darle un fuerte codazo a él, logrando que este se quejase, y me mirase, molesto.

- ¿Cuándo pensabas decírmelo? – pregunté, entre susurros, sacándole una sonrisa pilla, de esas que eran característica suya.

- Justo después de desayunar – se quejó, quitándole importancia al asunto, encogiéndose de hombros para reforzar aquello.

Comencé a trabajar en la protectora de Marcelo, el amigo de Hugo, era todo un encanto, y tenía una pluma interesante, nunca había conocido a un hombre tan homosexual como él. Me hacía reír mucho.

Hugo y yo nos veíamos a escondidas en la penumbra de su habitación, escondiéndonos de los demás, fingiendo ser sólo hermanos delante de nuestros padres y de la gente, pero no éramos solo hermanos, éramos mucho más, y sabía perfectamente que mamá no lo entendería, no después de todo lo que había pasado, no después de lo mucho que ella había luchado por alejarme de él, aún me culpaba del pasado, y no era para menos.

Aquel día era diferente a cualquier otro, habíamos decidido irnos a pasar el día en el campo, hacer un pequeño picnic, pues era sábado y no tenía que trabajar al día siguiente, y por supuesto nuestros padres tenían planes, así que era el momento perfecto para hacer una pequeña escapada.

Me reí mucho por el camino, sintiendo su mirada sobre la mía, escuchando sus bromas, y no nos detuvimos hasta que llegamos a nuestro destino. Detuvo en auto más allá del merendero, mientras yo me quitaba el cinturón y me disponía a bajar del auto. Me agarró de la mano y tiró de esta, haciendo que cayese sobre él, aprovechándose de la situación, besándome apasionadamente.

- Te tengo una sorpresa – aseguró, de pronto, saliendo del auto. Le seguí, para luego observar como seguía caminando, atravesando los árboles, hasta llegar a una pequeña cabaña de madera.

- ¿Qué es esto? – pregunté, sin comprender, entrando en la cabaña, junto a él - ¿me has engañado?

- He pensado que podríamos quedarnos esta noche, y así pasar todo el día juntos, tú y yo.

- Eres un tramposo – me quejé, mientras él me agarraba de la cintura y me atraía hasta él.

- Estaba cansado de fingir frente a los demás, de tenerte sólo de noche, toda esta mierda me está matando – aseguró, volviendo a besarme.

- Te quiero – aseguré, haciéndole sonreír, quizás porque era la primera vez que yo lo decía en voz alta, al menos.

Volvió a besarme, para luego cogerme en brazos, sentándome sobre le mesa, metiendo las manos entre mis piernas, acariciándome aún por encima del pantalón, rozando ese punto que me hacía enloquecer.

- Deberíamos hacer el picnic que me prometiste antes de hacer todo esto – me quejé, apartándole. Él rio, divertido, asintiendo, en señal de que tenía razón, para luego agarrar mi mano, ayudándome a bajar, volviendo a salir de la cabaña.

Tuvimos un almuerzo súper agradable, pues yo misma había sido la encargada de preparar algo, tortilla y emparedados, que estaban realmente deliciosos, luego estuvimos charlando, animadamente, mientras veíamos a los patos chapotear en el lago, y más tarde, cuando empezaba a oscurecer volvimos a la cabaña.

Terminamos haciendo el amor, justo como tanto deseábamos, y nos quedamos dormidos en seguida, con nuestros cuerpos entrelazados, no podía ser de otra manera, estábamos agotados después del viaje.

Narrado por Hugo.

Aquel día era diferente a cualquier otro, no sólo porque hubiese quedado con mis amigos en un día laboral, sino porque nos acompañaban ella y su amiga.

En aquel punto de la historia... creo que me importaba un bledo que los demás se enterasen de lo que sentía por ella, por eso me dio igual que me besase en la mejilla al llegar al pantalán, y ni siquiera salté a la defensiva cuando escuché el comentario de Rodrigo.

- Tío, pero ... ¿dónde está Hugo el rompecorazones?

- ¿Os habéis puesto todos los chalecos salvavidas? – pregunté, abrochándome el mío, echando una leve ojeada alrededor. Sonreí divertido, para luego sacar del bolsillo las llaves de las motos de agua. Había sólo 3 y éramos solo 6 – poneos en parejas, habrá que compartir moto.

- Jo, tío, que rollo – se quejaba el de siempre, mientras Paula y Nuria cuchicheaban.

- Tú vienes conmigo – le dije a ella, haciéndola sonreír, mientras su amiga me miraba con cara de malas pulgas – Paula, tú ponte con Julio.

- ¿Yo con la borde? – se quejaba mi amigo. Ella le asesinó con la mirada, y le sacó el dedo corazón.

Navegamos con las motos sobre el mar, hasta llegar a la isla, donde los coches que habíamos alquilado nos esperaban, para llevarnos a los apartamentos que había arriba del todo, cuesta arriba. Al lugar en el que pasaríamos el resto de la semana.

En aquel momento no tenía miedo, como bien os digo me daba igual ser descubierto, me daba igual que el mundo se enterase de lo que había entre nosotros, tan sólo quería aferrarme a la mujer que me hacía feliz.

Y así, navegando con ella abrazándome por detrás, termina esta historia.

FIN.

FIN

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Después de Ella | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora