Capítulo 12 - Cicatrices.

66 6 0
                                    


Capítulo 12 – Cicatrices.

Desde ese día la espiaba a diario. Sí, yo, el que solía ser espiado por todas las mujeres, yo, había quedado reducido a un simple mirón.

La observaba mientras se duchaba, a escondidas. Lo hacía también mientras se vestía.

El fin de año fue diferente a cualquier otro, no lo celebré junto a mis colegas. No, quería quitarme aquella sensación de agobio de mi interior, aquella sensación de asquedad, me sentía como si hubiese hecho algo malo, y lo único que quería era limpiarlo, y la única forma que sabía para hacer eso, para sacar aquellos sentimientos de deseo de mí, era acostándome con otras. Así pasé el último día del año, entre las sábanas de un hotel, acostándome con unas y con otras.

Y después de eso, llegó el día de reyes.

Ella cantaba una bonita canción ese día, mientras se duchaba en mi baño, pues los demás estaban ocupados, y debíamos prepararnos para ir a ver la cabalgata de reyes, como era tradición en nuestra ciudad.

Me mordí el labio, con fuerza, aterrado de mis propios pensamientos, para luego darme la vuelta, descansando mi cuerpo sobre la pared, volviendo a escuchar su voz de nuevo, entonando aquella canción.

- Hugo – me llamó, haciendo que mi corazón se detuviese - ¿puedes pasarme la toalla? He olvidado cogerla.

Entré en el cuarto de baño, cogí la toalla del lavabo y se la pasé, haciendo que ella la agarrase y la colocase sobre su cuerpo desnudo, mientras yo intentaba mirar hacia todas partes menos a ella.

- Gracias – me dijo, saliéndose del baño, sonriendo hacia mí - ¿qué haces? – preguntó al ver cómo me desnudaba, frente a ella.

- Yo también tengo que ducharme – respondí, intentando parecer normal, haciendo que ella riese ante aquella respuesta - ¿te molesta? Todos los hermanos se han visto desnudos alguna vez, o ¿me vas a decir que nunca te has bañado en cueros con tu hermano Lucas? – Ella volvió a reír al escucharme decir aquello.

- No es lo mismo bañarse desnudo cuando eres un niño y bañarse desnudos ahora

- ¿ah no? – pregunté, abriéndome la camisa, haciendo que ella enmudeciese y perdiese el color de su rostro - ¿por qué no? ¿me vas a decir que te pones cachonda cuando ves a Lucas desnudo? – bromeé, haciendo que ella me mirase aún más seria.

- Si Lucas me viese desnuda vería mi cuerpo marcado, y se sentiría triste por mi culpa.

Olvidé mi deseo tan pronto como escuché aquello. La agarré de la cintura y la traje hacia mí, para luego agarrarla del rostro, obligándola a mirarme.

- ¿Lucas no sabe sobre ello? – pregunté, haciendo que ella asintiese.

- Él sabe – aceptó, dejándome un poco más tranquilo – pero eso sólo le traerá dolor – me aseguraba.

- Bueno, yo no voy a preguntarte cómo te hiciste ninguna de esas cicatrices – le aseguré, haciendo que ella me sonriese, un poco más calmada – así que puedes bañarte desnuda siempre que quieras – le informé, medio en broma, provocando que ella riese a carcajadas.

- ¿de verdad tienes tanta curiosidad por verlas? – preguntó, haciendo que asintiese al mismo tiempo que tragaba saliva, admirando como se separaba un poco de mí – está bien, pero no quiero que te sientas incómodo después de esto. Ante todo, somos hermanos.

- Ya lo prometí, Nuria – aseguré, observando como ella dejaba caer la toalla al suelo, y quedaba desnuda frente a mí.

Observé su cuerpo desnudo, desde el cuello, pasando por sus pechos, donde había varias cicatrices más, muy marcadas, por su abdomen, por su peluda intimidad, sus piernas, también un poco marcadas. La rodeé, con la mirada, caminando hacia su espalda, observando aquella enorme cicatriz que iba desde el cuello hasta la cintura y muchas más, un poco más pequeñas.

Levanté la mano, acariciando esa enorme, provocando que ella se tersara al sentir el contacto de mis dedos en su piel.

- No dejaré que nadie vuelva a hacerte daño – aseguré, para luego coger la toalla del suelo, y ponerla sobre sus hombros.

- ¿ni siquiera yo? – preguntó, haciendo que comprendiese algo. Ella había intentado hacerse daño a sí misma, quizás había intentado suicidarse, quizás...

- Ni siquiera tú – acepté, besándola suavemente en la mejilla.


Continuará...

Después de Ella | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora