Capítulo 4 - La novia de mi viejo.

75 3 0
                                    



Capítulo 4 – La novia de mi viejo.

No sé cómo pasó, pero entre el trabajo, las juergas, y los polvos, la semana se me pasó en un momento, y cuando quise darme cuenta volvía a ser sábado, justo el día en el que mi viejo me presentaría a su nueva novia.

Me di cuenta en ese justo instante de que le había dicho que iría con mucha seguridad, cuando no me apetecía en lo absoluto. Aun así, debía ir, pues ya le había dado mi palabra.

Mi padre estaba histérico, recogió la casa, la limpió, volvió a recogerla, se duchó, se vistió, se cambió de ropa, volvió a hacerlo como tres veces más, preparó la comida, puso la mesa, y entonces se sentó en el sofá, sin saber que más hacer para que todo estuviese listo.

La puerta sonó a las diez y veinte de la noche, haciendo que este se levantase con rapidez, como si tuviese un muelle en el jodido culo.

Cuando vi a Rosaly me di cuenta de que no tenía de que preocuparme. Mi viejo había elegido a la persona idónea aquella vez.

Ella era una mujer de unos cincuenta y pocos, con el cabello corto, rubio y aleonado. Su estatura era mediana y estaba un poco ancha.

Sonreía hacia él, con una tímida sonrisa, mientras se quitaba el abrigo y el bolso, haciendo que mi progenitor lo agarrase para colocarlo en la percha que había junto al recibidor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sonreía hacia él, con una tímida sonrisa, mientras se quitaba el abrigo y el bolso, haciendo que mi progenitor lo agarrase para colocarlo en la percha que había junto al recibidor.

- Nuria está aparcando – habló ella con una voz suave, haciendo que la mirase sin comprender a lo que se refería, admirando como un chico entraba en la casa, siguiendo a la que parecía ser su madre – Hola – me saludó – tú debes de ser Hugo.

- Hola – comenzó el chico que había entrado en la casa, sin ser invitado a ella. Era un tío de no más de veinticuatro años – yo soy Lucas.

Estreché la mano de aquel chico, y le di dos besos simpáticos a la mujer, invitándoles luego a entrar en casa.

Mi padre los condujo hacia el salón, mientras el timbre de la puerta volvía a sonar, y yo me encaminaba hacia ella.

- Ya voy yo – aseguré, dejando claro que ellos podían ir acomodándose para comenzar a cenar tan pronto como fuese posible.

Abrí la puerta, con toda la seguridad que me caracterizaba, quedándome estático al verla a ella frente a mí.

Era una chica normal, alguien en la que nunca me hubiese fijado, de no ser por el escalofrío que recorrió mi cuerpo al sentir su mirada sobre la mía, no me hubiese quedado tan sumamente interesado en ella.

Aquella mirada que me era inmensamente familiar, ya la había visto con anterioridad, pero no podía recordar dónde.

Tenía el pelo castaño oscuro, largo hasta los hombros, cayendo por estos, y sobre su frente un flequillo que apenas dejaba ver sus cejas. Sus ojos eran preciosos, tenían un color tan intensamente perfecto que jamás lo había visto con anterioridad: eran tono miel, pero a media que se acercaban al iris de sus ojos, el tono se volvía más marrón. Eran preciosos. Sus labios eran carnosos y pequeños. De complexión normal, delgada, hombros anchos, pechos pequeños, y culo plano. Y alta, casi tan alta como yo.

No era ni por asomo el tipo de mujer en el que solía fijarme, pero había algo especial en sus ojos, eso no podía negarlo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No era ni por asomo el tipo de mujer en el que solía fijarme, pero había algo especial en sus ojos, eso no podía negarlo.

Sentí una conexión especial al verla allí, frente a mí, una conexión que duró tan sólo unos segundos, pues entonces ella habló, dedicándome una tímida sonrisa.

- ¿eres Hugo? – preguntó con una voz algo tosca para lo dulce que parecía por fuera. Su voz era mucho más intensa y para nada suave. Sus labios se entreabrieron, y ella los humedeció despacio, con su lengua, para luego morder nerviosamente un lado de su labio de arriba, sacándome de mis pensamientos – yo soy Nuria.

Se acercó a mí, agarrándome torpemente del brazo, para luego darme un par de besos, haciéndome estremecer al sentir aquella electricidad recorriendo mi cuerpo al sentir su primer beso sobre mi mejilla, y cuando sentí el segundo casi me desmayo allí mismo.

¿Qué demonios me estaba pasado? Yo para nada era así con las mujeres, y en aquel momento me sentía como si fuese un flan que fuese a derretirse en cualquier momento.

Y entonces la recordé, era la chica del club, la torpe que había derramado su copa sobre mi camisa.

***

La cena fue de lo más interesante.

Rosaly era profesora de italiano en una academia, y tenía miles de anécdotas divertidas sobre sus alumnos.

Lucas era mecánico en un taller propio, y parecía irle muy bien, su especialidad eran las motos, pero con la crisis, ya le daba a todo.

Y luego estaba Nuria, era veterinaria, una de las mejores. Al parecer había estado trabajando en el parque de Doñana, en Huelva, un paraje natural, precioso. Lo más sorprendente de todo aquello, fue descubrir que ya nos habíamos visto antes, me refiero a antes incluso de la discoteca. ¿os acordáis de la veterinaria que cuidaba de la ballena varada? Pues sí, era ella.

- Al final pudimos salvarla – explicaba hacia los presentes, haciendo que todos sonriésemos aliviados – trabajar en la protectora de animales es siempre así, siento una gran emoción al poder ayudar a esos animales en peligro.

Definitivamente ella no era para nada como lucía a primera vista. Parecía toda una luchadora, una mujer extrovertida, aunque algo tímida, con muchas ganas de ayudar al prójimo, con mucho carácter, y una risa preciosa, tengo que admitir.


Continuará...

Después de Ella | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora