Capítulo 10 - Un lienzo marcado.

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Capítulo 10 – Un lienzo marcado.

Todo cambió después de esa noche. 

Dormíamos abrazados casi todas las noches, nuestra relación se volvió más intensa, y nos unimos mucho más, nuestras charlas eran más sinceras y más intensas. Sentía que cada día mi amor de hermano crecía más, y era prácticamente increíble, que ella pudiese hacerme sentir tanto en tan poco tiempo. Con ella abría mi corazón casi por completo, y ella también lo hacía, a su manera, pues aún le aterraba contarme que era lo que la hería de su pasado.

Aquella tarde, había llegado antes de la reunión de trabajo, así que me dispuse a subir a la habitación, cuando escuché unos gritos que provenían del salón.

Nuria se encontraba de rodillas, frente a su madre, con el rostro bañado en lágrimas, mientras esta parecía estar castigándola con sus palabras.

- Jack te echará de la casa tan pronto como se entere de que has roto su promesa – espetaba la mujer, dolida, mirando hacia su hija con asco - ¿cómo has podido volver a estropearlo todo, Nuria?

- Mamá – suplicaba su hija – no es lo que piensas, yo ...

- Cuando Jack te pidió que te acercases a él no fue con este propósito – le recriminaba, haciendo que la muchacha, en el suelo, pusiese las palmas de las manos sobre sus muslos, para luego palmearlas, enojada – él necesita a una hermana, Nuria, para todo lo demás ya tiene al resto de las mujeres de esta ciudad.

- Ya te dije que no es lo que crees, mamá – se defendía la muchacha, haciendo que su madre volviese a golpearla con la mano abierta sobre el rostro.

- ¿es que no lo entiendes? – preguntaba su madre, fuera de sí – no quiero que mi hija se convierta en una de sus putas.

- No es así, mamá – insistía su hija, con el corazón roto por aquel malentendido – él no es así conmigo, él...

- ¿y por qué estaba contigo en tu cama? – inquiría la mujer, haciendo que su hija negase con la cabeza, cansada de aquella situación – prométeme que nunca te enamorarás de él.

- Mamá – se quejaba ella, de nuevo, haciendo que su madre la agarrase de la mano y la levantase de malas formas.

- ¿qué? – preguntaba, aterrada de que su hija ya sintiese algo por mí - ¿es que has olvidado lo que pasó con Mario? - Sus lágrimas volvieron a escena en ese justo instante – todos hemos sufrido ya suficiente, no más dramas en nuestra familia, Nuria.

- Lo prometo – aceptó ella, cansada de aquella conversación – él y yo sólo seremos hermanos, siempre.



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A partir de ese día Nuria cambió, no volvió a ser la misma conmigo, se comportaba mucho más seca, menos cariñosa, como si temiese que su madre pudiese volver a malinterpretar nuestra relación. Y yo la veía más y más triste con el paso de los días.

Por eso, aquella noche, cuando la encontré en mi habitación, y me abrazó con fuerza, ni siquiera pregunté.

Su rostro estaba bañado en lágrimas y su cuerpo temblaba.

- Tienes que prometerme una cosa – pidió, separando un poco su rostro de mi pecho, limpiando sus lágrimas con su mano izquierda, para luego mirar hacia mí, totalmente decidida – dime que no dejarás que suceda nada entre nosotros – imploró – prométeme que nunca...

- Nunca – acepté, acercando mi frente a la suya, haciendo que ella me dedicase una leve sonrisa – y ahora, ¿puedes, por favor, volver a ser tú?

- Te echaba de menos – aseguró ella, haciéndome sonreír con ello. Jamás pensé que aquellas palabras que solían decirme la mayoría de las tías con las que me acostaba, pudiesen hacerme sentir algo más que no fuese repulsión

- Te quiero – dije, sin apenas darme cuenta, provocando que ella me dedicase una enorme sonrisa, de oreja a oreja, antes de responderme que ella también lo hacía.

- Te quiero.

- ¿algún día me contarás cómo te hiciste la cicatriz de la espalda? – pregunté, dejando que mi curiosidad tomase el control en aquel momento. Ella perdió la sonrisa en ese justo instante.

- Algún día – aceptó, para luego volver a abrazarme, colocando su rostro, ladeado, sobre mi hombro.


Continuará...

Después de Ella | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora