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El sol golpeaba contra la ventana del auto azul y negro, en el cual iba sentada.Las sirenas no estaban encendidas, se veía que no tenían prisa conmigo. Uno de los policías volteo al notar que comenzaba a faltarme el aire. Era normal, solamente saque el inhalador, que ya casi era parte de mi, y lo coloque en mi boca, presionando el botón.

Cada vez nos alejábamos más de la ciudad, no estaba intranquila. Sabía las razones por las cuales me encontraba en ese apestoso auto y sabía a donde iba. 

Cuando ya los vehículos  no lograban oírse mas y ya no había personas circulando por las angostas veredas de las calles, el auto frenó. Un gran portón blanco se abrió dándonos el paso. El lugar era inmenso sin dudarlo, millones de hectáreas con un pasto extremadamente verde y paredes  en tonalidades blancas y azules alumbraban el lugar. Podría ser  hermoso para vacacionar, pero esa no era la intención del espacio. 

Una sonriente mujer en bata rosa abrió sus brazos en forma de bienvenida.

-Buenos días, joven- el olor a perfume artificial inundaba a sus alrededores -Debes ser nuestra nueva compañera..- paciente, querrá decir.

-Si, esa soy yo-una pequeña sonrisa apareció en mis labios, no iba arrancar con el pie izquierdo. Cuanto antes salga de aquí, mejor. 

-Bienvenida, pueden soltarla muchachos- se dirigió a los hombres que sostenían mis ambos brazos-Sígame, por favor.-

Sin musitar ni un solo suspiro, coloque la gastada mochila sobre mi hombro y comencé a seguir a la castaña mujer, que caminaba a paso tranquilo delante mío. 

Luego de caminar por un sendero de piedras, llegamos a una gran puerta transparente. Un hombre de seguridad se encontraba a un lado de esta, mientras el otro estaba sentado dentro de la habitación con un escritorio frente a sus narices. Al abrir esa inmensa puerta, el mismo olor a perfume que la mujer poseía, se adentro en mi nariz como un cañón.

-Nombre, señorita?-preguntó un señor de camisa, detrás del moderno mostrador.

-Skylar Walsh, señor- conteste con voz suave.

-Recién llegada.Antecedentes con drogas-pronuncio la mujer que se situaba a mi lado.

-Me permite su equipaje?- el hombre se acerco a la mochila, que previamente había quitado de mi hombro, para abrir su cierre y quitar mi celular, luego de haber revisado los demás bolsillos. -No se permiten celulares, joven- esperó, pero no recibió respuesta de mi parte, solo asentí levemente con la cabeza. No me importaba, no tenia a quien llamar. 

-Sígame, por favor-  continuo el hombre de camisa, que debido a su contextura física  se encontraba impregnada a su cuerpo, comenzó a caminar por unos largos pasillos  que eran acompañados con grandes salas a sus costados. Después de caminar por unos 5 minutos una puerta azul con el número 99 se encontraba frente a mi. 

-Este es su horario, señorita.-Dijo, al extenderme un papel recién impreso con muchas palabras en el- Hoy tiene el día libre, podrá acomodarse y conocer el campus.Si necesita algo, siempre hay alguna persona en la recepción.Buenas tardes- mi boca no pudo moverse ni para decir una sola sílaba, que el hombre se encontraba a unos diez metros de mi cuerpo.  

"Centro de recuperación juvenil.
The Effort" Venga y de un giro completo a su vida. 

Las palabras del colorido papel entraba en mis ojos, seria imposible memorizar tantas estúpidas actividades cada día. 

Coloque la llave en la herradura y entré a la habitación. ¡Otra vez ese maldito perfume! Una cama de una plaza se encontraba contra la pared, una repisa, un armario, otra puerta blanca y una ventana eran lo único que decoraban el blanco dormitorio. No traía las suficientes cosas como para llenar el armario ni para completar la repisa, iba ser fácil ordenar. 

Saque la mochila de mi hombro y mis manos abrieron el cierre. Lo primero en salir fue el único libro que traje, mi favorito, un par de viejos auriculares con mi MP3 conectado, que gracias a dios o habían sido quitados de mi posesión, y por ultimo mi ropa.En menos de veinte minutos, mi habitación estaba lista.

Abrí lentamente la puerta de mi habitación decidida a dar una vuelta antes del almuerzo, que según el itinerario seria a las 12:30. 

Jóvenes desde catorce hasta veinte años se encontraban merodeando el lugar, dentro de algunos salones o haciendo actividades en los patios. 

Mi nariz aspiro el aire limpio al salir del blanquecino edificio, no sabia adonde me dirigía pero mis pies caminaban por el verde césped observando como la mayoría de ellos se veían riendo o felices. ¿Por que estarían contentos de estar encerrados aquí? 

-No todos somos tan felices, aquí- una chica con el cabello castaño descuidado apareció precipitadamente a mi lado. -Joey, dieciséis años,  problemas de conducta, dos años y medio aquí.- su pequeña mano salió del bolsillo, en el cual estaba, para estrechar la mía.

-Agradezco que no todos sean así, sino comenzaría a planear un escape- dijo con humor

-No te aconsejo tratar de escapar, personas lo han intentado y su estadía se alargo casi de por vida-contesto la chica de estatura baja - Y....quién eres? no te había visto por aquí.- 

-Skylar, dieciocho años, emmm....- ¿como explicaba mi situación? por ahora no diría nada-..drogas, media hora aquí.- finalice 

-Oh, chica ruda.Necesito algo de eso en mi vida, aquí es pura paz y amor- ya lo creo amiga. -Casi es la hora del almuerzo, ven conmigo- ¿acaso hoy seguiría a todo el mundo? A pesar de mis pensamientos, seguí a la chica hasta llegar un gran comedor con largas mesas. 

-Nos sentaremos aquí, y luego vendrán con la comida cuando ya estemos todos- dijo Joey, colocando su cuerpo entre el fino banco y la mesa. La imite.

-Hay muchos pacientes?-pregunté. No me interesaba, solamente un silencio había ocupado el lugar de nuestras voces y yo no soportaba el silencio.No estaba acostumbrada a el, el mi casa no solía haber silencio.Nunca. 

-Pacientes hospedados, como nosotras, unos.....-miró hacia un punto fijo, mientras pensaba- noventa aproximadamente. Pero todos los días viene personas para terapias grupales, pero que no viven aquí. No están tan cagados como nosotros- me sorprendió la naturalidad de su voz, al decir la ultima oración.  

De un momento a otro, muchas personas comenzaron a acercarse a las largas mesas llenas de platos y vasos.Entre toda esa multitud, la mujer que me había recibido se adentra en el comedor y toma un micrófono.

-Hola a todos, nuevamente. Hoy recibimos una nueva compañera que se hospedara aquí- y lamentablemente supe que ese era mi momento.- Ava, porque no te presentas?.....-mi cuerpo se inmovilizo y aunque mi cerebro mandaba repetidas acciones a mis extremidades, estas no se movían.- Vamos no seas tímida....- Y como un impulso, me levanté de el banco y mis pies se dirigieron a la castaña que me esperaba con una sonrisa casi demoníaca en el rostro. 

-Emm.. Soy Skylar Walsh, tengo 18 años y.......y estoy aquí.- retire el, recientemente acercado, micrófono de mi boca. Rápidamente di un vistazo a la sala, ya que mientras hablaba mi vista había estado clavada en el suelo como cuchillo en la carne,  y vi unos ojos azules acompañados de grandes y marcadas ojeras debajo de estos.
Era un chico, se limitaba a mirarme con una expresión casi inentendible en la cara. Era extraño.

Me interesaba.


-Ingrid

piece of paperWhere stories live. Discover now