El toque de queda comenzaba en menos de diez minutos, cuando Joey se apareció en mi dormitorio.
-Enserio, Joey. Estoy muy cansada, mañana te ayudo a terminar tu mándala - repetí por tercera vez desde que la chica había ingresado a mi habitación.
-Solo son unos minutos, será antes del toque de queda. Lo prometo..-insistía la morocha
-Ya te dije, no puedo.Estoy muy cansada.- me agradaba Joey, pero cuando tenia sus ataques de niñita quería ahogarla.
-Creí que éramos amigas...-murmuro cerrando el colorido libro de mándalas.
-Lo somos, pero solo necesito dormir. Mañana podemos pintar todas las mándalas que quieras- sentí que estaba comunicándome con una pequeña de cinco años, en vez de una adolescente.
-Voy a retirarme, aunque se que mañana no pintaras ninguna conmigo- dicho esto se fue de la blanca habitación a paso rápido.
El toque de queda había comenzado hace ya ocho minutos, por lo tanto muy pocas personas debían estar todavía circulando. Al abrir la puerta, logre ver que el pasillo se encontraba iluminado pero no había nadie transitando este. Emprendí mi camino hacia la oficina, vigilando a mis costados que nadie salga de una habitación y/o salón.
La puerta marrón se encontraba destrabada por lo tanto mi entrada fue a la velocidad de la luz. El pequeño escritorio, que almacenaba todo los registros se encontraba en el medio de la oficina. Abrí el primer cajón y comencé a buscar desesperadamente la letra "C". El nombre "COLE" no estaba en mi campo visual, mis manos eran demasiado pequeñas para buscar entre los folios como a mi me hubiera gustado.
-Maldita sea, Cole ¿donde estas?- mis dedos no paraban de moverse y mis ojos iban a salirse de sus órbitas si seguía buscando a la rapidez que lo estaba haciendo.
Luego de buscar por diez minutos, una fina carpeta,con el nombre del rubio, apareció ante mi.El folio era fino y desgastado, parecía que muchas personas habían tenido la oportunidad de tocar el archivo.Al abrirlo una foto de un Cole muy joven, unos quince años, se presentó junto a muchas inscripciones borrosas.Nada era legible, la hoja estaba quemada y salpicada con algún liquido que no permitía la lectura de las palabras. Había sido una perdida de tiempo, no pude averiguar absolutamente nada.
Levanté mi cuerpo con la intención de irme de la oficina, ya había cumplido mi travesía y había sido sin encontrar el tesoro.Cuando el sonido de un pequeño suspiro hizo que mi respiración se cortara para voltearme y encontrar a Cole cargando su peso en un pie mientras me miraba.
-La próxima vez busca las iniciales de los apellidos, lo encontraras mas rápido- dijo el rubio acercándose a mi ¿Como no lo había visto?
-Habla mas despacio, no tenemos permitido estar aquí. Ni siquiera voy a preguntar que estas haciendo en este cuarto, no quiero salir de aquí con un trauma- susurré con una pizca de picarda.
-Tu no tienes permitido estar aquí...- el rubio emprendió viaje hacia la salida mientras yo lo seguía con la vista. De un momento a otro, frenó su caminar y se acerco de manera rápida a mi cuerpo -Y la próxima vez que quieras jugar a Sherlock Holmes, no me uses a mi como investigación- dijo tan cerca de mi que podía sentir como cada silaba era expulsada de su boca, estaba con los ojos muy rojos y solo pude interesarme mas.
Ni una palabra menos ni una mas, se volteó y me dejó con todas las dudas carburando en mi cabeza y las manos temblando por su acercamiento.
-Ingrid

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Teen FictionCuando las situaciones y los lugares menos esperados generan chispas imparables [...] Skylar tiene sus luchas. Cole también. Skylar no conoce muchos límites. Cole solía desconocerlos. Skylar finje sobrevivir. Cole intenta hacerlo. Skylar aprende a...