Las tonalidades del amor [NaruHina]

Prólogo

No me era extraño llorar, las lágrimas variaban mucho, la alegría y la tristeza eran excelentes detonantes.

Era feliz. Si, lo era. Ninguna palabra podría ser suficiente para definir la inmensa emoción de saber que llevas una vida en tu interior. Iba a tener un hijo con el hombre que había amado toda la vida.

Si bien las preparaciones de la boda y el trabajo en la empresa de la familia Uzumaki era agotador, sabía que la noticia haría muy feliz al rubio que se acostaba a su lado exhausto cada noche.

Pensó en que hacer mientras se dirigía a la oficina del que seria su esposo. Algunas lagrimas se le escapaban. Probablemente debía rechazar la pasantia a Canadá que le ofrecieron en la mañana para ser representante de la empresa de su familia y terminar las practicas de la carrera junto con Neji, eso la entristeció.

Pero viajar en embarazo y permanecer un año y medio lejos de Naruto le resultaba imposible de soportar.

Al menos lo fue mientras aún creía que él la amaba. 

No lo fue, cuando al usar la llave de la oficina privada donde se encerraba su prometido, no lo encontró solo a él. Abrió la puerta en silencio y ninguno noto su presencia.

La idea de la pasantia en Canadá era irresistible en cuando vio a la rubia a horcadas de Naruto y la cabeza de su amado hacia atrás, su cabello rubio brillando con la poca luz del atardecer que entraba por las persianas.

Tal vez debió gritarles, llorar y hacer un espectáculo digno del dolor que estaba sintiendo; pero no lo hizo. Cerró la puerta con el mismo cuidado que la abrió y tomó un fuerte respiro mientras recogía los pedazos de su corazón y esperanzas. 

No lloró en ningún momento. Estaba rota y desorientada pero podía pensar con claridad, era como si el dolor le hubiese abierto los ojos.

No planeaba esconder el embarazo, ni alejar a su hijo de su padre, pero si había un lugar perfecto para estar en esos momentos era Canadá en otoño.