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Aun seguía sin acostumbrarse a estar en otra cama ajena a la suya en Asgard, pero el agotamiento de estar dos días seguidos sin descanso luchando logró que la princesa no tardara en conciliar el sueño poco después de cambiarse de ropa quedándose solo en ropa interior con un camisón semitransparente encima, tal como los que usaba en su hogar como pijama.

Su primer día en la tierra sin estar intentando detener a Loki, había resultado mejor de lo que había esperado. Midgard tenía más para dar de lo que tenía considerado. Comida deliciosa y nueva que apenas comenzaba a degustar, lugares interesantes, paisajes sacados de libros, y apenas había estado en una sola ciudad de un país. Tenía que programar sus semanas para poder recorrer todo el planeta y disfrutarlo al máximo, dado que sabía que tres semanas no eran tiempo suficiente para verlo todo.

Y negociar más tiempo de estancia estaba fuera de su alcance.

La rubia no había podido dejar de pensar en lo que la ataba a Asgard. Su pequeño hijo de apenas meses de nacido, el único nieto de Odín y por lo tanto su último heredero. Pero esto solo sucedería si Thor no tenía descendencia. El trono de su padre descansaba en su hermano no en ella. En cuanto el dios del trueno asentara cabeza, tendría su propia familia, una que reemplazaría la suya al Odín morir.

Thor sería el dios de los nueve reinos. Lynae sabía que la necesitaría para reinar, solo su padre conocía los reinos mejor que ella. Pero no era su responsabilidad, no podía pasar su vida cuidando de su hermano mayor. Un puesto en el consejo, casi como el igual de su hermano, hace unos años era un puesto halagador, uno con el que podría vivir el resto de su vida. Manteniendo la paz y orden en los nueve reinos.

Pero las circunstancias habían cambiado. Quería aquella vida al lado de Loki. Teniendo una familia con él, el resto no le importaba, ni el oro, ni el poder, lo único que quería era él. Lo cual ya no era posible. El pelinegro seguía vivo, encerrado para siempre en una celda, pero no solo por esto era imposible continuar con sus sueños, sino porque la confianza que una vez le tuvo al dios del engaño, había muerto.

Su decisión de dejarla sola, aun con su hijo en su vientre, al fingir su propia muerte, era una decisión que la princesa dudaba poder perdonarle algún día. Ni siquiera al saber que su madre le insistiría cada vez que pueda. La noticia de la vida del pelinegro le había resultado más dolorosa que la de su muerte...

Por lo que la joven princesa no podía evitar cambiar sus pensamientos, sus metas, sus sueños. La tierra era un buen lugar para vivir su vida, sus dones serían apreciados, podría vivir de ellos, incluso su hijo podría adaptarse a aquella vida. Si en algún momento Thor llegara a necesitarla, podía visitarla en apenas segundos en cuanto el Bifrost esté reinstalado.

Sabía que su padre se opondría a sus ideas, pero era lo suficientemente paciente como para insistirle sobre ello. Ni siquiera le importaba que la desterrara, o que le quitara sus títulos, su herencia. Podía comenzar desde cero en la tierra gracias a sus dones. Shield se había mostrado interesado en cuanto la vieron en acción.

Incluso Stark mencionó algo al respecto que la rubia apenas recordaba. Pero sabía que él podría ayudarle con ello si se lo pedía.

Por otro lado, estaba el dueño de la casa en la cual se estaba quedando. Había salvado su vida, una deuda que sería difícil de pagar, pero detrás de todo eso se encontraba un genio, un egocéntrico y poderoso genio que se mostraba claramente interesado en su persona. Lo cual no era ajeno a Lynae. Podría divertirse un poco incluso durante su estancia en Midgard, tal como lo hacía en Asgard antes de salir con el dios del engaño...

Aquellos pensamientos la inundaron antes de quedarse profundamente dormida aquella noche, intentando descansar todo lo podía para el día siguiente. Sin embargo, su perfecto sueño fue interrumpido pasada de la medianoche por unos gritos que pusieron en alerta la guerrera de manera casi inmediata.

SINNERS |Loki Laufeyson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora