I

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En medio del campo de entrenamiento se podían escuchar el sonido del hierro contra el hierro, pese que el sol ni siquiera había salido en Asgard. Un par de guerreras se encontraban en su tercer enfrentamiento luchando casi con la misma fuerza. Habían ganado cada una un combate previamente por lo que aquel definiría quien ganaba por lo menos aquella mañana.

La risa de la rubia se escuchó antes de esquivar una estocada de su amiga pelinegra y continuar con el combate. Las chicas se encontraban algo agotadas dado el tiempo que tenía luchando, lo cual se podía percibir en sus movimientos que cada vez eran más pesados y lento. Fue por ello que en el momento en que la rubia tuvo la espada de su amiga entre ceja y ceja alzó las manos aun sabiendo que podía seguir luchando.

— Lo dejaremos en un empate— comentó la asgardiana logrando hacer reír a su amiga mientras la veía levantarse del suelo.

— Te gané en un combate justo, aunque no puedes culparte, sabes que soy mejor con la espada— soltó Lady Sif haciendo reír a su amiga.

— Esta vez casi te llego a ganar— comentó con arrogancia dejando caer la espada al suelo—. Pero tienes razón, las flechas me van mejor que la espada...—soltó encogiéndose de hombros antes de hacer una mueca de dolor al recordar la herida que se había hecho en la pierna en su segundo combate con su mejor amiga.

— Deberías curarte eso y ducharte, la reina Frigga te espera en el desayuno— le recordó haciendo rodar los ojos a la rubia.

— Solo es un rasguño, y sabes que prefiero estar aquí que ir a los banquetes que ella llama desayunos, además, la estoy evitando desde hace unos días— argumentó sin sorprender a la pelinegra al saber la razón por la cual evitaba a su madre.

— Como princesa tienes deberes que cumplir...—exclamó mientras salían del campo de entrenamiento para ir a los baños que se encontraban cerca.

— Me gusta más ir con mi hermano a luchar en las batallas que quedarme en casa— dijo sin darle importancia a aquel hecho—. Mamá lo sabe, papá lo sabe, Thor lo sabe, hasta Loki lo sabe— se quejó haciendo pucheros que lograron hacer reír a Sif—. Ahora, necesito un buen baño y despertar a mi querido hermano mayor— añadió riendo.

— ¿No te cansas de molestarlo? —preguntó la pelinegra entrando al baño con su amiga para cada una tomar un baño—. Un día no tendrás tanta suerte para esquivarlo... o peor alguien se dará cuenta de lo que haces.

— Soy bastante precavida—comentó sin prestarle atención a su amiga como normalmente hacía, lo cual no sorprendía a Lady Sif al estar acostumbrada a su actitud atrevida desde hace siglos. Su princesa hacía lo que quería, y su padre la consentía como la única hija que tenía—. Necesitaré que busques a Ax, tal vez tenga que salir del palacio...

— ¿Lynn que vas a hacer? —le cuestionó al terminar su baño y ambas vestirse para luego la pelinegra seguir a su amiga por los pasillos del palacio.

— Busca a Ax, que esté preparado para montarlo— solo le repitió antes de correr a uno de los jardines más tranquilos de su casa para no ser interrumpida.

En cuanto se aseguró que no había nadie cerca, usó su magia para aparecer una ilusión suya en la habitación de su hermano. El cual como había imaginado aún se encontraba dormido en su cama placenteramente. La sábana que llevaba lo cubría casi por completo por lo que no podía ver que llevaba aquella mañana el pelinegro, o si simplemente no llevaba nada.

Mordiéndose el labio, Lynae caminó hasta la cama para luego acostarse en ella sin hacer algún ruido, y probar el último hechizo que había investigado. Lograr que sus ilusiones pudieran tocar sin desaparecer.

SINNERS |Loki Laufeyson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora