Capítulo extra: la nube

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A pesar de odiar el verano, hoy es un día bastante agradable. El sol brilla sí, pero una suave brisa contrarresta el calor que este brinda. Por un momento me hace olvidar el hecho de que mi brazo está cubierto por bandas apretadas. Extraño manejar y eso que solo han pasado tres días.

La carretera está abarrotada, Brenda bufa y maldice cada 15 segundos, no entiendo cómo es que tiene licencia siendo tan desesperada al estar detrás del volante. Tratando de ignorar la actitud de mi hermana mayor, fijo mi vista en el cielo claro. Hoy las nubes están por todas partes, con lo que me gusta mirarlas y encontrar figuras divertidas y algunas extrañamente conocidas. Hay días en que reconozco la misma forma de alguien con alas enormes que sueño algunas veces, pero la verdad no se quien sea o porque lo sueño. Me gusta pensar que es mi ángel guardián, aunque no lo diría en alto, es mi pequeño secreto.

Reconozco una forma de un señor de mediana edad bebiendo una cerveza parado sobre un caballo y también un hipopótamo mirando hacia arriba, a veces quisiera poder hacer esto todo el día pues me relaja demasiado. Mi vista se fija sobre aquel hipopótamo que acabo de ver, una línea recta larga formada por nubes llama mi atención, es como si fuera una barrera o una marca del final de la carrera, ciertamente extraño.

Por fin Brenda toma un atajo, ilegal, pero atajo al fin, y llegamos al supermercado al cabo de cinco minutos. Al estar frente al establecimiento veo en la puerta un letrero pegado sobre la presentación totalmente gratis de algún artista local que de la nada se hizo famoso por sus canciones completamente obscenas pero pegajosas, seguro eso causó el tráfico intenso en la zona.

*

—Sirio —llama el jefe usando el tono de "estoy molesto, pero quiero disimular que no"— ¿Quisieras explicarme porque lo hiciste?

— ¿Hacer qué? Digo usted me mandó llamar y yo vine porque es el jefe —me mira cansado.

—No te hagas el tonto ahora, Sirio, ¿Porque dibujaste esa línea de nube en el cielo? Sabes muy bien que no se juega con las nubes y no es tu obligación dibujarlas.

—De acuerdo, me atrapó —me siento frente a él en la mesa— llevo días tratando de encontrar mi posición de vigilancia desde que cambiaron mi lugar por el de José.

—Bien, ahora dime la verdad —me mira serio y suspira— eres él que lleva más tiempo aquí así que es imposible que te pierdas, no hemos abierto nuevos horizontes.

Es demasiado listo, ahora entiendo porque es el jefe.

—Es el lugar perfecto para observar la tierra —me mira aun dudoso— para mirar a Billie. —me rindo ante sus ojos furiosos.

—¿Cuándo dejarás de protegerlo? No es tu labor, lo sabes.

Lo sé, pero él no lo sabe.

Billie, el Zombie ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora