—Solo debo ajustar un poco la camisa... Y... Ya está —me decía frente al espejo del lujoso baño en el cuarto del hotel, tratando de arreglar mi acabado aspecto.
Ser alguien viejo no es como respirar o mantener el equilibrio que aunque estén presentes, no lo notas. El dolor en cada articulación, las manos temblorosas, la necesidad de comer lento con los pocos dientes que te quedan y esos lentes que siempre debo usar son cosas que no se pueden ignorar.
Cada día es más difícil ocultar las manchas, arrugas y bolsas en la piel; la calvicie y las canas, junto esa joroba que se esfuerza en formarse disminuyendo aún más mi baja estatura.
Lo que antes resultaba algo insignificante, ahora es realmente complicado. Abrochar todos los botones de la camisa, afeitarme, lavar mis dientes y poner en su lugar los pocos cabellos que me quedan, me lleva mucho tiempo actualmente.
Luego de un rato, conseguí ponerme uno de mis clásicos trajes que me gustan mucho y me dispuse a salir del baño con ayuda de las paredes.
—¿Por qué tardó tanto, señor? —preguntó mi asistente.
—Algún día lo entenderás, jóven Fernando.
—Bueno, no importa. Vamos al comedor—comentó el jóven levantando el brazo izquierdo para que me apoye en él.
Después de utilizar el elevador, llegamos al primer piso y posteriormente nos retiramos al comedor donde fuimos recibidos por una pequeña multitud formada por los trabajadores, algunos huéspedes y mi viejo amigo Andy junto a su asistente Jacobo.
—Feliz cumpleaños—gritaron todos dejando ver un pastel con el número ochenta y siete.
—¿Fue tu idea?—pregunté inexpresivo.
—Si señor. Pensé que querría festejar su último cumpleaños antes de retirarse.
—Tonto—le dí una de mis habituales palmadas en la frente—, los festejos no son necesarios. Quitan mucho tiempo y dinero, se nos hará tarde para ir al museo.
—Siempre tan reservado John. Desayunemos y dejemos el pastel para cuando volvamos, ¿Te parece?—sugirió Andy con una sonrisa.
—De acuerdo, pero será rápido. Sabes que odio hacer esperar a nuestra gente.
Sin demora, me dirigí a la mesa de los platillos. Había carnes selectas y platillos muy refinados, sin embargo, únicamente tomé un plato con fruta no ácida y un poco de yogurt al cual le agregué granola, para luego pasar a la mesa donde estaban los demás.
—Vamos señor. ¿No probará la deliciosa comida que pedí para usted?.
—No—respondí con frialdad.
—Dejalo Fer. John jamás ha roto su dieta, es muy riguroso con ella. Aunque no lo culpo, eso es lo que lo ha mantenido vivo—Aclaró Andy
—¿Cómo puede decir eso?, Ustedes tienen la misma edad y come de todo e incluso se ve mejor que él.
De cierta forma tenía razón en lo que argumentó, pero olvidaba un gran detalle. No todos nacemos con la misma suerte al nacer, algunos tienen mejores genes que otros.
Mi cuerpo siempre fue diferente al de los demás, de mala manera. Menor resistencia física y a las enfermedades, estatura baja, poca musculatura, intestino perezoso y alergia al sol; eran las cosas que más me caracterizaban junto a mi baja capacidad de entender las emociones como sentirlas.
Lo único rescatable en mí, era mi capacidad mental. Lo mejor que podía hacer era actuar mediante el raciocinio.
Después de el desayuno, nos dirigimos al museo donde se inaugurará una sección de la cultura náhuatl.
ESTÁS LEYENDO
Anillos Del Tonalli: Vida Y Muerte(Finalizado).
RandomCréditos de portada: LRiaas💜 ... Jonathan Carrasco Madero es un hombre de ochenta y siete años, quien vivió en la época del machismo donde los problemas se arreglaban con armas, sin embargo su gran capacidad mental lo ayudó a salir de la pobreza y...