CAPÍTULO 19: DESPEDIDA

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Los ojos de Luffy empezaron a abrirse lentamente para encontrarse con una oscuridad abrumadora. Aún sentía cómo le pesaba el cuerpo y cómo su estómago no paraba de rugirle. Notaba su boca secarse cada vez más. Sus manos estaban atadas por rasposas sogas y sus pies también. Quien fuera el cabrón que lo hubiese secuestrado tenía que ser estúpido de remate para no saber cómo se las gastaban los piratas como él ante situaciones como aquellas.

Después de haber sido agredido por un dardo anestésico, no recordaba nada más. En circunstancias normales, él lo hubiera previsto pero rodeado de tantísima gente y en el estado pésimo en el que se encontraba, sus reflejos no rindieron como de costumbre.

Monkey D. Luffy se encontraba sentado en un lugar bastante estrecho. Fijó su mirada en esa pequeña rendija de ventilación por donde se colaba luz del exterior. ¿Era una especie de armario o taquilla aquello? Se incorporó y con las pocas energías que le quedaban empezó a embestir esa puerta metálica con su cabeza.

Voy, voy... —se oyó decir desde afuera —¿Qué tal? Veo que la siesta te ha sentado de maravilla.

Al instante que abrieron la puerta gracias a una llave, se quedó ciego. Una figura a contra luz se exhibía con descaro enfrente a un Luffy demacrado.

Se supone que esos dardos están hechos para bestias como gorilas y tigres. Esperaba que el efecto durara cuatro días y no dos, sin embargo, no me sorprende viniendo de alguien que tendría que estar inmovilizado por una semana después de luchar contra el almirante Kizaru. Qué voluntad tienen algunos.

¿Eres tú, Nami...?

En efecto. ¿Sorprendido?

¡Tsk...! ¿Dónde estoy?

En una habitación de los tantos hoteles que hay en la isla.

Nami le arrojó una barra de pan como quien lanza las sobras al perro. Segundos más tarde, volvió con un cuenco con agua dejándolo a su lado.

Bebe. Lo necesitas.

No quiero.

Haz lo que te dé la gana —soltó molesta. Se sentó en una silla y cruzándose de piernas, se quedó mirando el suelo pensativa y apagada.

¿Por qué me tienes aquí atado, Nami? Sabes de sobras que estas cuerdas no son lo suficiente para retenerme.

Por favor... No te lo tengas tan creído. Basta con mirarte para saber que sí lo son.

¡Eso no es verdad! Da igual, he venido a buscarte. Volvamos al Sunny.

Lo siento. Eso no va a ser posible. ¿Has venido a por el mapa, verdad? Te lo devuelvo.

¿Qué?

Ya no lo necesito.

La muchacha después de introducir en su mochila los instrumentos de cartografía, que estaban esparcidos sobre un pequeño escritorio, se quedó mirando el papel que también reposaba en dicho mueble.

Aquí lo dejo... Tranquilo, este es el verdadero.

¿Por qué haces toda esta actuación? ¿Quién te obliga?

¿Qué te hace pensar eso? —cuestionó con voz triste —Luffy, no sabes nada acerca de mí. Soy una ladrona en toda regla.

¿¡Y por qué me lo devuelves, eh!?

Será por lástima, ni yo misma lo sé... Esconderme de vosotros era lo único pero cuando te vi caminando por aquella avenida, yo pensé que tal vez... Bueno, ¿y ahora qué importa eso? Ya tenéis lo que queríais, ¿no?

TRAICIÓN PLANIFICADA (Luffy×Nami)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora