Capítulo 9 - Perdidos

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Se supone que Vane cargó con Selene todo el camino porque Miguel nos iba servir como guía. Ahora no estoy muy segura de por qué vino con nosotros. Hemos dado cinco vueltas alrededor de una gasolinera, pasando debajo de un puente que parece ser el hogar de algunos adictos a las drogas y el buen Miguel no tiene una maldita idea de por dónde podemos ingresar al pueblo en el que se encuentra el lago. En esta carretera hay al menos cuatro rutas diferentes para tomar.

-Creo que sería buena idea que usemos Google Maps. -Sugiero ya al borde de la desesperación.

-El Google Maps es una porquería, siempre que lo uso acabo más perdido.

-Será porque no logras identificar ni tu derecha e izquierda. De ser así, ya estaríamos en el lago con las indicaciones que te dieron en la gasolinera.

-¿Ahora la culpa es mía? Pudiste haberte bajado del carro conmigo para preguntar, pero claro, como te pones tan nerviosa cuando me tienes cerca que ni atención habrías puesto.

-No seas idiota, mejor pásame tu celular y buscaremos la dirección ya, porque a como vas, cumpliré 25 y tú todavía teniéndonos aquí perdidas.

-Jujuju. ¿Te das cuenta hermanita? Ya está planeando quedarse todo un año conmigo en el coche y eso que no lo hemos estrenado.

Vane pone esa cara que yo ponía cuando andaba de anoréxica y veía comida. -¡Mateoooo! -Lo riñe- No necesito conocer detalles de tu vida sexual. ¡Qué asco! Menos quiero saber del uso que le das a estos sillones en los que voy sentada.

Miguel empieza a reír como foca con retraso. -Por eso es que siempre anda cargando el perfume aquí.

Me arriesgo a hablar. -Era de esperarse que es un macho que no puede aguantar sus calenturas y como mínimo pagar un hotel.

-Es que a mi novia y a mí nos gusta la adrenalina. -Sí, sabía que debía quedarme callada.

-Idiota. Mejor anda y pon el Maps, ¿o piensas hacer que pasemos toda la noche aquí varados?

Mateo toma su celular y me lo pasa. -A  ver, señorita. Ponlo tú y guíame tú ya que soy tan malo en esto. Si nos perdemos una vez más será tu culpa y me deberás algo. Lo que sea.

-Trato, pero si llegamos bien, tú me pagarás lo que sea que yo quiera en esa fiesta.

-Por supuesto, muñeca. Estoy ansioso por conocer tus habilidades... de guía.

Selene me ve con picardía y entiendo que entre labios me sigue incitando a pasar la noche con él. No podría hacerlo, pero le haré creer a Mateo que se saldrá con la suya.

Miguel se gira desde su asiento de copiloto. -Yo puedo ser guía tuyo por el lago, Selene. -Le guiña un ojo antes de seguir hablando con Mateo. Ya entiendo por qué lo trajimos.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora