Estoy envuelta en una toalla luego de salir de la ducha de Mateo. Cuando estaba dentro escuché que trajo mis cosas y dijo que las dejaría dentro del cuarto de baño. Lo que no esperaba era que se le ocurriera jugar al gracioso y dejar únicamente mi ropa interior.
Eso significa dos cosas: la primera, ¡Mateo tocó mis calzones! menos mal que no uso ropa de abuelita o moriría de pena, y la segunda, él está en su habitación esperando que yo salga en ropa íntima y envuelta en la toalla. Sonrío internamente porque se va llevar una sorpresa y que comience este juego.
Tomo mi tiempo para vestirme con esas dos únicas prendas, tomo un cepillo del cabello que también dejó para mí y desenredo mis greñas. Sigo con la sonrisa de gato triunfador y me dispongo a abrir la puerta dudando solo por un nanosegundo.
Una vez salgo del baño, puedo ver a Mateo rebuscando en su clóset algo para cambiarse de ropa. Supongo que no se siente tan seguro de sí mismo como para ir en pants a una fiesta. Sé perfectamente el momento en el que me nota porque la sorpresa que inunda sus ojos es digna de grabarla para la historia.
–Qué despistado, Mateo. Olvidaste dejar el resto de mi ropa dentro. –reclamo con una mano en la cintura y seguridad de diva. Me ejercito constantemente, de manera que estamos en casi igualdad de condiciones en cuanto a presumir cuerpos se refiere, pero sé que no se esperaba lo que está viendo.
Mateo pasa una mano por su rostro y se gira para darme la espalda. ¿Es en serio? –Val, estás jugando con fuego.
–Me retaste. ¿Acaso creíste que era tan tímida para salir envuelta en una toalla o suplicar para que me llevaras la ropa dentro? Iluso.
Me acerco sigilosamente a él y coloco mi antebrazo sobre su hombro para susurrarle al oído. –¿Me tienes miedo, Mateo?
Se voltea tan repentinamente que sus labios quedan en la esquina de los míos y me alejo tan rápido como me es posible para evitar el beso que los dos deseamos y nos negamos se dé, porque ahí acabará el juego.
Mateo me toma por la cintura y me presiona contra su cuerpo. –Sí, tengo miedo de que si sigo viéndote así no pueda controlarme, pero si eso se trata de un reto, debemos estar en igualdad de condiciones. –Se aleja los centímetros suficientes para deshacerse de su camisa y los zapatos. Sé que lo siguiente será el pants, así que ahora soy yo quien retira la vista de su cuerpo. Esto se está volviendo demasiado sexual.
Escucho la carcajada de Mateo y se me eriza la piel. –¿De qué te ríes, idiota?
–Me causa gracia ver cómo te esfuerzas en hacerme ver que te doy igual, pero tu actitud y sobre todo, tu cuerpo, te delatan, muñeca. Puedes calmarte porque no soy tan imbécil para quedarme solo en bóxer, no podríamos detenerlo después.
–¿Y quieres detenerlo? –suelto, arrepintiéndome en el mismo segundo que esas tres palabras dejaron mis labios.
Mateo tuerce la sonrisa y se acerca a mí, lleva su mano mi rostro y acaricia mis labios. –Me encantas, Val. Me gustas demasiado. –Dicho eso, presiona sus labios suavemente contra los míos y me abraza.
Jesús, no permitas que escuche los acelerados latidos de mi corazón.
JUJUJU! Las cosas se pusieron ardientes por aquí😏
¿Les gustó? Porque si fue así, a mí me gustan las estrellitas😂
Y perdonen a Val por andar de atrevida, pero Mateo está muy bueno😊
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Quédate conmigo
Storie d'amoreCumplir 23 años no es precisamente como tener una fiesta de 15 o 18. No, de hecho es bastante aburrido si lo piensas. Estás cerca de vivir un cuarto de siglo. Todo es normal e insignificante hasta que mis amigas deciden festejarme y hacer pijamada...