–Sí, mamá. Te veo por la tarde –confirmo antes de colgar. Llegó la hora de que Mateo y yo enfrentemos a mis padres. Al final de todo ya yo me estaba independizando por completo de ellos, no es como si hubiese fallado a los 15 años. Soy completamente responsable de mis actos y puedo asumir las consecuencias. Al menos quiero confiar en eso y no ahogarme en culpas.
La semana ha transcurrido lento, los nervios o el mismo embarazo me hacen tener muchas náuseas cada poco tiempo. Me molesta un poco la algarabía que provoca en todo mundo el hecho de que estemos embarazados. La gente suele ser muy odiosa con sus preguntas, es como si creyeran que merecen explicaciones de por qué fui tan tonta como para dejarme embarazar o se pregunten el cómo sucedió, cuando eso es algo muy obvio hasta para los niños de ahora. Me cuesta lidiar con la gente que dibuja la pena en su rostro para luego tomar una expresión de “pobrecita, cómo fue a pasarle esto”. De acuerdo, sí es el cambio más grande que voy a tener en la vida, pero eso es porque yo estoy decidiendo tener a nuestro bebé y porque así lo quiero, no es una tragedia griega. La frase favorita de la gente ante esto es “los hijos siempre son una bendición”, no importa que se estén muriendo de hambre y él también venga al mundo para morirse de hambre, ellos creen que las mujeres estamos obligadas a tenerlos por haber sido bendecidas por Dios de ese modo; así que luego de eso sienten pena ajena porque hipócritamente lo llaman una bendición, pero en el fondo están pensando “¡qué error tan grande!, por tonta se dejó embarazar y ahora no tiene más remedio que tener a su hijo/a”, no dimensionan que esto es una elección y justifican sus malos pensamientos con esas frases.
Por su lado, mis amigas están furiosas conmigo. Me advirtieron siempre que usara protección y podría decirse que les fallé, aunque en realidad a la única persona que le he fallado es a mí. Fuimos demasiado estúpidos, eso lo tenemos claro. La que me hace sentir casi culpable es la madre de Mateo, después de todo, fue en su casa donde le dimos rienda suelta a nuestras hormonas atormentadas. Recuerdo las palabras exactas que dijo en cuanto cruzamos la puerta de su casa con la intención de revelarle la verdad.
Se encontraba sentada en uno de los sillones cuando nos escuchó entrar. –Si Valentina regresó contigo significa que la prueba salió positiva, porque de ser negativa habrías venido tú solo para decirme que me calmara, que todo está bien –espetó. Seguido de eso colocó la taza que estaba sosteniendo, en la mesita de la sala, aparentemente estaba bebiendo té de tila–. Son un par de estúpidos, patojos –dijo acercándose. Sus ojos se cristalizaron. Ni Mateo ni yo respondimos nada. Estábamos dispuestos a escuchar todo que quisiera decir–. Estoy muy molesta con los dos, pero no voy a dejarlos solos en esto. Supongo que ahora también debo velar por mi nieta, porque esa rebeldía de espermatozoide es digna de una niña, miren que empeñarse en llegar en su primera vez –es lo último que dice antes de abrazarnos a ambos–.
–Mamá… –intenta hablar Mateo–.
–Te dije que usaras condón, imbécil –reprocha–. Durante todo el día estuve preparándome mentalmente para eso, yo sabía que el resultado sería positivo. Cuando viniste vi algo en ti, algo diferente, solo no estaba segura de lo que era –explica–. Y esos síntomas, hija, no se pueden ocultar.
–Yo… –antes de que pudiera terminar con mi penoso discurso, Maite está retorciendo la oreja de Mateo–.
–Madre, me estás lastimando –gruñe–.
–No sé si te libres de unos buenos azotes, Mateo. El hecho de que los esté apoyando no significa que me haya pasado el enojo que tengo contigo, porque es que yo te lo dije, tonto –grita al tiempo que golpea su pecho–, te dije muchas veces que usaras condón. ¿Debí dibujártelo para que entendieras?
–¿Estás embarazada? –cuestiona Vane entrando en escena. Genial. Me limito a asentir.
–¿Estás jodidamente embarazada? –grita en estado de shock. Asiento de nuevo. Maite se cruza de brazos levantando una ceja hacia Vane como diciendo “¿Vas a preguntar otra vez o ya lo entendiste?”. Ella se acerca más–. Tú sí que eres idiota –reclama a Mateo. Su mirada llega a mí antes que ella–. Y tú también –me reprocha–. Acaban de arruinar sus vidas y están tan tranquilos solo porque creen que tienen esto bajo control. Par de tontos.
–Basta, Vanessa –habla Mateo. Sé que está muy molesto porque nunca antes lo escuché llamarla por su nombre completo. Me abraza como queriendo protegerme–. Madre, no quiero que alteren más a Val con todo este drama, lamento mucho que las cosas se dieran así, de verdad que lo hago, pero estamos asumiendo nuestro error y enfrentando la situación. Nosotros mismos no nos hacemos a la idea aún, no esperamos que lo hagan ustedes, pero dejen de actuar como si el mundo se les ha venido encima.
–Pues tu situación es un hijo, tu error va costarte al menos dieciocho años de manutención, actuamos así porque te queremos y sabemos que a ti sí se te está viniendo el mundo encima –continúa Vane–.
–Hija, déjanos solos, por favor –interrumpe Maite. Se gira furiosa y antes de que pise el primer escalón rumbo a su recamara, su madre habla de nuevo–. Y, Vane, cuida tus palabras. No voy a decirlo de nuevo. No eres Dios para juzgarlos tan duro.
–Precisamente porque no lo soy es que tengo el derecho de ser tan dura como quiera –dice antes de subir las gradas de dos en dos–.
Sentir un beso en mi sien me trae de vuelta a la realidad. –¿Estás nerviosa o pensativa?
–Solo pensaba en la rabia que me da el hecho de que todo mundo cree que merece explicaciones acerca del embarazo, cuando en realidad solo mis padres y tu madre pueden reprocharnos algo.
Mateo toma mi mano mientras rodea el sillón para sentarse frente a mí. –Muñeca, eso es porque no esperaban que tú o yo saliéramos con semejante sorpresa. Quédate tranquila y solo ignórales.
–¿Crees que Vane se adelantara a contarles a las chicas? –pregunto. Tengo la esperanza de que no sea así, quiero ser yo quien hable con ellas, pero primero quiero que lo sepan mis papás.
–No. No les ha dicho nada, le dije que debía respetar tus tiempos. Ya no está tan molesta, después de todo creo que le ilusiona mucho ser tía por partida doble.
Niego con la cabeza. –No estoy tan segura. Reaccionó muy mal, Mateo.
–Porque lo primero que llegó a su mente fue que nos cagamos en nuestras vidas. No quería esto para nosotros, para ninguno de los dos, ella te adora y bueno, yo soy su hermano –trata de hacerme ver acariciando mi mejilla–. Anda, date un baño de prisa que nos espera un largo camino a casa de tu madre –al infierno y más allá, pienso. Asimismo, evito mencionarle que Sandra lo estuvo llamando. Quiero que sea él quien me lo cuente.
¡Ya llegamos al 25K! Muchas, muchas, muchas gracias❤
Besos y abrazos psicológicos como los que Germán nos enviaba en los viejos tiempos😂
Les recuerdo que la próxima semana (o esta🤔) me voy de viaje a Barcelona, pienso llenar mi Instagram de fotos y vídeos de allá porque he esperado toda la vida por esto, no puedo creer que esté sucediendo, así que quiero compartirlo con todos🤣 En fin, si me quieren seguir (también comparto poemas de vez en cuando), el usuario es AzulySab.
PD: "Patojos" es una expresión usada en Guatemala🇬🇹 y significa algo como "muchachos". Por cierto, ¿desde dónde leen a este par de lujurientos?
![](https://img.wattpad.com/cover/92147952-288-k627593.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Quédate conmigo
RomanceCumplir 23 años no es precisamente como tener una fiesta de 15 o 18. No, de hecho es bastante aburrido si lo piensas. Estás cerca de vivir un cuarto de siglo. Todo es normal e insignificante hasta que mis amigas deciden festejarme y hacer pijamada...