Quédate conmigo

Capítulo 10 - La fiesta

Sí, yo sé que me burlé de Mateo porque no sabía distinguir entre su izquierda y su derecha, también sé que quizá me burlé de él por eso visualizándome a mí porque en realidad yo tengo problemas con eso de girar a la izquierda y a la derecha y en su lugar digo "gira para allá" o "gira para acá", al tiempo que estiro mi brazo para señalar a cuál "allá" o "acá" me refiero; a veces simplemente uso la cara para señalar, claro, eso implica que quien maneja no me vea. En fin, mis malas indicaciones hicieron que pasaramos al menos otra perdidos y por supuesto que ahora Mateo aborrece el Google Maps. No me aborrece a mí porque yo le eché la culpa a la aplicación y como él ya le tenía desconfianza, me ha perdonado a mí, o quizá solo sea el hecho de que quiere pasar la noche conmigo. Já, hombres.

La fiesta es realmente una maravilla veraniega, a pesar de que estamos en invierno, pero en mi país la única loca no soy yo, también es loco el clima y los otros más de 16 millones de habitantes.

Los autoparlantes están sonando a todo lo que dan, las bolas de luces de colores y la enorme luna llena son la única iluminación del lugar. La brisa del lago da una sensación de frescura e invita a nadar en él. A algunos metros del escenario, en el que un DJ local está mezclando en vivo y haciendo que hasta el más aburrido expectador alce las manos o haga movimientos con sus torpes pies, hay algunas casetas de comida y bebida, predominando la cerveza, Coca - Colas, tragos de Whisky y por el lado de la comida solo están vendiendo Shucos y tortillas con carne.

Siento un aliento tibio en mi oreja -No tuve oportunidad de decirlo antes... te ves guapísima. -suelta Mateo.

Agradezco a los dioses de la oscuridad que no pueda ver la reacción eriza de mi piel, ni el sonrojo que me ha provocado. Es un imbécil, ha hablado antes de su novia, no es como si yo no supiera de ella, pero no puede venir y coquetear conmigo después de echarme eso en cara. No voy a ponerme de ilusa creyendo que quizá sea porque van a cortar, porque no es así.

-Siempre me veo guapísima, es una lástima que lo aprecies hasta ahora y que sea solo por el hecho de que andas caliente por mí.

Mateo suelta sonora carcajada, tan fuerte ha sido que casi revienta mi tímpano.

-Siempre lo he apreciado en tus fotos, pero no es lo mismo que en la vida real. ¿Caliente por ti? ¿Qué clase de expresión es esa, muñeca?

Mateo me toma por la cintura y poco a poco nos va girando a los dos hasta que quedamos frente a frente. Es en ese momento que me percato de la ausencia de las chicas. Sonrío cuando veo que ya las tres se encuentran bailando con Miguel al centro.

-Deja de llamarme muñeca. Me siento un juguete. ¿Qué pasa con mi expresión? ¿Es acaso que no la conocías y te la tengo que definir?

-Pasa que no te ves como la niña que use la palabra "caliente" para decirle a alguien que se siente así por ella en lugar de decirle que cree que la halaga porque "quiere llevarla a la cama".

Le propino un fuerte manotazo en el hombro. -Yo soy transparente, uso las palabras que quiera. Y... ¿estás admitiendo que quieres llevarme a la cama? -pronuncio sintiendo el sonrojo en mis mejillas.

Agacha su rostro sonriendo al tiempo que niega. Me acerca a su cuerpo y de nuevo susurra a mi oído. -Val, tú y yo sabemos que eso no ha sido secreto en ningún momento. -Mateo da una leve mordida a mi lóbulo.

Lo alejo de mí con ambas manos. Tocar sus fuertes y definidos músculos en los brazos me ha arrancado un casi insonoro jadeo. Aquí es donde agradezco a los dioses del ruido que han hecho que Mateo no lo percibiera.

-Mateo, bájale dos rayitas a tu calentura. Ve a bailar.

Estira su mano para alcanzar la mía. -Tienes razón, ¡vamos a bailar! -Grita para hacerse escuchar a pesar de la música. Me arrastra a un lugar cercano al escenario y nos dejamos llevar por el alocado ritmo que todos siguen.

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