Capítulo 43 - Fuerte

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–¿Para qué carajos te buscó, Mateo? Llevas veinte minutos dándole vueltas al asunto y no me das la única respuesta que quiero, perdóname, pero estoy harta de esa mujer, toda la angustia que me provocó su aparición acabó en que se me adelantara el parto, así que tengo todo el derecho a saber lo que pretende –advierto. Gracias al cielo mi bebé no tuvo que quedarse hospitalizada por su maldita culpa –grito exasperada.

Desde que desperté esta mañana sentía la angustia en el estómago, es como si el caos estuviera dentro de mí, las palmas de mis manos han estado sudorosas, he sentido náuseas por los mismos nervios y a pesar de mis esfuerzos por borrar de mi mente el pensamiento de que sea que Mateo fuera a decirme, ha sido imposible. Ahora, estamos aquí, frente a frente teniendo esta conversación y lo único que hace es darme pinceladas de información sin sentido. No es eso lo que necesito, quiero y merezco saber la verdad porque podría ser mi vida o la de mi hija la que corre peligro y yo soy como la fiera que todos aprecian mientras duerme, pero la que nadie quiere ver despertar. Haré lo que sea para protegerla.

Mateo observa la ansiedad en mis ojos y como un condenado a muerte, confiesa. –Muñeca... –pasa sus manos por el cabello y las desliza por su rostro– de acuerdo... –continúa arrastrando las palabras– no dijo nada abiertamente, me habló del tiempo que estuvo fuera de la ciudad, pero no sé, Val, su sonrisa era sarcástica todo el tiempo, me dejó claro que estaría esperando el nacimiento de nuestra hija para poder conocerla. Habló de que le gustaría reencontrarse contigo para dejar las cosas bien. Eso fue todo, pero me alerté tanto porque su mirada era la de una persona que no buscaba el perdón y menos la de alguien sincera, estaba desorbitada, su forma de decir las cosas me dio escalofríos. Maldición, odio decirte esto porque son sus palabras, me hicieron vibrar de coraje y no quiero que de ninguna manera te afecten...

–Repítelas. Quiero escuchar todo lo que dijo –. Mi mirada se centra en sus ojos a pesar de que la mesa nos divide. Quizá me fijé en el hombre equivocado, quizá todo el dolor y locura de Sandra sí sea mi culpa, por más que en su momento me alejé, él terminó con ella y vino corriendo a buscarme a pesar de querer marcar distancia no fui lo suficientemente fuerte. Sin embargo, eso no justifica el hecho de que ella quiera o –me dan escalofríos pensarlo– siquiera intente hacerle daño a nuestra hija. Dejo mi asiento y camino hasta llegar a él, me siento sobre sus piernas y lo abrazo, él cruza sus brazos por mi cintura y me acoge.

–Fueron sus palabras, Mateo, lo que sea que haya dicho es algo que salió de su ser enfermo y lleno de maldad, no es lo que tú piensas. –Le insisto recostada en su cuello.

–Se estuvo refiriendo a ti como "la mujer que se embarazó para atraparme", "la madre de mi engendro" y por último cuando colmó mi paciencia y me levanté para retirarme dijo que si alguna vez me había puesto a pensar en que si fuiste capaz de involucrarte conmigo sabiendo que "estaba en una relación" no te habías metido con otros tipos antes y después de mí, que era probable que ni tú misma sabías quién era el padre de la criatura –a este punto sus piernas están temblando por la rabia. Toma mi rostro con sus manos–. Te juro, Val, que en ese momento me desconocí, el odio por ella me invadió y lo único que quería era venir contigo y saberte bien, tranquila, lejos de su alcance porque soy capaz de matarla si intenta hacer algo en contra tuya o de nuestra Grecia. Ustedes dos son mi vida entera –toma mi cuello y me besa. Un beso posesivo, desesperado, su lengua invade mi ser reclamándolo y yo se lo entrego porque le pertenece–. Te amo, muñeca. No voy a permitir que nada les pase, te lo juro –dice recostando su frente en la mía–.

Sandra está mal de la cabeza, está enferma. Se obsesionó con Mateo mucho antes de iniciar su relación y hoy, nuestra hija y yo somos el blanco de todo su odio porque ella lo sigue viendo como suyo, sigue queriéndolo en su vida sin importar lo que tenga que hacer para lograrlo y me preocupa demasiado.

–Podríamos poner una denuncia y orden de alejamiento de los tres, Mateo. Esa fue una amenaza clara y no es la primera vez que intenta dañarnos, ya tiene un historial y tenemos testigos. Esta es una de las mejores etapas de nuestra vida y no quiero que la pasemos con miedo a que ella aparezca en cualquier momento intentando algo contra Grecia, contra ti o contra mí. Necesitamos ponerle un alto ahora, antes de que sea demasiado tarde para los cuatro.

Mateo me presiona en un abrazo presionando sus labios contra mi cuello. –Escúchame bien, Val. Nada va a pasarles, vamos a poner esa denuncia y yo me encargaré de que no la dejen entrar al edificio. Ustedes dos no saldrán solas durante un tiempo –intento negarme, pero coloca su dedo índice en mis labios–, sin protestas, muñeca. Es por tu bien y el de nuestra princesa, sé que eres fuerte y sabes cuidarte, pero ahora mismo es mejor no tomar riesgos estúpidos.

Sonrío. –Iba decirte que Grecia está muy pequeña para salir a la calle, amor. Es una bebé recién nacida y, por si fuera poco, nació prematura. Así que con la orden de alejamiento y la prohibición de que ella entre al edificio estaremos bien por un tiempo.

–Me gusta que te dejes cuidar –suelta con cierta picardía–.

–Me sé cuidar sola, pero se te agradece el intento de macho fortachón –bromeo.

–¿Quieres que te demuestre lo fuerte que soy? –dice al tiempo que me levanta en sus brazos para llevarme al sofá. Le hago saber que está loco entre cada beso. Me recuesta en el sillón y se acomoda encima de mí. Acaricia mi rostro y deposita besos por mis mejillas, por mi frente, deposita pequeños picos en mi nariz, baja a mi barbilla ignorando mis sedientos labios y llega a mi cuello provocándome una fuerte excitación. –Extrañaba tanto sentirte así –gruñe con voz ronca–. Me mortificaba la culpa cada vez que te veía a los ojos –habla en medio de beso y beso. Una de sus manos sostiene mi cuello y la otra recorre mi cintura jugueteando. Yo también lo extrañaba, hace mucho tiempo no podíamos dedicarnos unos minutos a nosotros, teníamos muchas caricias reprimidas.

–Amor... –gimo, quiero decirle que aún es demasiado pronto para esto, pero no me deja terminar la frase.

–Shhh... –alcanza mis labios y susurra en ellos mientras sus dedos traviesos recorren mis piernas–. Lo sé, muñeca. Solo quiero sentirte así, cerquita, acariciarte, besarte... –une nuestros labios necesitados y me presiona contra él. Su beso es desesperado de nuevo, invasor y lleno de deseo, mi respuesta es igual. Lentamente bajo una de mis manos hasta su pants y su gemido se pierde en mi boca cuando mis dedos alcanzan su inminente excitación. Lo acaricio, me permito sus besos hasta que no son suficientes y bajo hasta su entrepierna para demostrarle lo mucho que lo deseo. 





¡APENAS PUEDO CREER QUE YA SON 90K LECTURAS!😱🎉🎊

¡Muchas gracias por toda su paciencia y amor a la historia! Gracias por todos sus votos y por estar hasta aquí. Ahora que estoy súper motivada les cuento que hay un capítulo cortito que viene mañana. 📖

BESOS Y ABRAZOS!!💕

Espero que ustedes y sus familias estén bien, sigan cuidándose mucho😘

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora