Capítulo 21 - Mi top

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Si hay una razón por la que me gusta venir a Las 1001 noches, es que encuentro desde arte hasta música clásica o bandas locales de rock, más que llamarse bar, ellos se consideran un centro cultural y es completamente válido. Hace muchos años, este edificio perteneció a una entidad bancaria que se fue a la quiebra, por ello se encuentran algunas bóvedas que fueron re decoradas para mini bares, puestos de comida, juegos o exposiciones. Recuerdo que en una ocasión en una de esas bóvedas hicieron una actividad con la temática de esa famosa serie de atracadores españoles, y cantantes en vivo estuvieron interpretando Bella ciao. Fue algo memorable, me encantaría que lo repitan en el futuro.

Detengo mi recorrido porque mi mirada se centra en el cuadro que tiene dibujada una chica preciosa en blanco y negro, resaltan sus ojos celeste, labios gruesos y con forma de corazón, cabello corto y rebelde, viste un suéter amarillo, está rodeada de muchas flores dibujadas en colores pastel. La intensidad plazmada en sus ojos y esos razgos tan marcados le dan una presencia casi real. Me causa curiosidad la rueda amarilla alrededor de su ojo izquierdo, de esta misma escurren pequeños ríos de pintura. ¿Representará una mujer violentada? No tengo idea. Lo cierto es que la pintura me encanta.

-Esa técnica de pintura se llama goteo -habla Alonso. Se encuentra justo atrás de mí. Me rehuso a girar para verlo, me gusta el tipo de hipnosis que me provoca la pintura.

-Es dolorosamente hermosa -afirmo. Su perfume pronto empieza a invadir mi sistema, mis piernas temblorosas y el sudor de mis manos me hacen saber que Alonso sigue siendo importante para mí.

De pronto una de sus manos alcanza mi cintura, da un paso adelante y es todo, estoy más derretida que helado en la playa. Sus labios se acercan a mi mejilla para saludarme.

-Tú estás hermosa -susurra con su voz ronca, ese acento extranjero le da un toque especial-. Estás aquí de pie, sumergida en esta pintura sin darte cuenta que más de uno se detienen cerca y no para apreciar el cuadro, sino para verte a ti apreciándolo, es indescriptible la pasión con la que observas cada pincelada.

-Es una obra maravillosa -continúo-. La gente normal como yo valoramos más las pinturas así, que otros como tú, que hasta en sus casas tienen cuadros de pintores famosos y no se detienen a mirarlos porque ya es parte de un entorno al que están acostumbrados.

Alonso no es millonario, o eso prefiero creer. Sin embargo, sé que se da una buena vida. Es la única persona que conozco que habla cinco idiomas aprendidos en un país en donde son lenguaje oficial. Tiene un piano, esas cosas no son lo suficientemente baratas para que cualquiera las tenga, estudió la carrera en Australia, conoce gran parte de Europa y tiene hasta una ONG. En el poco tiempo que llevo de conocerlo se ha ido de viaje cuatro veces y de eso no hace más de un año. Así que sí, puede que sea un poco millonario.

-Quizá tengas razón -sus ojos entonces recorren despacio cada toque de pintura plazmado en ese lienzo-. Val... al fondo hay un grupo tocando en vivo algo de jazz. ¿Vamos?

-Claro, pero me gustaría que antes pasaramos a comer algo. No he cenado y tú sabes que si no como, no existo -le digo sonriendo. Alonso me sonríe de vuelta y toma mi mano para encaminarnos a los restaurantes. Esta no será una misión fácil, tengo problemas para elegir alimentos.

Llegamos al primer restaurante, es comida china. ¿Quiero comer algo que pienso cocinan con ratas? No. Hago una mueca indicándole a Alonso que no me apetece. Ríe.

-Vamos, creo que por aquí vi algo de comida mexicana que estoy seguro te gustará. Es un puesto temporal -explica. Lo sigo por todo el lugar mientras pasamos un restaurante de tapas y cañas, uno con el nombre de un vino, otro de pizzas artesanales, comida peruana, francesa y por fin llegamos al kiosko mexicano.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora