Capítulo 36 - Diagnóstico

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–Así que ahora Mateo trabaja como asesor de viajes para una agencia –termina de contarles Vane al tiempo que chupa su dedo pulgar con restos de Nutella. Al parecer las chicas estaban bastante desactualizadas sobre nuestra vida.

Eso es lo que pasa cuando vas construyendo paredes entre una amistad, cuando se empiezan a guardar secretos o se va creando un desinterés entre las partes, sin embargo, cuando la amistad es verdadera como la nuestra se sacan a la mesa de discusión las molestias, se arregla el problema y viene la actualización de hechos, porque con un amigo verdadero no necesitas pasar hablando el día entero o verse cada semana, solo hay que saber que si lo necesitamos ahí estará y que no importa el tiempo que pasen sin hablar si al verse habrá cariño, confianza, risas y momentos inolvidables.

–¿Mateo sabe algo de viajes? –cuestiona Selene.

–Recuerda que él solo vende los paquetes, no es el guía turístico –explica Vane. Yo me limito a escucharlas porque no quiero dejar de comer helado por hablar. Tengo días en los que solo quiero comer cosas ácidas y otros en los que me vuelvo adicta a lo dulce.

–Eso suena como que gana muy bien –insinúa Yari–. Entonces, ¿oficialmente van a vivir juntos?

Parece que debo responder porque me estaba viendo a mí cuando hizo la pregunta. –Mjm –es toda la respuesta que obtiene. Acomodo el oso de peluche sobre el que estoy para quedar en medio de sus patas y brazos.

–¿Y la universidad? –continúa.

–Le quedan un par de años ya, Yari –Vane suena exasperada ante tanto cuestionamiento–. Además, Val ya se graduó, ellos van a poder con eso –ahora mete un puño de palomitas a su boca. Venir a esta casa es como ir a la casa de la abuelita, siempre te van a meter tanta comida como puedas soportar, lo cual es muy malo para mí en estas circunstancias, porque Arrocito podría tolerar un tonel entero y seguir antojando cosas.

–No creí que motivarte tanto a esa apuesta fuera llevarlos a esto –chilla Selene emocionada. La menos convencida con toda la situación es Yari, no lo dice, pero todas lo sabemos.

Ella cree que Mateo y yo estamos haciendo todo esto solo por el bebé y aunque tiene una parte de razón, nosotros decidimos estar juntos porque así somos felices, no por compromiso. Me duele un poco su actitud. Selene estira su mano para acariciar mi estómago que sigue casi plano, su sonrisa es genuina y llena de emociones porque es la primera vez que hace esto.

–¿No te sientes un poco mal por Sandra? Digo, al final no sabemos si Mateo seguiría con ella de no haber sido por ti –Yari reabre la herida. Vaya. Selene aprieta mi rodilla como diciendo "tranquila".

–¿Tú eres amiga de Val o de Sandra? –la reta Vane con un tono de molestia. Sé que se ha puesto realmente seria porque hizo sus palomitas a un lado y limpió los restos de mantequilla en una servilleta para encarar a Yari de nuevo.

–Yari –intervengo–, en un principio, cuando iba viendo como Sandra sufría por Mateo me sentía un poco mal, no directamente culpa, solo sentía pena ajena al verla en esa situación, pero con los últimos acontecimientos no siento absolutamente nada respecto a ella. Solo la quiero fuera de nuestras vidas.

–Sandra la golpeó hoy, Yari. La. Jodidamente. Golpeó. –espeta– ¿Puedes comprender eso? ¿Ya tienes claro quién es la mala del cuento? Ella ha estado obsesionada con mi hermano desde hace muchísimo tiempo, está mal de la cabeza, entiéndelo. Ella es el problema aquí, no Val, no Mateo y mucho menos mi sobrino.

–Ya... lo siento. Lo siento de verdad, sé que estoy siendo muy perra, es solo que yo estaría aterrada ante la idea que el karma un día me persiga. No podría dormir pensando en que un día Mateo me haga lo mismo que hizo a San... ¡Perdón, perdón! –se interrumpe a sí misma en el mismo momento que descubre lo cruel que está siendo. Golpea su frente un par de veces. Selene y Vane le lanzan palomitas.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora