(DRARRY) o (HARCO)
Harry Potter tiene un admirador secreto. Un desconocido alumno de Hogwarts ha decidido gastarle una broma muy pesada para acabar con su paciencia.
Como si no tuviera suficiente ya con intentar sobrevivir su último año en Hogwarts...
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Amigos de verdad (son los que siempre te ayudan)
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Esa tarde, Hermione Jean Granger sigue su rutina. En la habitación que comparte con otras chicas de Gryffindor que decidieron volver a cursar su último año, mete todo lo que va a necesitar en un pequeño bolsito que encantó hace mucho tiempo.
Como cada tarde desde hace siete años, dirige sus pasos a la biblioteca y se sienta en el sitio de siempre, una mesita apartada bajo una ventana. Prepara su material para estudiar e interroga a la señora Pince acerca de 'Runas Nórdicas en Sepulturas Vikingas', lo encuentra en una de las estanterías más altas de la biblioteca y regresa a su mesa.
Cuando por fin deja de moverse e intenta concentrarse en hacer la tarea de Runas Antiguas, su mente vuelve a distraerse. Bueno, hablando con propiedad, su mente abandona este maldito mundo y parte a otros menos oscuros y tristes, porque la verdad es que esta realidad es una mierda.
Frente a un viejo libro de runas, viaja através del tiempo y el espacio, a lugares más bellos y a tiempos más felices. Casi parece Luna Lovegood divagando a solas sobre criaturas que nunca existieron.
Piensa en Australia, donde sus padres deben estar ahora haciendo su vida. Piensa en la Madriguera, donde Ron debía estar ahora lamentándose en silencio, siempre en silencio. Piensa en su casa, vacía, en las paredes que la habían visto crecer.
Un ruido.
Siente como frente a ella se sienta alguien, pero no se sorprende. Sabe a ciencia cierta que se trata de Theodore Nott, compañero de Slytherin. Y con el que jamás ha hablado, a pesar de compartir la misma mesa todas las tardes desde hace semanas.
Los dos siempre se ignoran el uno al otro y guardan silencio. Nott siempre estudia Pociones, Transformaciones y Runas Antiguas. Hermione siempre Runas, Estudios Muggles y Artimancia. Jamás se hablan, ni siquiera para preguntar alguna duda o para pedir prestado el tintero. Los dos se sumen en sus pensamientos y sus papeles y sus libros.
Pero hoy no.
Hoy hay algo distinto en el ambiente. Un olor nuevo, una presencia más y una presión en el aire que le obliga a levantar la mirada y averiguar qué es lo que ha cambiado. Y descubre a Nott mirándola fijamente con el ceño fruncido (lo que es todo un hito porque él casi nunca varía su expresión) y a un chico negro con aspecto de actor de Hollywood y una sonrisa que deslumbraría hasta a sus padres.
Este coge una silla de la mesa de al lado, la coloca en la suya y se sienta del revés, cruzando los brazos sobre el respaldo.
—Nott, Zabini. —les saluda en voz baja. — ¿Por qué tengo la sensación de que hoy no habéis venido a estudiar?
