9: Viviendo con el enemigo.

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9: Viviendo con el enemigo.

Todo el mundo se pegó a la pared fuera del cuarto y la pequeña rubia (o castaña, no lo sé. Una mezcla de ambas) refunfuñaba cosas mientras se vestía sin pudor alguno a nuestras espaldas. Mentiría si dijera que no deseaba voltear para ver esa cara que yo había creado. Maldita sea, ¿yo soy Dios?

-Tenía entendido que solo las mujeres pueden entrar a la sección femenina.-Chilló con una voz patéticamente aguda. Maldije internamente.

Escuchaba con molestia los ruidosos murmullos de los pandilleros de afuera y de algunas personas más.

-Pueden voltear.-Murmuró ella. Volteé y cuando la miré a unos centímetros de mí me largué a reír. Su cara pasó de sorpresa a enfado.

-Eres tan...-Casi me ahogo con mi propia risa y no pude terminar de decir esa frase.

Maldición, es la chica más baja del planeta.

-Cállate, ¡jirafa!-Gritó a todo pulmón. Dejé de reír automáticamente y la observé anonado.

-¿Jirafa?-Pregunté en un susurro. Nadie había tenido el descaro de llamarme así en mi vida. Y ésta topo viene y me lo grita en la cara así como si nada.-Maleducada.

Una guerra había comenzado y lo pude presentir. Ella arqueó una de sus cejas y me miró de arriba a abajo, teniendo que mirar muy arriba porque era tan baja que apenas y me llegaba al mentón... y eso que estaba usando tacones.

-¿Maleducada? ¡Tú entraste a mi habitación sin golpear! Pervertido.-Chilló de vuelta con su estúpida voz de niña de 7 años. William, que nos miraba sin decir una palabra, intervino parándose entre nosotros dos.

-Señorita, disculpe. El joven Jason se ha confundido de camino. No fue intencionalmente.-Dijo él con una calma indescriptible. Rodé los ojos. ¡Yo no me confundí! O quizás...

Ella pasó de mirarme a mí fastidiada a observar a William con detenimiento. Soltó un suspiro y rodó los ojos. Musitó un pequeño asentimiento y caminó a la puerta despreocupada. La abrió y un montón de gente cayó dentro de la habitación.

-Que mierd...-Gimió ella. La miré y solté una sonrisa de diversión que había estado reprimiendo hace bastante tiempo. William ayudó a la gente que estaba quejandose sin pudor por estar escuchando conversaciones privada y metiéndose donde no les llamaban. Patético. La chica seguía mirándome con molestia, cosa que yo ignoraba.

Pasando por encima de los ingratos de mis nuevos compañeros, salí de la habitación que se estaba llenando rápidamente por curiosos. Caminé hasta llegar al límite del pasillo, crucé y entré a lo que sería el camino a la estupidéz adolescente. Di varios pasos hasta dar con el número de mi habitación. Ingresé a ella y dos camas aparecieron a mi vista. Dos camas y un intruso.

Dance before die (resubido)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora