Por el que lloraba

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Me restriego los ojos, pero no tanto como para correr el maquillaje.

-¡Pero qué dicha tienen mis ojos por ver a esta hermosura!

-¡Enrique! _Me sale el grito con gran emoción.

Me abraza fuertemente. Es como si fuera que lo conociera de años.

-¿Qué tal bella? ¿Cómo has estado?

-Ahí pues... viviendo. _Echo una risilla. ¿Y tú?

-Demasiado bien, aquí, dándome la vida que merezco.

-Mira, te presento a mi mejor amiga, Lady; su novio, Carlos.
Los saluda amenamente, pero su mirada luego observa alrededor.

-¿Qué te ocurre?

-Es que... ¿Tu guardaespaldas? No lo veo...

Miro a Lady de reojos.

-No pues, esta despedido, ¡Ya no más guardaespaldas para mí!

-¡Vaya! Entonces unas escapaditas no estaría mal... _Dice Enrique, pero Carlos lo interrumpe cuando se acomoda la voz.

-O creo que no.... _Ríe al mirar a Carlos que posa un rostro que dice sobre mi cadáver.

-Tranquilo, las escapadas son sin consentimiento, por éso se le llaman escapadas. _Le susurro sin que ellos escuchen.

-Ahora hay disco... ¿Irás?

-No me lo pierdo por nada del mundo.

-Bueno, bonita, te veo ahora. _Se levantó y me dió un húmedo beso de media luna, sí, de ésos que ¡matan!

Al terminar de cenar, subí a mi cuarto de inmediato y busqué lo que me pondría. Tenía que ser algo ¡Apto para cardiacos!

Empecé a maquillarme y a peinarme.

La puerta suena con dos golpes.
-¿Ya estás lista? _Grita Lady.

-¡Dame un segundo! _Grito mientras me pongo labial.

Salgo rápidamente, tirándome casi el frasco completo de perfume.

-¿Dónde es la discoteca?

-En el 20avo piso. Allí estan los bares y los casinos.

Pongo cara de muerte al escuchar.

-¡Sí, subirás en ascensor! Al menos que quieras llegar sudada y oliendo a cebolla.

Todo miedo se tiene que desvanecer en algun momento.
Tomo fuertemente a Lady y a Carlos mientras subimos. Subimos y subimos y sudaba frío.

Entré pálida a la discoteca, pero el calor del ambiente era tan pegajoso que mi cuerpo se movía sin querer.

Saludo a Enrique con unos besos y abrazos y me presenta a sus primos que estan igual de guapos que él.

-Si supiera que te ibas a encontrar a tu amigo y con sus primos... no hubiese venido con Carlos. ¡Están para chuparse los dedos! _Me dice Lady en secreto sin parar de reír.

Mi rostro está baboso, como si me hubiesen tirado un balde de agua. Mis ojos entrecerrados y una vista borrosa en la que solo veo... ¿luces de navidad?

-Felíz Navida'. _Dije entre un 'da-da-da' que salió de mi boca y mi lengua adormecida.

-Vamos a la habitación.

Ya no sé quién me hablaba, si eran mis padres, Lady, Carlos, Enrique o el aseador del bar diciendome que ya iban a cerrar. Solo caminaba para donde me arrastraban.

~¤~

Mi cabeza hace como cuando estan inflando globos. Abro los ojos un poco y puedo observar que no tengo sostén y mi cuerpo semidesnudo yace con solo unas sábanas a la mitad de él.
En la mesita de alado, unas cervezas y botellas de tekila.

Me arrecuesto en el espaldar de la cama con mi cuerpo adolorido.

Escucho un fuerte golpe dentro de la habitación, unos gritos que me hacen quejar de dolor y tomando mi cabeza como si fuera a explotar.

-¡Él es un puto loco! _Reconozco a Enrique, pero con un gran chorro de sangre en su nariz. -¡Véte! ¡Véte! _Dijo con empujones para que saliera de la cama.

Sigo tomándome fuerte la cabeza y viendo a Enrique sin poder entender qué es lo que pasaba.

-¡¿Qué me hiciste?! Por qué estoy casi desnuda? _Digo sin poder reclamar con fuerzas.

-¡No me vengas a echar la culpa a mí! Tú te quitaste la ropa y te entregaste a mí!

Me sorprendo y me enfado por lo que dice.

-Y te atreviste a tocarme estando borracha? ¡¿Qué te pasa idiota?!

-¡No tengo la culpa que seas una cualquiera! ¡Lárgate!

Detrás de él veo a semejante hombre con un rostro totalmente furioso.
Lo jala por el brazo y lo tira a la cama de un solo empujón.

-¡Te vienes conmigo ya!

Me pongo el suéter que él me da y lo sigo sin decir absolutamente nada. Ahora sí que no sé lo que está pasando.

Veo el número de la habitación en la puerta. Pensé que el cuarto anterior, era el mío.
Entro, y lo primero que hago es ir a la cocina por una vaso de agua bien fría, y luego otro para tirarmelo en la cara.

Lo observo detalladamente.
-No me digas nada aún. Iré a darme un baño primero.

Me alejo rápidamente.
Coloco el agua fría para que me caiga de la cabeza a los pies mientras despejo mi mente.

~¤~

Como era de esperarse, me iba a congelar, y más aquí con el aire acondicionado. Tomo mi sábana y me enrollo con ella, pareciendo un cigarrillo gigante.

Me siento en el sofá junto a él, pero con un temor increíblemente terrible.
Lo miro entre reojos esperando alguna palabra que salga de su boca.
Me acomodo la voz, insinuándole que estoy esperando por sus palabras.

-Primero que todo, no te quiero volver a ver ¡jamás! con ese hombre. ¡Eres una irresponsable! Ya eres una señorita que debería cuidarse por sí sola. _Dijo con una fuerte voz que me asustó aún más.

Escondo mi rostro entre mis piernas trepadas en el sillón. Tratando de no soltar alguna lágrima, pero es como si hubiése dicho, llora.

¿Por qué las cosas no siempre pueden salir bien? ¿Acaso tengo que pasar por estas cosas para saber lo que es vivir? ¿La vida no es vida si no hay altas y bajas?

Sus brazos me arropan toda. Sus besitos en mi cabeza me relajan completamente.
Esto es lo que necesitaba desde hace tiempo. Creo que todos tenemos una balanza que nos hace estar siempre de pie, y no tener más malas que buenas, si no todo el peso de los buenos momentos arriba.

-No sabes cuánto te extrañé, Julián.

Tú Eres Mi Amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora