Capítulo 8

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Alyssa Brown

Abrí mis ojos, me encontraba acostada en la cama. No recordaba nada de lo sucedido anteriormente. Observé mis brazos; con vendas y se podía notar un poco de sangre. ¿Intenté matarme?

Soy una persona segura de mí misma, fuerte, con buena autoestima y mentalmente estable. Bueno, al menos lo era antes de venir aquí. Jerome me frió el puto cerebro no se para qué.

La puerta se abrió dejando ver a Jerome sin camisa. Pude deducir que había salido recién de bañarse.

—Hoy te toca.—rascó su cabeza.

—¿Qué?—lo miré confundida.

—Que hoy te toca la fase final Alyssa.—habló seco mientras se acercaba a mi.

—¿De qué demonios hablas?—comenzó a quitarme las vendas de las muñecas.

Mis ojos se abrieron de par en par al ver que no había cicatriz alguna. No había nada, era como si nunca me hubiera cortado.

Lo miré sorprendida y confundida al mismo tiempo. Abrí la boca para articular una palabra pero Jerome se me adelantó.

—No preguntes.—terminó de retirar las vendas y las tiró a la basura.

—¿Qué coño sucede?—Jerome paró en seco.

—Lenguaje Alyssa.—advirtió.

Me levanté de golpe de la cama y lo confronté.

—No eres mi jodido padre, no me das órdenes.

  Rió a carcajadas, me tomó por el brazo y me haló hasta la puerta. Bajamos hasta el sótano; todo estaba muy oscuro.

Oía el sonido de lo que eran ¿cadenas? De repente, se hizo la luz y quedé horrorizada ante lo que vi.

Una chica, encadenada a la pared. Pude ver en su mirada que rogaba que la sacaran de allí. Vi la angustia en su rostro.

—¿Qué mierda?—me alejé.

—Mátala, de la forma más cruel posible, y serás libre.—espetó.

—¿Que quieres que haga qué?—hablé horrorizada. Mi garganta temblaba y mis manos sudaban.

—Si la matas, serás libre.—sonrió dejando ver sus dientes.—Y no de una forma rápida, que sea lenta y dolorosa.—rió a carcajadas.

—¡N-no!—negué.—No voy a hacer eso.

Jerome se acercó a una mesa cubierta por un mantel blanco y tiró de el mismo, dejando ver todo tipo de artefactos extraños.

Pude ver cuchillos, martillos, clavos, navajas y muchas cosas mas que prefiero no mencionar.

—Anda, agarra lo que sea.—negué.

Jerome suspiró, se le veía tranquilo, pero con una mirada sádica.

—Regresaré en diez minutos y como esta perra no esté sangrando de alguna parte, la mataré a ella y tu ocuparás su lugar.—advirtió frío y salió por la puerta.

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Gracias

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