Capítulo 21

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Alyssa Brown

Mierda Dwight.—musité.

Le habíamos cortado su rostro, su hermoso rostro. No quiero saber que es lo que va a suceder cuando Jerome despierte.

—Es lo correcto Alyssa, ahora debemos irnos, Jerome despertará pronto.—metió el rostro mutilado de Jerome en una bolsa hermética.

Mis piernas temblaban, mi respiración era irregular. Tenía mucho miedo.

—Joder Dwight, nunca me hubiera cruzado contigo en la calle aquella noche.—coloqué mis manos en mi rostro.—Fue un error, fue un maldito error.

Dwight negó, recogió sus cosas y salió por la puerta.

—Ya sabes donde voy a estar, si cambias de opinión, llámame.

—¡Espera!—el motor de su auto se encendió y Dwight se fue.

Corrí hacia la habitación y sucedió lo que mas temía; Jerome había despertado.—¿Jerome?—no obtuve respuesta.

—¿Dónde está mi rostro?—escuché detrás de mi. Al instante, sentí algo afilado en mi espalda.—Como te muevas un centímetro, te voy a clavar el cuchillo.—lágrimas comenzaron a salir.

—L-lo siento Jerome, e-el me dijo que era lo correcto, yo...—sollocé.

—¿Quién es él?—negué, al instante sentí una punzada en mi espalda.

—¡Basta, basta!—el rió.—Se llama Dwight.

Jerome me soltó por un instante y luego me agarró por el cuello y colocó el cuchillo en mi estómago.—¿Y qué demonios quiere ese tal Dwight?—olió mi pelo.

—Solo quería tu rostro, pero no se para que.—colocó el cuchillo en mi cuello haciendo un leve corte.

Grité del susto, pensaba que me había cortado la garganta. Puse mis manos en mi cuello y las observé, había un poco de sangre.

—¡Mientes!—negué.

—N-no miento, es la verdad.—Jerome me empujó haciendo que cayera al suelo.

—Mírame.—ordenó y cerré los ojos con fuerza. Jerome me tomó del rostro.—¡Mírame!—abrí los ojos. Donde estaba su rostro solo había sangre, carne y nervios.—¡Tu me hiciste esto!

Negué, Jerome me tomó de la blusa y me arrastró hasta la puerta.

—¡Suéltame!—grité.

—Vamos a ir donde ese tal Dwight.—me estampó contra la pared y aseguró mis manos con unas esposas.—Camina.

—Jerome...—colocó un dedo en mis labios.

—No te quiero escuchar en todo el camino, ¿entiendes?—asentí.—Bien.—Nos subimos a su auto y Jerome encendió el motor.—Olvidé algo.—rió.—¿Dónde está?—no contesté.

Negué con la cabeza.

—Alyssa, contesta.—volví a negar.

—Dijiste que no hablara.—Jerome bufó.

—Pues ahora si quiero que hables. ¿Donde está Dwight?—bufe.

—En la antigua iglesia.—dije entre dientes.

—Perfecto, matemos a ese bastardo bueno para nada, y tu, me miró por el espejo retrovisor, solo espera que volvamos a casa.—advirtió.

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