Capítulo 29

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Bruce Wayne

Nos subimos a un auto luego de que me sacaran de allí.

—¿No tienes miedo niño?—habló uno de los seguidores.

Negué, se lo que va a pasar en par de horas. Confío en Alyssa y se que ella va a poder lograr el plan y sabotear el de Jerome.

—Tu deberías tenerlo.—advertí.

El seguidor rió.—Aquí el único que debe tener miedo eres tu niñato.—asentí para que me dejara tranquilo.

Se que Alyssa va a solucionar esto, Jerome no se saldrá con la suya.

Alyssa Brown

Me tomó por la nuca y me besó ferozmente.—Hiciste lo correcto.—apretó mi trasero haciéndome estremecer.

Seguían agradándome sus caricias, su tacto me erizaba la piel y lo deseaba con fuerzas. Pero, era tóxico, todo en el lo es.

—Di que eres mía.—me tomó por el cuello y me estampó contra la pared.—dilo.—susurró en mi oído.

Introdujo su mano en mi entrepierna, aún con el agarre en mi cuello. Me miró fijamente a los ojos, esperando una respuesta, cosa que nunca apareció.

Me aparté de el, aún deseando que estuviera dentro de mi.—Iré a dormir, estoy cansada, no me molestes.—dije seca.

Salí del sótano y me dirigí hacia el baño. Mi cuerpo pedía una ducha; necesitaba relajarme.

—Todo saldrá bien Alyssa.—me dije a mi misma.—Saboteaste el cañón, todo va a salir bien. Bruce no morirá.—

Fue lo peor que pude haber dicho en voz alta.

Para mi mala suerte, Jerome se encontraba pasando por el baño en ese momento y escuchó todo.

—¿Que hiciste qué?—forcejeó la puerta.

Mi corazón dió un vuelco y sentí que mis piernas comenzaron a fallar. Caí al suelo, justo cuando Jerome abrió la puerta, y me tomó del pelo.

—¡Eres una maldita traidora!—me lanzó por las escaleras.—¡Confié en ti, aunque algo en mi me dijo que no lo hiciera!—bajó las escaleras y me volvió a tomar del pelo.

—Jerome.—volvió a tirarme al suelo.

—No te quiero escuchar.—entramos a una habitación y me estampó en la cama. Sacó unas esposas de su bolsillo y me esposó a esta.

—¡Suéltame!—Jerome comenzó a bajar sus pantalones y a quitarse su camiseta.

—Un rapidín antes de irme, ¿si?—negué, intentando liberarme de las esposas.

—No, no, Jerome, suéltame.—advertí.

Bajó bruscamente mis pantalones y mis bragas. Las lanzó lejos y agarró mi cuello, haciendo que me faltara el poco aire que me quedaba ya de tanto gritar.

—Yo solo espero que esto te recuerde que eres mía y que todo acto tiene consecuencia.—habló antes de entrar bruscamente en mi.

—M-me lastimas.—dije sin aliento.

He tenido sexo con Jerome millones de veces, y, lo he disfrutado, me encanta que esté dentro de mi. Pero siempre lo hace con cariño, y me gusta. Me gustaba su tacto.

—Di que eres mía.—continuó penetrándome.

—No soy tuya.—espeté jadeando.

—No has aprendido la lección.—continuó entrando en mi fuertemente.

—M-me duele.—susurré.

Jerome continuó embistiéndome, sus gemidos inundaron la habitación cuando llegó al orgasmo.

Salió de mi y depositó un beso en mi frente.

No me sentía asquerosa ni violada, me sentía traicionada, apuñalada por la espalda. Aunque fue una violación, no se sintió como tal.

—Voy a proseguir con el plan B, ya que tú saboteaste todo.

—Vete al carajo.—susurré antes de que saliera por esa puerta.

Lamento haber tardado tanto, me fui a Las Vegas a jugar volleyball y ahora estoy en Orlando. Volveré a publicar mas seguido, o al menos lo intentaré ;). Los quiero

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