KEVIN
Nos quedamos unos minutos en nuestra posición; ella acostada en mis brazos mirando en dirección a la ciudad al igual que yo, apoyados contra el sofá. Se levanta para sentarse a mi lado sin quitarme la mirada. Vi en sus ojos, gracias a la luz del exterior, un brillo en ellos a causa de las lágrimas que se le escaparon. Estábamos frente a frente, rodeados en el silencio.
Empezó a acercarse a mí lentamente mientras mirada mis labios. Sin embargo, me levante de inmediato soltando su mano y me aleje del sofá. Ella me miró decepcionada.
—Lo lamento Elena, tal vez interpretaste todo mal—me disculpé—. Estoy casado con Casey y...yo la amo a ella.
Su mirada se perdió en un punto cuando se levantó de su lugar. Estaba llorando en silencio, incluso mordía su labio para evitar soltar sollozos frente a mí. Me sentí apenado, pero no podía hacer nada.
— ¿Por qué dijiste que estabas aquí? —su voz delataba lo afligida que se encontraba—. ¿Por qué dijiste que estabas conmigo? —apretó los puños y me miró con rabia en los ojos.
—Lo decía para calmarte, no pensé que lo tomarías de esa forma.
— ¡Te conté que te amaba! —Gritó con ira—, ¡Yo fui tu prometida! ¿Sabes cuánto tiempo llevo luchando por ti?
Se acercaba a mi posición lentamente mientras hablaba, en cambio yo retrocedía para alejarme.
—Debo irme.
Me giré en camino a la puerta con la intención de retirarme lo más pronto posible del cuarto. En cuanto tome la manija, miré por encima de mi hombro que se acercaba a mí. Al voltearme en su dirección, noté en sólo segundos como una jeringa estaba clavada contra mi pecho.
—Ya no te volveré a perder, Kevin. Nunca más.
Sus palabras se convertían en susurros poco a poco a la vez que mi visión se volvía borrosa, mis piernas ya no me estaban correspondiendo por lo que caí rendido en el suelo.
—Todo estará bien.
La oscuridad me invadió por completo.
...
Desperté soltando todo el aire que contenía en mis pulmones y agitando mi cuerpo frenéticamente, pero me encontraba atado a una cama. Movía mis manos y mis piernas para zafarme del agarre de las cuerdas que sujetaban todo mi cuerpo, sin embargo, no había solución para salir de esto.
Miré a mi alrededor y me percaté que me encontraba aun en la habitación. Estaba sin camisa pero seguía conservado mis pantalones. El día se asomaba por la ventana. Respire hondo y, con todo el aire que contuve en mis pulmones, empecé a gritar. Gritaba en dirección hacia la ventana e incluso donde se hallaba la puerta. Mi garganta empezaba arder al elevar más las palabras de auxilio, pero ninguna respuesta recibí.
La puerta del baño se abrió de golpe cuando paré de gritar. Al girar mi cabeza en dirección al cuarto pequeño, apareció Elena, secándose el cabello con una toalla mientras que con otra cubría su cuerpo hasta las rodillas.
—No es necesario que grites—me dedicó una sonrisa maliciosa mientras reía con ironía frente a mi rostro—. No puedo creer que me estés obligando a hacer esto.
Se retiró la toalla que cubría su cuerpo, dejando mostrar toda parte de su piel blanca frente a mí. No obstante, miré a otro lado mientras apretaba mis puños por la ira que me consumía en mis adentros.
—Eres una chiflada—Mencione con molestia—, te estas volviendo una psicópata, Elena. Déjame ir y ambos olvidaremos esto.
La observé por unos segundos y me percaté que ya no se encontraba frente a la cama, había vuelto al baño. Unos minutos después regresó a su posición ya vestida de manera casual con un vestido corto. Sentí su mano acariciar mi entrepierna a la vez que acercaba su otra mano para acariciar mi cabello. Hacía lo posible para moverme y dejar de sentir sus caricias, pero era inútil, no había forma de escapar.
—Voy a darte una propuesta—se sentó a mi lado apoyando sus manos contra mi pecho desnudo—. Tú y yo volveremos a ser felices, dejaremos todo lo sucedido atrás y haremos un hecho nuestras promesas.
—Elena, el tipo que te prometió todo aquello ya no existe.
—Claro que sí—acarició mi mejilla con suavidad—. Mi propuesta es que, si aceptas estar conmigo...nos iremos de Francia y regresaremos a nuestro hogar. Y, nos aplicaremos la Droga Edipto —Menciona las últimas palabras eufóricamente.
— ¿Droga Edipto? —Fruncí el ceño— ¿Qué demonios es?
—Es una nueva droga, su función es ayudarnos a quemar ciertas partes de nuestra memoria. Tú y yo olvidaremos todo: Las personalidades, nuestros pasados...—se acerca a mi oreja y susurra suavemente—: y a Casey.
— ¡No! —Me moví con fuerza contra la cama, presionando mi cuerpo contra las cuerdas con la esperanza de romperlas de alguna forma—. Tu propuesta es una mierda. Si no me sueltas, pagaras todo lo que me hiciste tras las rejas.
Volvió a reírse de la misma forma, alejándose de la cama sin dejar de tocarme. La yema de sus dedos recorrió mi cuerpo hasta llegar a mi tobillo.
—Si dices que no, haré que Casey pagué por tu error.
Guardó silencio, mirándome con atención. Mi mente no dejaba de pensar en mi esposa, no podría imaginar lo que Elena le haría a ella. No quiero que le hagan daño, ha pasado por mucho para que sufra de nuevo en manos de una desquiciada. Prometí protegerla, y eso hare.
—Dejare que pienses.
El sonido de sus pisadas fue disminuyendo hasta oír la puerta cerrarse de un portazo. El silencio reino el lugar nuevamente.
Mi respiración estaba descontrolada y mi mente vagaba en todas las posibilidades que tendría para escapar, pero ante eso, lo que me enfocaba era en la seguridad de Casey. Temo a que algo malo pase y jamás me perdonaría si ella sufriera una consecuencia por culpa mía. Estoy entre la espada y la pared en esta situación que me es imposible pensar. No quiero y me niego a consumir esa droga y volver a mi hogar con ella. Pero, por otro lado, Casey sufriría algo peor que mi condición. Me siento destrozado al no saber que pensar. La única prioridad es Casey. Ella debe estar a salvo.
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Una Parte De Mí | Segunda temporada
Gizem / GerilimPensé que la cosas cambiarían, pensé que mi vida sería diferente a partir de ahora, pensé que los problemas desaparecerían. Pero me equivoque. Tantas cosas ocurren y no puedo pensar con claridad. Mi vida con Kevin al principio estaba ordenada como y...