V

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"Este amor es posible, pero no es real
En cualquier momento nos va a lastimar
Ay mira como lamento, quererte así, ¡Como te quiero!"

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—No, no lo negaré —le dijo, sorprendiéndolo—. Pero es imposible.

—A ésta hora, ya todos deben estar en receso.

Ella lo observó confundido.

—Eso supongo, ¿por qué?

—Si de todos modos voy a morir aquí, al menos quiero que valga la pena.

—¿Qué?

—Usted puede apagar las cámaras, cerrar las puertas.

—¿P-Por qué haría eso?

—Sólo hágalo.

—No haré eso. Me metería en problemas.

—¿No tienes curiosidad de estar con un macho de mi especie? ¿Saber qué se siente ser montada por uno de nosotros?

—¡¿Pero que dices?! —exclamó avergonzada, con el rostro completamente rojo.

Rio bajo, ronco, estremeciéndola.

—Sí lo hace, sí lo desea.

—Y-Yo sólo estoy aquí para hacer mi trabajo, 83. Y si no piensas cooperar, tendrás que esperar a que llegue el doctor García a examinarte.

—Puedes irte si quieres, Cassie. Pero ten en mente, que estoy dispuesto a arriesgarlo todo, por estar contigo. La vida es corta, nuestras vidas lo son.

-o-o-o-o-

¿Estar con él? Claro que sí lo había pensado, decenas de veces.

Sentir sus grandes y fuertes manos, recorriendo su cuerpo de arriba abajo. Sus dedos apretando su piel, su lengua lamiendo y mordiendo cada parte de su cuerpo, probándola.

Sentirse pequeña bajo ese enorme cuerpo, que su calor la consumiera lentamente, junto a su cordura, al besarlo.

Como quería saber que se sentía besar al 83. Pero cuando lo pensaba... Era imposible no recordar lo que había hecho con aquella hembra.

Negó con la cabeza, y el calor de su cuerpo bajó al recordarlos. Sus gemidos, sus gruñidos... Al diablo, ella necesitaba un hombre.

Salió de la cama, y fue al baño, dispuesta a tomar una ducha, y luego salir a dar una vuelta, quizás a tomar un trago.

-O-o-o-o-

Hacía días no la veía, y sabía que nadie le daría información de ella, por más que preguntara.

—Abre la boca.

Él obedeció, sin oponer resistencia. No tenía ganas de pelear con nadie, por lo que estaba muy cooperativo con los médicos y enfermeros.

—Esta nueva droga, la diseñamos para controlar sus niveles de estrés. A partir del momento en que la tragues, quiero que me empieces a decir que sientes. Cualquier cosa —le dijo el médico.

—Okay —pronunció desinteresado, mirando la pared.

Tragó la píldora, y él médico tomó una libreta, donde esperaba anotar lo que el 83 le dijera.

Pero el muchacho estaba inmóvil, sin decir nada siquiera.

—¿Nada?

—No, supongo que-

83/Lyon -Rebelión #1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora