IX

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"—¿Puedes prepararme dos de esos?

—¿Qué cosa? —preguntó curioso el muchacho del buffet.

—Dos de esos desayunos.

—Por supuesto —sonrió tomando una bandeja, y comenzando a preparar todo para dos personas—. Eres uno de los chicos rescatados ¿verdad?

—Sí, mi nombre es Lyon.

—Que gusto conocerte, Lyon —sonrió—. Pronto te adaptarás a esta nueva vida. Ahora verás lo que es realmente vivir.

—Eso creo.

—¿Desayunarás con un compañero? —preguntó colocándolo las dos tazas de café, casi terminando de armar todo.

—No, con mi compañera.

Abrió los ojos sorprendido, y luego sonrió, tomando un pequeño frasco delgado de vidrio, y colocando una rosa roja dentro de él.

—Entonces será un desayuno especial. Espero lo disfruten ambos, Lyon."

Entró a la habitación que compartía con Cassandra, y observó a la castaña sentada en la cama.

Ya no tenía la bata de baño puesta, se había cambiado y vestía una camiseta negra de tirantes.

Y al ver las marcas que le había provocado, se sintió un completo bastardo, un animal.

Se acercó con la mirada baja hasta ella, y se sentó en el borde de la cama, apoyando la bandeja sobre sus muslos.

—¿Quieres desayunar conmigo?

Ella realmente no tenía hambre, sólo quería dormir. Pero tenía que reconocer que el rubio se estaba esforzando.

—Está bien —le dijo tomando una taza.

—¿Está todo bien? ¿Quieres decirme por qué pediste un médico?

—Lyon —suspiró—. Nosotros no nos cuidamos anoche, y... Le pedí una píldora para evitar un embarazo no deseado.

—Entiendo, no quieres un hijo mío.

Cassandra rodó los ojos, sin poder creer que estuvieran teniendo esa conversación.

—Se supone que tener un hijo, es una elección de ambos. Además, no nos conocemos, Lyon. Tener un bebé, es mucha responsabilidad.

—¿Te irás?

—Probablemente.

Algo dentro de él, se marchitó. La ilusión de estar juntos, de amanecer e irse a dormir cada día entre sus brazos, se estaba disipando lentamente.

Aunque la estuviera a escasos centimetros, ya podía sentir como se alejaba de su vida.

Esa cosa color oscuro sabía muy bien, pero el hambre se le había ido.

—Puso esto aquí cuando dije que desayunaría contigo. Dijo que era especial —pronunció tomando la rosa, entregándosela a ella—. Ten, no sé que es, pero huele muy bien.

Cassandra sonrió cálidamente, y la tomó.

—Es una rosa, muy bonita por cierto. Gracias.

—De nada... —murmuró desganado.

-o-o-o-o-

La habían llamado a declarar nuevamente, y ya estaba harta de repetir siempre lo mismo, pero agradecía no estar en una celda como sus compañeros.

83/Lyon -Rebelión #1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora