VI

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Estaba confundido, su mente era una gran laguna de ideas. No sabía que demonios estaba pasando, quienes eran esos tipos, o porque sonaban las alarmas.

Pero sobre todo, porque mierda ese tipo se había atrevido a golpear a Cassandra.

Aún aturdido como estaba, se soltó de las ataduras, y corrió hasta la joven médica que estaba en el suelo, debajo del pie de ese bastardo.

Rugió furioso, tomándolo del chaleco, y lo arrojó a varios metros de él, haciéndolo chocar contra una pared.

Se arrodilló al lado de la castaña, y la olfateó, asustado al sentir olor a sangre.

Un jadeó lastimero se escapó de su garganta, tomándola en brazos. Ella estaba sangrando, ese hijo de puta la había herido.

—Creo que tiene una especie de apago con esa humana —pronunció uno de los tipos uniformados—. Sédenlo, y vamos.

—¿Y la humana? —preguntó un segundo.

—Con el resto del personal capturado.

-o-o-o-o-

Se despertó con un fuerte dolor de cabeza, y al abrir los ojos con algo de dificultad, se encontró en una pequeña habitación, con una puerta y ventana frente a ella.

Abrió sus ojos aturdida, al notar que estaba esposada a la silla, sin poder moverse.

Y recordó todo lo que había pasado la noche anterior en el laboratorio.

Su respiración se hizo irregular, y apretó con fuerza sus dedos en el apoya brazos de la silla.

Ella no debería estaría allí.

La puerta se abrió, y entró un alto muchacho de cabello castaño y ojos grises.

—Finalmente despiertas. Eres la última.

—¿Dónde estoy? ¿Quién son ustedes? ¿Dónde está el bebé que estaba conmigo? ¿Y 83?

—Cassandra Meyer ¿verdad? —le dijo ignorando sus preguntas, acercándose a ella—. ¿Hace cuánto trabajas para la Synthetics life?

—H-Hace seis meses. Fui enviada allí por mis buenas calificaciones.

—Seis meses. Seis meses siendo parte del maltrato de pequeños niños, mujeres y hombres. Seis meses de mirar al costado, y no hacer nada.

—¡Eso no es verdad! —exclamó molesta—. Cuando acepté trabajar, me obligaron a firmar unos documentos de confidencialidad, dónde yo juraba que no iba a decir nada. Y por más que quisiera, no podía hacerlo. Me amenazaron con mi familia. Incluso tuve que mudarme de departamento, a uno que ellos mismos me dieron.

—¿Por qué?

—Porque allí vivían todos los del personal. Éramos monitoreados y controlados. Incluso nuestros celulares y computadoras eran escaneadas. No podíamos filtrar o hablar de las cosas que sabíamos.

—Tampoco te esforzaste mucho en ayudarlos.

—¿Es una broma? —preguntó indignada—. Cuando entré aquí a trabajar, me dijeron que eran investigaciones del gobierno. ¿Cómo diablos iba a ir en contra del gobierno? ¿Quién se supone que iba a creerme o ayudarme?

—¿No escuchaste de la sociedad de androides, cyborg y humanos artificiales?

—Sí, pero ya te lo he dicho. Por más que quisiera, no podía hablar con nadie. ¿Dónde está el bebé que estaba conmigo? ¿Está bien?

-o-o-o-o-

—Tranquilízate.

—¡No! —rugió—. ¡Quiero que me suelten! ¡¿Qué le hicieron a Cassandra?!

—Si no te calmas, nadie te dirá nada.

Rugió, desgarrando su garganta de la rabia.

—83 ¿verdad? Estamos aquí para ayudarte.

—¡Traiganme a Cassandra! —les exigió tomándose de los barrotes de la jaula—. ¡Quiero verla!

—Ella está bien ¿de acuerdo? Si tú te calmas, te permitiré verla.

Le dio dos puñetazos a los barrotes, y se hizo hacia atrás, realmente irritado.

—¿Sabes quienes somos?

—No me interesa, sólo quiero verla a ella.

—La doctora está bien, no debes pensar en ella en este momento. Nosotros somos de la SACHar ¿La has escuchado alguna vez? Somos de la Sociedad de Androides, Cyborg, y Humanos artificiales. Y al igual que ustedes, fuimos creados para servirles a los humanos. Pero logramos liberarnos, independizarnos y formar una nación. Nuestra misión, es liberar a todos los seres que aún se hayan esclavizados, sirviendo a los humanos.

—No me interesa —gruñó de forma gutural, mientras sus pupilas se afilaban—. Quiero ver a Cassandra ahora.

—Ella es uno de ellos. Ella trabajaba para los mismo tipos que los crearon y torturaron. Usándolos como conejillos de indias.

—Ella no es como esos hijos de putas. Ustedes no la conocen.

—Estaba huyendo con una niño en brazos.

—De seguro solo estaba intentando protegerlo.

—¿Cómo puedes defender a la persona que tanto daño te ha causado?

—Porque ella jamás me hizo daño. Fue la única que me trató bien allí adentro.

—Creo que lo mejor, será que traiga un psicólogo aquí.

Sonrió, con rabia, y se acercó a los barrotes, sacando uno de sus musculosos brazos entre ellos.

—Ruega a tu Dios, o a quien creas, que no salga de aquí —le advirtió, mostrándole sus filosos dientes, antes de extraer sus uñas—. Porque juro que te descuartizaré, si por tenerme aquí adentro, alguien está dañando a Cassandra.

-o-o-o-o-

—¿Y bien? ¿Qué hay con esos dos? —preguntó un muchacho de cabello y ojos negros, mirando dos monitores.

En uno, estaba Cassandra, mirando hacia abajo, sentada en un rincón de la habitación donde estaba.

Y en el otro estaba el 83, caminando de un lado hacia el otro, dentro de la jaula. Parecía un animal enjaulado, furioso.

—Él dice que ella no es como los demas, que los trataba bien. Creo que ha creado una especie de apego emocional a esa médica. Lo cuál es de cierto modo lógico. La muchacha debe tener su edad aproximadamente, es joven, y atractiva.

—¿Y qué hay de ella?

—Está asustada. Pero sigue diciendo que ella no tenía nada que ver con el director. Entró a trabajar hace seis meses, ya que la seleccionaron por sus buenas calificaciones, y desempeño como estudiante de medicina. No parece ser culpable, y también ha estado preguntado por el muchacho y el bebé que estaba con ella.

—¿Creen que deberíamos dejarlos juntos?

—Podríamos intentarlo, tal vez ella diga luego algo. O simplemente para ver como lo trata, y cuales son sus verdaderas intenciones.

—Está bien, póngalos juntos en ese caso, y vigílenlos. No confío en los humanos. Y su aspecto de niña buena, no me engaña.

...

83/Lyon -Rebelión #1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora