XV

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Llegaron hasta una casa de paredes blancas, y una ventana de cortinas café, por la cual se veía la luz encendida de adentro.

—Oye Val ¿Quién vive aquí?

—Ya lo sabrás —sonrió tocando la puerta.

Luego de unos segundos, un alto rubio la abrió, cargando a dos pequeños revoltosos contra sus hombros.

Sus ojos se abrieron con sorpresa, al igual que los de la joven castaña. El idiota de Valentín lo había hecho, la había llevado a su casa.

—Oye Lyon, Stein dijo que puedes tomarte el día. De nada —sonrió antes de irse.

Cassandra siguió observando al muchacho, luego a ambos bebés. Uno tenía un body azul, con dibujos de nubes, y el otro un body verde, con pequeños puntos blancos.

—Lyon, fuiste papá... Felicidades.

—Gracias —le dijo agachándose para bajar a los niños, y que gatearan hacia la sala—. ¿Quieres pasar?

—C-Claro —asintió con la cabeza, saliendo de sus pensamientos—. ¿Cuánto tiempo tienen?

—Pronto cumplirán los siete meses.

—Wou, jamás imaginé que... Formarías una familia tan rápido. Que volvería aquí, y te encontraría con mujer e hijos. Pero me pone... Feliz —le dijo en un tono bajo, fingiendo una sonrisa—. Felicidades.

—No tengo mujer, mi única familia son Stark y Rein, mis hijos. Ellos nacieron de Charo, o la 316, como tú la conociste.

Y entonces Cassandra los recordó a ambos, aquella espantosa escena que esperó jamás recordar.

—Pero ellos tendrían que cumplir los nueve meses, no siete.

—El embarazo de Charo duró siete meses. Los médicos no se explican porqué, sólo que los cachorros nacieron con los ojos abiertos, a diferencia de los otros.

—Que fascinante.

—No hables de mis hijos como si fueran experimentos.

—N-No quise que sonara así —pronunció en un tono incómodo, al ver la molestia en Lyon—. Sólo que me parece algo realmente bueno. Eso quiere decir que tus pequeños llegaron a un mejor término de desarrollo.

—Eso supongo.

—¿Y Charo?

—Haciendo su vida —le dijo tomando a Stark, el pequeño castaño que intentaba treparse al sofá—. Ella no quiso ser madre, así que se fue.

Cassandra miró a los bebés, y sintió como su corazón se encogía. Sabía que las hembras habían pasado por muchos traumas, ¿Pero abandonar a sus propias crías?

En el laboratorio, ninguna había sido capaz de hacer algo así, sabían lo que se suponía dejar a un cachorro solo, a merced de esos mal nacidos.

Pero ahora que era libres, parecía que ninguna quería algún tipo de "atadura". Entendía que esos bebés no eran planeados, pero eran suyos, sus hijos.

—¿Podría acercarme a ellos? —le preguntó a Lyon.

—Claro.

Caminó hasta los niños, y se sentó junto a ellos en la alfombra, sonriendo al ver como el pequeño rubio, le enseñaba uno de sus juguetes.

—Gracias cariño, es muy bonito tu auto —pronunció con una suave sonrisa, acariciándole el cabello.

El niño sonrió, mostrándole una inocente sonrisa con cuatro dientitos, haciéndola reir de ternura.

—Por Dios, son tan lindos.

—Él es Rein —sonrió Lyon—. Y aquella bestia, es Stark —le dijo señalando al castaño, que estaba mordiendo el mando a distancia de la televisión—. ¿No te dije que no mordieras eso, eh? Lo arruinarás otra vez.

—Es normal que muerdan todo lo que encuentren, o que babeen mucho —sonrió Cassandra, tomando a Rein y sentándolo en sus piernas—. Les están saliendo los dientitos.

—Dímelo a mi, Stark no sólo ha arruinado el antiguo mando, también mi celular.

—Ay Lyon —exclamó enternecida, al ver como el bebé apoyaba su cabecita, sobre el pecho de ella, y se abrazaba para dormir.

—Tiene sueño, antes de que llegaran con Val, los estaba haciendo eructar para que tomaran una siesta.

—Ven pequeño —le dijo abrazándolo a ella, acariciando suavemente su espalda y cabello—. Duerme Rein.

Por su parte, Lyon tenía en sus brazos al pequeño castaño inquieto, que quería escaparse de los fuertes brazos de su padre. Y al no poder conseguirlo, había comenzando a gruñir, haciendo reir bajo a la médica.

—Mira, ya se durmió.

—Sí, Rein es muy tranquilo. El problemático aquí es Stark. No le gusta mucho tomar siestas, y como se aburre, termina por despertar a Rein.

—Es un pequeño muy enérgico —sonrió.

—Sí, ya quiero que comience a caminar, así le abro la puerta, y que haga su vida afuera.

—¿Qué? No hablas en serio ¿verdad?

—Por supuesto que no —sonrió divertido, tomando a Rein con uno de sus brazos.

Y al pequeño salvaje Stark de su camiseta, llevándolo colgando, mientras el niño reía.

—Llevaré a Rein a su cama, regreso en un momento.

—De acuerdo, sólo ten cuidado con Stark, podría soltarse y caerse —pronunció preocupada.

—¿En serio? Mira lo que puede hacer —pronunció sonriendo, antes de arrojar al bebé sin cuidado alguno contra el respaldo del sofá, y que éste quedara agarrado de la tela, riendo.

—Demonios ¡¿Eres estúpido?! —exclamó asustada, corriendo hasta el niño para tomarlo—. No son juguetes, Lyon, son bebés, debes tratarlos con cuidado.

—Sé como tratarlos, ahora regreso —le dijo dirigiéndose a la habitación de los niños.

—Tu papá puede ser muy idiota —pronunció Cassandra, separando las uñitas del bebé de la tela del sofá—. Podrás ser muy terrible, pero eres pequeño, él debe tratarte con cuidado.

El pequeño castaño la observaba con sus grandes ojos azules verdosos, inocentes, mientras ella le hablaba en un tono suave, hipnótico.

—Yo creo que tú debes sentirte un poquito celoso de tu hermano ¿verdad? —sonrió tocándole la punta de la nariz al bebé, haciéndolo sonreír también—. Quieres la atención sólo para ti de papá, y debes compartirla.

El niño seguía mirándola fijo a los ojos, escuchando su voz, sonriéndole cuando ella le sonreía, inmersos ambos en aquel mágico momento.

—Eres un bebito muy lindo —le dijo bajando su rostro, para darle un beso en la frente, haciéndolo cerrar los ojos—. Tienes los mismos ojos de tu papá.

Los abrió, y la miró expectante, intentando tomarla del rostros con sus manitos.

—¿Quieres más mimos? —sonrió besándole la frente una vez más, logrando que cerrara los ojos por segunda vez—. ¿Te gustan los besos?

¿Y a qué bebé no le gustaba sentirse querido? Tal vez Lyon podría ocuparse muy bien de sus necesidades básicas, pero los bebés también necesitaba cariño, amor.

Lo continuó besando suavemente en la frente, en las mejillas, y lo acurrucó contra su pecho, acariciando su espalda.

—Descansa Stark —sonrió al sentir como la tomaba de la camiseta, aferrándose a ella.

Si algo le gustaba a Cassandra, eran los niños. Luego de obtener su título cómo médica clínica, había comenzado la especialización como pediatra.

...

83/Lyon -Rebelión #1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora