Capítulo 5| "Amigos imaginarios"

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Capítulo dedicado a AgustiinaC porque simplemente es una bella lectora ❤️

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ADMES

Me encontraba sentado en un montículo de arena frente al mar, esperando ver un nuevo atardecer, pero algo me tenía inquieto; ni siquiera dirigía mi atención hacia el horizonte, pues simplemente me dedicaba a mirar las palmas de mis manos con curiosidad.

Conocía mis poderes desde un principio, los cuales se basaban únicamente en hacer que las personas se enamoraran, desaparecer y reaparecer en diversos sitios, leer la mente de los humanos, y aunque suene un tanto feo, hacer que estos hagan lo que nosotros queríamos.

Pero ahora, me encontraba verdaderamente impresionado, no podía dejar de ver mis manos, aún pensaba en lo que había pasado ese mismo día; no podía explicarme el hecho de cómo había logrado hacer tal cosa. Eleonor iba a morir ahí, yo lo había visto todo; Pero simplemente ese deseo de que no muriera frente a mí, me motivó a lanzarme a la calle y así simplemente detener ese vehículo.

¿Cómo hice eso? Esa pregunta se reproducía en mi mente una y otra vez. Es que en ese momento no me sentí yo, ni siquiera podría explicar de qué forma me sentía; simplemente sentí una enorme descarga de adrenalina cruzar todo mi cuerpo, y después de ello, las luces simplemente comenzaron a surgir. El auto se había detenido, pero no sólo eso, se había congelado junto con el conductor; lo que aún me parecía extraño, puesto que, si él se congeló, ¿Por qué Eleonor no lo hizo? ¿Que tenía esa chica que estaba siendo inmune ante muchas de mis habilidades? Aunque ahora que lo recordaba, en cuanto detuve el auto de esa manera, había logrado entrar a su mente, de hecho, esa fue la única vez en la que he podido ingresar a sus pensamientos a tal punto que fui capaz de hablarle para que se moviera.

Cierro mis manos en puños y las vuelvo a mirar, tratando de concentrarme en traer ese poder otra vez a ellas. Pasaron varios minutos sin que ocurriera nada, hasta que, cuando ya estaba apunto de darme por vencido, miré unas pequeñas bolas de luz salir de ellas.

Ellas quedaron ahí, bailoteando de un lado a otro sobre mis puños, después los abrí y hacían lo mismo sobre la palma de mi mano, sólo que un tanto más grandes que a como lo hacía con los puños cerrados.

Una pequeña sonrisa asomó en mis labios. ¿Qué más nos estás ocultando, Cupido?
Me pregunté en mi mente, al darme cuenta de que el hombrecillo verdaderamente mantenía muchos misterios con nosotros.

¿Qué más podríamos hacer?

Muevo mis manos de un lado a otro y las bolitas de luz desaparecen. Sacudo una contra la otra y luego me pongo de pie, si el hombrecillo nos estaba ocultando más cosas, además de nuestro verdadero poder, estaba seguro que iba a averiguarlo.

Me levanto y comienzo a caminar a través de la arena, pequeños fragmentos de la conversación que había tenido con Eleonor esa mañana, llegaron a mi mente.

Pues después del incidente con el auto, ella me había pedido que por favor caminara a su lado hasta su casa, al principio pensé que lo hacía para sentirse acompañada gracias a los nervios de haber estado a poco de morir, pero después, gracias a su interrogatorio, me di cuenta que todo era por pura curiosidad.

Me había preguntado cómo había sido mi existencia, una pregunta que no pude ser capaz de contestar, puesto que, Cupido simplemente nos había dicho que éramos elegidos, pero de ahí no recuerdo cómo comencé a existir. También me preguntó que cuántos Ángeles de la guarda existimos. Recordar eso me hace sonreír, pues simplemente me causaba mucha diversión el hecho de que ella pensara que yo era un ángel de la guarda; de hecho, si uno de ellos se enterase que estoy simulando ser un ángel más, iba a enfadarse.

Al final simplemente había sonreído y me había dicho: "Perdona por agobiarte con tantas preguntas, pero no todos los días se tiene la oportunidad de hablar con un ángel"

¿Cómo esa chica podía verme y hablarme? Esa duda tampoco dejaba de bailotear en mi mente. Ni siquiera sabía a quién acudir para que me aclarara qué estaba pasando.

Dejo salir un largo suspiro, y dirijo mi mirada hacia las nubes. No podría ir donde Cupido y decirle  todo lo que había ocurrido hoy, pues estaba seguro de que si lo hacía, el angelillo iba a enojarse mucho.

ELEONOR

Me dirijo hacia el interior de la universidad al lado de Milú, quién no dejaba de parlotear sobre lo bueno que estaba Colin Sámaras.

Muevo mi cabeza en negación y sonrío de medio lado, la morena se veía exageradamente emocionada por tener de compañero a una estrella de rock, lo que me hacía cuestionarme si ese iba a ser el único tema de conversación a partir de hoy.

—¡Oh Eleonor! —exclama, colocando sus manos sobre mis hombros para después darme un par de sacudidas—. En mal momento se descompuso el auto de tu padre, te has perdido de mucho. Colin es tan lindo y simpático —dijo, viéndose tan emocionada como una chiquilla de trece años.

Hago un mohín con los labios, tratando de liberarme del agarre de mi amiga, ya que su peso y estatura no podían compararse al mío. Por lo que su fuerza, también duplicaba la mía.

Yo era el típico de chica bajita y delgada que aparentaba tener 15 años en vez de 19; mientras que Milú, ella era una chica de piel morena muy hermosa, de largo cabello rizado y chispeantes ojos marrones, su contextura era un tanto gruesa, y su 1:75 metros, jamás podría compararse con mi 1: 55.

—Bueno, pues estoy segura que no me perderé de nada más —contesto siendo cortés.

No me interesaba saber mucho de la estrella de rock, pero no quería que mi amiga lo supiese. Pues si no, mataría toda su ilusión ante el gran fenómeno Sámaras. Incluso me puse en su lugar, pues si me hubiesen dicho que Eros Ramazzotti o Andrea Bocelli vendrían a mi centro de estudio, pues también me hubiese emocionado.

Había dejado de escuchar a Milú desde hacía un tiempo atrás, pues mi atención se había centrado en el chico vestido de blanco que se encontraba sentado frente a una de las mesitas que se encontraba bajo uno de los enormes árboles de olivo que decoraban el jardín de la universidad.

Él mantenía sus brazos sobre la mesa, se encontraba sentado con los hombros caídos, más una pequeña sonrisa asomó en sus labios en cuanto nuestras miradas se cruzaron. Me fue inevitable no sonreír, por lo que tuve que obligarme a dejar de mirarlo.

Dirijo la mirada hacia Milú, le dedico una sonrisa a boca cerrada y me disculpo con ella justo antes de ingresar a la universidad. Necesitaba hablar con él aunque fuese una vez más; después del incidente con el auto, no lo había visto en toda la tarde y noche, por lo que estaba preocupada de que lo hubiesen obligado a dejarme, después de saber que yo podía verlo.

—Perdona, Milú. Debo de ir a revisar el proyecto una vez más antes de entregarlo; ¿Te importaría entrar sin mí?

Mi amiga me dirigió una mirada llena de dudas, pues ella más que nadie conocía el espíritu de responsabilidad que yo poseía, por lo que, en ese momento me di cuenta de la terrible excusa que le había dado.

—Está bien —dijo al final, no muy convencida, para después caminar hacia el interior de la universidad.

Me dirijo hacia la mesa a paso rápido, a la vez que me dedico a sacar un libro de mi mochila. Me siento frente a él y finjo leer el libro, para así no llamar la atención y no llegar a parecer una maniática al hablar sola.

—Hola —saludo con un tono de voz apenas audible.

—Eli.

—¿No te castigaron?

—¿Quién me castigaría?

Paso la hoja y sonrío con sarcasmo.

—No lo sé, ¿Tu jefe?

—No lo he visto —contesta—. Y espero no se entere, puesto que estaría en algunos problemillas.
—Pensé que no volvería a verte, incluso deduje que me quedaría sin un ángel de la guarda para siempre.

Él rio, estiró sus manos hacia mí libro, pero antes de hacer contacto con la tapa de éste, se detuvo.

—Eli, no puedes hablarme cada vez que me veas merodear por ahí. Si otro como yo nota que eres diferente, puede que tanto tú como yo, nos veamos en muchos problemas.

Aprieto ambos costados del libro con fuerza y trago grueso. Mi mente comenzó a trabajar rápido, imaginando posibles escenarios ante lo que podría significar estar metida en problemas con ángeles.

¿Qué podrían hacerme por el simple hecho de poder verlos? ¿Enviarme al inframundo junto a Hades o lo que sea que haya ahí, tal vez?

—¿De qué tipo de problemas estamos hablando? —indago en un pequeño susurro.

Él vuelve a sonreír a la vez que levanta los hombros.

—No lo sé, pues nunca había pasado por esto.

Escucho el sonido del timbre, lo que me muestra que debo de irme de inmediato, pues lo menos que deseaba era tener alguna tardía; ya con la ausencia de ayer, era suficiente.

—Debo irme.

—Tu profesor se retrasó, se le estalló una llanta a su coche a unos kilómetros de aquí. Llegará faltando 10 minutos antes de que termine la lección.

Me es inevitable no elevar la mirada y verlo al rostro, sus pupilas celestes me observan con curiosidad; era como si pensara que yo fuese una extraña criatura en peligro de extinción.

—¿Cómo sabes todo eso?

—Simplemente lo sé.

Miro hacia los lados, esperando poder ver a alguien que me viese como si estuviera loca, pero no había nadie.

—Aún me cuestiono cómo es que tú eres inmune a mis habilidades —murmura, estirando sus manos hasta casi pegarlas a las mías—. He intentado introducirme en tu mente, pero no me lo permites. ¿Qué es eso que tienes de especial, Eli? ¿Por qué puedes verme?

Nuestras miradas están fijas la una en la otra, yo simplemente no podía dejar de verlo, pues nunca había a visto una criatura más hermosa que él. Su mirada poseía un leve brillo que me transmitía paz y seguridad, era como si desde lo más profundo de mi ser sabía que mientras él estuviese cerca, estaría a salvo.

—No lo sé —contesto, moviendo mis dedos para hacer contacto con los suyos.

Una agradable descarga de energía pasa por mi piel en cuanto logro rozar sus dedos, a lo que él parece notarlo, pues baja su mirada y sonríe.

—¿Qué fue eso? —indaga, sin dejar de mover sus dedos contra los míos—. ¿Lo estás sintiendo?

—Sí —contesto riendo ante la suave energía en mi piel—. ¿Acaso tú también la sientes?

Él asiente y eleva su mirada.

—¿Quién eres en realidad, Eli? —pregunta, dejando de pronto de sonreír a la vez que retira su mano—. No eres una humana normal. Tú tienes algo especial.

—No lo sé —repito otra vez—. Nunca he entendido qué es lo que pasa conmigo.

—Pues tendremos que averiguarlo; será nuestro secreto.

Asiento a la vez que trago saliva con fuerza.

—Estoy de acuerdo...

—Admes, llámame Admes.

Esbozo una sonrisa y asiento otra vez.

—Admes —repito.

—Disculpa... ¿Te sientes bien?

Ahogo un grito con la palma de mi mano cuando escucho la voz de un chico venir tras de mí. Miro a Admes por largos segundos, quién se encuentra mirando al sujeto con el ceño un tanto fruncido. Me giro con suavidad, para así quedar de frente con un chico de largo cabello oscuro y grandes ojos marrones. Él me mira con curiosidad, como si yo me tratase de una loca. Lo miro fijamente dándome cuenta de quién era; lo había visto en las imágenes que me salieron en Google, cuando averigüé sobre él.

Damas y caballeros, me encontraba de frente al magnífico Colin Sámaras, el chico por el cual Milú estaba completamente derretida.

Y por su expresión divertida en su rostro, ahora sabía que iba a tener una mala impresión de mí; quizás ahora iba a convertirme en la chica loca de la universidad, cosa que verdaderamente no me importaba.

Así que solo parpadeo y me obligo a sonreír antes de hablar.

—Sí, estoy bien. ¿Acaso tú no tienes amigos imaginarios?

****

¡Al fin terminé el capítulo!

No tienen idea de lo mucho que me costó escribirlo :D pero acá está.

Sé que ésta obra me tomará mucho trabajo, pues quiero y deseo hacerla bien, así que espero puedan tenerme mucha paciencia.

Espero que la estén disfrutando tanto como yo.

¡Gracias por su apoyo!

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Las y los quiere...

Fran.

Instagram: @5slavig

Agentes del Amor © {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora