ELEONORMentiría si digo que no me emocioné. Porque sí lo hice… y mucho.
Aquellas palabras de Admes me habían dado esperanza, imaginarme toda una vida con él me emocionaba en gran manera. Ya incluso comenzaba a fantasear al vernos a los dos, siendo ancianos y aún viéndonos de la misma manera en la que lo hacíamos en ese momento.
Admes me había enamorado desde el momento en que había salvado mi vida, por lo que, nada me haría más feliz que compartir mi vida a su lado.
—Solo imagínalo —continuó hablando, destellando emoción con cada palabra—, tendremos una casita frente al mar, si tú quieres nos casaremos y hasta podríamos procrear hijos —chocó sus palmas la una con la otra, haciéndome sonreír.
Se puso de pie, sin dejar de describir cada detalle de la casa que construiría frente a la playa, donde según lo que decía, cada tarde veríamos el atardecer uno junto al otro.
Mi corazón comenzó a acelerarse de una manera inhumana, al imaginar todo aquello que él describía. Era una vida bastante sencilla, sin lujos, pero a la vez tan perfecta que me hacía desear poder vivirla desde ese instante.
—¿Y sí es posible? —cuestioné, poniéndome de pie para seguirlo hasta la ventana.
Él se volteó, arrugando levemente su frente, su sonrisa se desvaneció para después darle paso otra vez a la preocupación. Me observó fijamente, pasando saliva con fuerza, suspiró y después negó levemente con su cabeza.
—¿En qué estoy pensando? —se cuestionó a sí mismo, pasando una mano por su cabello castaño.
—Admes, ¿Es posible o no? —indago otra vez, cruzando los brazos a la altura de mi pecho—, porque si me lo preguntas, todo lo que has dicho ha sido perfecto —me acerco a él, sonriendo abiertamente—. Amaría poder tener una vida normal a tu lado.
Sus pupilas celestes me veían con cautela, sus labios se encontraban levemente fruncidos, mientras que sus manos no dejaban de moverse inquietas frente a él.
—Dicen que sí existe una manera de hacerlo —confiesa al fin, dando un asentimiento—, solo que no es sencilla. Sí lo hago… quedarías muy expuesta, y simplemente no estoy dispuesto a perderte.
—¿Expuesta a qué, Admes? —pregunto, sintiéndome de pronto muy molesta—, ¿Cuándo vas a dejar de guardarme secretos? —frunzo el ceño y elevo la barbilla, tratando de transmitir con ello que no era ninguna niña a la cual podían estarle ocultando las cosas—, dime, Admes… ¿Cuál es tu trabajo realmente y a qué me expongo al estar contigo?
Su mirada se desvió hacia las paredes de mi habitación, donde se detuvo a apreciarlas con tanta curiosidad, como si ellas fuesen una de las siete maravillas del mundo, lo que me hizo sentir aún más molesta al verlo tratar de evitar una conversación. Entidad o no… seguía siendo igual a todos los chicos que conocía.
—Eli, relájate—, musitó suavemente—. Respira profundo.
—¡Cielos, Admes! ¿Quieres dejar de evitar mis preguntas?
En ese instante tanto el piso como las paredes, comenzaron a temblar, haciendo incluso que ambos nos desequilibráramos y buscáramos de dónde sostenernos. Miré a mi alrededor con preocupación, al escuchar un pequeño crujido venir desde las paredes, donde se estaban comenzando a reventar.
—Eli escucha, debes de relajarte —continuó hablándome él, viéndome fijamente—, debes de calmar los latidos de tu corazón.
—¿Qué está pasando? —pregunté con temor, sin dejar de mover mi cabeza—, ¡Es un terremoto! ¡Debemos de salir de aquí!
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Agentes del Amor © {Terminada}
ParanormalSiglos atrás Cupido hizo una gran revolución, el trabajo de enamorar a las personas alrededor del mundo, realmente se había vuelto mucho más agotador; los humanos se reproducían como conejos, por lo que, ya el pobre angelillo no tenía descanso. Así...