ELEONOR
En cuanto estuve dentro de mi casa, mi padre salió a mi encuentro enseguida, me miró con pena por largos segundos, para así después envolverme en un fuerte abrazo. Él dejó salir lentamente su respiración, apoyó su barbilla en la coronilla de mi cabeza y se dedicó a acariciar mi espalda.
Yo simplemente me mantuve en silencio, con mis brazos a mis costados, incapaz de poder devolverle el gesto de cariño. Simplemente aún no podía olvidar todo lo que Admes me había confesado, y aunque me doliera en el alma estar distanciada de él, aún no podía ser igual que a cómo éramos antes.
—Cariño, me enteré de lo que sucedió en la playa —comentó.
Yo cerré los ojos y guardé silencio, dejando que la imagen del alma del pelirrojo, invadiera mi mente. Simplemente había sido increíble todo lo que había pasado esa tarde, una escena que difícilmente iba a llegar a olvidar.
Sus dedos acariciaron las hebras mojadas de mi cabello, sus labios se posaban sobre mi cabeza, besando una y otra vez mi cabello mojado. A pesar de aún encontrarme molesta con él, sentir su preocupación por mí, me hacía sentir extraordinaria.
—Mira nada más, si aún estás empapada —continuó hablando, mientras colocaba sus manos sobre mis hombros para observarme—, ¿Estás bien, Eleonor? Sé que debió de ser difícil....
—Estoy bien —lo corté para que evitara seguir haciéndome preguntas que no iba a contestar—, solo necesito ir a darme un baño y acostarme a descansar.
Traté de sonreírle, pero no había podido, simplemente no podía fingir que todo estaba bien cuando no lo estaba. Deseaba con todas las fuerzas decirle todo lo que sentía a mi padre, todo aquello que sentía que me ahogaba, desde sus misterios, hasta el peligro al que me había expuesto cuando él pudo haberme advertido desde un inicio. No deseaba culparlo, pero me era inevitable no dejarle parte de la responsabilidad también a él.
—Eleonor, no sé qué es lo que pasa contigo —musitó con seriedad—, pero sí quiero que sepas, que mi misión desde un inicio fue mantenerte a salvo.
—Está bien —concluí antes de rodearlo para así dirigirme a mi habitación.
(...)
Después de darme una ducha, me metí a la cama, cubriéndome con las cobijas, me fue inevitable no echar un vistazo a las paredes, cada vez que estaba en mi habitación lo hacía, pues aún me parecía imposible creer en lo que había sucedido aquella ocasión en ese lugar, había provocado un terremoto, casi destruí mi casa y ahora todo seguía como si nada hubiera pasado. Incluso había ocasiones en las que pensaba si todo aquello se trataba de un horrible sueño del cual no podía despertar.
Admes apareció sentado en mi cama, justo al lado de mis pies, recordándome con solo su presencia que todo aquello era real. Tal vez él era lo único bueno de todo aquello, pues el sentir como mi corazón latía desbocado con solo mirarle no lo cambiaría por nada.
—¿Cómo te encuentras, Eli? —su mirada irradiaba preocupación, desde esa tarde en la playa sabía que estaba preocupado, quizás pensaba que iba a terminar por enloquecer en cualquier momento.
—Impresionada. Aún no asimilo todo lo que observé ésta tarde.
Él asintió. Me senté para así acomodarme a su lado, tomé sus manos entre las mías y suspiré apoyando mi cabeza en su hombro.
—¿Por qué no me dejaste morir aquella mañana? —pronuncié, sin dejar de pensar en el hecho de no haber podido salvar al chico, a como Admes lo había hecho conmigo.
—Algo en mi interior me repitió que no podía dejarte ir.
—Nuestra unión —agrego en un susurro.
ESTÁS LEYENDO
Agentes del Amor © {Terminada}
ParanormalSiglos atrás Cupido hizo una gran revolución, el trabajo de enamorar a las personas alrededor del mundo, realmente se había vuelto mucho más agotador; los humanos se reproducían como conejos, por lo que, ya el pobre angelillo no tenía descanso. Así...