Capítulo 27| "Puedo sentir lo que soy realmente"

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¡Ya casi es el final!

¡Disfruten del capítulo!

XOXO

-Fran. 

****

ADMES

Acacia no dejaba de ver el broche de paloma blanca que Eleonor le había obsequiado en noche buena. No dejaba de jugar con él entre sus dedos, sin pretender perderlo de vista. No la culpaba, pues el artilugio era verdaderamente hermoso, asimilaba a la ave abriendo sus alas para levantar vuelo, lo que me hacía preguntarme, ¿Qué había llevado a Eleonor hacerle aquel regalo?

Nos encontrábamos en lo más profundo de la montaña, sentados sobre unas rocas al lado del río, mientras Eleonor intentaba formar una enorme fogata con sus manos, tarea encomendada por Acacia, la cual se le estaba dificultando realizarla puesto que no era lo mismo levantar pequeñas llamas, a una enorme a como pretendía Acacia que lo hiciera.

Eleonor volvió a maldecir, sacándome una sonrisa al escucharla estresada por no lograrlo.

—¡Concéntrate, Eleonor! —le gritó la castaña, sin dejar de mirar el broche.

—¡No me jodas, Acacia! —gruñó la otra, volteándose hacia ella con rabia—, ¡Esto es difícil, joder!

Acacia estiró su otra mano, y con un chasquido, levantó la enorme fogata que le había encargado a Eleonor, ocasionando que Eleonor dejara salir un grito de terror y saltara lejos del sitio, pues el fuego casi la había cubierto por completo. Por instinto me puse de pie y corrí hacia ella, rogando en mi interior que no haya sido dañada por las llamas, pero una fuerza sobre humana me lo había impedido, la cual me había arrastrado hasta hacerme sentar en el mismo sitio en el que segundos atrás me encontraba.

—Alto ahí, Admes. No ayudas en nada si le tienes consideración —sentenció Acacia, enviándome una mirada amenazante.

—¡No se trata de que le ocasiones algún daño!

—No seas imbécil, Admes —gruñó, poniendo los ojos en blanco—, no voy a dañarla.

—¿Acaso quieres matarme? —le gritó Eleonor.

La busqué con la mirada, ella se encontraba en la corriente más fuerte del río, dejando que la misma la arrastrara, a la vez que frotaba sus brazos sin parar.

—¡No seas estúpida, Eleonor! ¿Acaso que el fuego te daña? ¿Sí recuerdas que desgraciadamente has heredado mis genes? —rio Acacia, dedicándose a mirarla por primera vez—, ¡Sal de ahí y apaga esa fogata!

Eleonor detuvo el movimiento de sus brazos y los observó, dándose cuenta que en sí no se había dañado, lo cual me hizo sentir inmensamente aliviado, en definitiva, Acacia sabía lo que hacía.

Eleonor nadó hasta la orilla sin decir más nada, se detuvo frente a la fogata y cerró los ojos en concentración. Pasó varios minutos en esa misma posición, sin obtener un resultado favorable.

—¡No puedo! —gruñó con frustración.

—Supongo que necesitas inspiración —bromeó la castaña con una sonrisa lobuna.

Estiró su mano en mi dirección y sin decir nada, me lanzó en dirección a la enorme fogata que no dejaba de bailotear al otro lado del río. De inmediato, comencé a sentir como las llamas rasgaban mi piel, dejando a su paso un ardor insoportable que entraba por cada poro de mi cuerpo humano.

Agentes del Amor © {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora