Capítulo 19| "La verdadera cita"

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ELEONOR

—Guao, nunca esperé que además de ser talentosa, fueses tan buena cocinera —comenta Colin, sin dejar de saborear el pollo—, esto está jodidamente bueno, Eleonor.

Le dedico una sonrisa a boca cerrada, apoyo mi barbilla en la palma de mi mano para así observarlo mejor. Él había sujetado su largo cabello en una cola de caballo, había cambiado sus peculiaridades ropas de rockero, por unas más formales: pantalones de vestir color negro, camisa de tres cuartos blanca, e incluso, cuando entró a la casa noté que llevaba zapatillas negras.

Nunca imaginé ver a Colin vestido de aquella manera.

—Cuando creces sin una figura materna al lado… debes de aprender ese tipo de tareas desde pequeña —arguyo, comenzando a comer.

—Yo… lo siento tanto, Eleonor —susurra.

—Ya pasó, Colin —rio, viéndolo con diversión—, ni siquiera tengo una imagen de cómo era ella. Falleció justo cuando yo nací. No tienes porqué disculparte.

Él me dedicó una pequeña sonrisa de disculpa, para así concentrarse nuevamente en su cena. Miré a mi padre y él me sonrió, pues sabía que tanto él como yo, sabíamos sobre lo incómodo que Colin se encontraba en ese momento.

Papá dio un trago a su bebida de uvas y después se aclaró la garganta, le lanzó una mirada a Colin para así después comenzar a preguntarle sobre su banda musical.

Agradecí en mi interior que mi padre haya tenido la facilidad de hacernos salir de aquel momento tan incómodo, pues la verdad era que yo no tenía nada de qué hablar. Colin y yo éramos dos personas demasiado diferentes, no teníamos nada en común, salvo la fotografía, por lo que yo no encontraba ningún tema importante en qué hablar. No podía hablarle de Mozart o el lago de los cisnes, porque muy posiblemente el chico ni siquiera entendería de qué se trataba aquello. Y si él tocaba el tema del rock, probablemente yo me quedaría en la luna, sin saber qué agregar a ello.

Sabía que no podía catalogar aquello como una cita, no cuando mi padre estaba compartiendo la mesa con nosotros, pero a decir verdad, no deseaba que eso fuese una cita, no cuando en mi mente el único nombre que vagaba era el de Admes.

Después de que Acacia me hizo dormir, había soñado con él… y lo estaba besando. Bajo la cabeza y sonrío sintiéndome apenada; ¡Cómo me hubiese gustado que aquello haya sido real!

—¿En qué piensas, Eleonor?

Levanto la cabeza solo para encontrarme con la mirada cargada de interrogatorio de Colin, quien ladeaba la cabeza y me observaba con curiosidad.

—¿Yo? En nada —respondo, para después llevar la copa hasta mis labios y así evitar más miradas quisquillosas.

—Te veías divertida —dijo, con una pequeña risilla—, era como si estuvieras recordando tus sueños sucios.

Me parto de la risa mientras que Colin es invadido por un ataque de tos ante el reclamo de mi padre por su falta de respeto. El pobre chico no dejaba de recitar disculpas estúpidas en dirección a mi padre, lo que me ocasionaba mucha más diversión, puesto que, se suponía que la “ofendida” en ese momento, era yo y no mi padre.

En el resto de la velada, debí de admitir que papá tenía razón al decir que se podía llevar una vida prácticamente normal, sin necesidad de estar pendiente de la muerte, o de quién quería raptarme. Hacía mucho tiempo no me reía tanto, a pesar de que era a costa del pobre Colin, quién seguía cometiendo muchos errores, cada vez que se dirigía a mi padre, durante el tiempo en que duró la cena. Al parecer, después del comentario sobre “mis sueños sucios”, papá había logrado intimidarlo tanto, al punto de haberse puesto tan nervioso, como para incluso haberle preguntado a mi padre sobre su negocio de chatarras, el cual resultaba ser un taller de autos… lejos de ser un negocio de chatarras.

Agentes del Amor © {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora