Capítulo 29| "La traidora"

1.8K 163 61
                                    


Y con este capítulo llegamos al final de la primera parte :D 

¡Gracias por leer! 

Recuerden comentar mucho y votar. 

(...)

ELEONOR

—Así que supongo que ya estás lista —dijo Acacia, apareciendo a mi lado mientras yo me dedicaba a correr con fuerza para así romper mi último record de cinco kilómetros en tan solo tres minutos.

—¿Exactamente para qué tengo que estar lista? —cuestioné en medio de un jadeo, sin detenerme por completo.

Acacia flotaba ligeramente a mi lado, observándome con detenimiento con una fría expresión, incluso pude notar que se encontraba un poco nerviosa. Me detuve, inclinándome para recuperar el aire que había perdido durante la carrera. Me sentía sudorosa y agitada, por lo que deseaba con todas las fuerzas regresar pronto a casa y darme una ducha.

Noté como Acacia jugueteaba con el broche de paloma blanca que yo le había regalado para navidad, ella veía hacia todos los lados con nerviosismo, era como si estuviese esperando a alguien.

—¿Te encuentras bien? —le pregunté, ladeando la cabeza.

Ella volvió a mirarme y sonrió, asintiendo en mi dirección.

—¿Por qué no debería de estarlo?

—No lo sé, dímelo tú.

—Te has vuelto muy fuerte, Eleonor —afirmó, moviendo el broche entre sus dedos—. ¿Podrías decirme para qué exactamente me obsequiaste este broche?

—Por su significado —dije sin dudarlo.

A pesar de que Acacia no terminaba por agradarme al punto de considerarla mi familia, le tenía un cierto respeto, pues a pesar de no poderme meter en su mente, sabía con certeza que ella y yo pensábamos en lo mismo: debíamos de liberar a como fuese posible a todas las anomalías que Cupido mantenía cautivas, incluso a mi madre, si se encontraba entre ellas.

—¿Y qué significa?

Ambas nos miramos fijamente por largos segundos.

—Libertad —contestamos al final al unísono.

Había escuchado en repetidas ocasiones que la paloma blanca era un símbolo de libertad, por lo que, en cuanto miré ese broche aquella tarde en la que anduve comprando los regalos navideños, supe que debería de ser de Acacia. Odiaba admitirlo, pero ambas éramos tan parecidas en nuestra forma de actuar, que incluso me asustaba.

Una arrogante sonrisa asomó en sus labios, sacándome completamente de onda por un instante, retrocedió, mirando hacia ambos lados de la maleza que nos rodeaba, y luego aspiró.

—Bueno, no nos pongamos sentimentales aquí, Eleonor Mitre —dijo, mientras guardaba el broche de forma descuidada en uno de los bolsillos de sus pantalones blancos—, ya estás lista para el siguiente paso, así que espero que te hayas despedido de tu padre y del idiota de Admes.

Enarqué una ceja, mientras me dedicaba a retroceder, sintiéndome de pronto en alerta por lo que pudiese estar a punto de suceder. No entendía nada, si hacía pocos segundos había estado pensando en lo parecida que era con Acacia, ¿Por qué ahora ella comenzaba a actuar de esa extraña manera? Y lo peor de todo, ¿Por qué ahora comenzaba a temerle?

—¿A qué te refieres, Acacia?

—A que ya es hora de que acompañes a mi señor Cupido. Tu entrenamiento ha terminado, anomalía.

Agentes del Amor © {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora