Capítulo dedicado a IsabellaMcFly y a AgustiinaC porque realmente las amo. Chicas, siempre estaré agradecida por su apoyo. Amo cada uno de sus comentarios ❤️
(...)
ELEONOR
No paro de pensar en el beso.
Desde ayer en la noche que Admes me había besado, mi mente no dejaba de divagar en esos exquisitos labios, provocando una y otra vez que una ola de nervios atravesaran mi estómago. A pesar de no ser tan normal el hecho de besar a alguien que solo yo podía ver, había sido tan perfecto que mi pulso se aceleraba con rapidez. Admes era tan hermoso, que su imagen flotaba en mi cabeza, negándose a salir de ahí. Amaba su inocencia, y sus ganas de poder ser un humano. Pero debía de obligarme a dejar de pensar en él para así poder atender nuevamente mi vida cotidiana.
Era lunes, y debía de volver a clases.
—¡Eleonor!
Prácticamente no había ni siquiera terminado de poner un pie dentro de la universidad, cuando había escuchado la potente voz de Milú, provenir desde el otro extremo.
Me giro para así buscarla con la mirada, mi amiga se encontraba abriéndose paso en medio de un grupo bastante grande de universitarios. Ella se veía radiante, una enorme sonrisa se encontraba marcada en sus labios, lo que me hizo también sonreír. Extrañaba esta vida, definitivamente la universidad era una parte fundamental de mi vida cotidiana.
Milú se detuvo frente a mí, y sin dudarlo me envolvió en sus brazos, el olor a vainilla de su acondicionador me invadió de inmediato, provocándome con ello tremendas ganas de llorar al imaginar qué iba a ser de mi vida si llegaba a perder todo eso que me rodeaba…
Abracé a Milú con fuerza y cerré los ojos, buscando la normalidad en mi vida con ese simple gesto. Los temores, la inseguridad, más lo sobrenatural, tenían mi vida hecha mierda, al punto de que de lo único que no podría llegar a arrepentirme, era el hecho de haber conocido a Admes… mí Admes.
—Te he echado tanto de menos —susurra ella, dando un paso atrás.
—Pero si nos vimos el sábado en la biblioteca —rio.
Ella puso los ojos en blanco, a la vez que comenzaba a caminar a mi lado.
—Hablo de aquí, tonta. La universidad no es lo mismo sin tu presencia.
—Ya no voy a perderme más —aseguro, prácticamente tratando de convencerme yo misma.
—Te has perdido de grandes acontecimientos. Colin dio un concierto en la cafetería el viernes, para después terminar en una guerra de comida —me contó entre risas, mientras nos dirigimos hacia la primera clase—, fue tan divertido.
—¿En serio? No me contó nada durante la cena —inquiero.
—¿Cena? ¿Qué quiere decir eso?
—¡Ah! Colin… él fue a cenar conmigo y mi padre ayer en la noche.
Miré a Milú, un destello de dolor había cruzado su mirada, justo antes de que llevara su mano hacia su largo cabello y lo alborotara. Después sonrió con pena, pero sin observarme directamente, lo que me puso en alerta al evidenciar su cambio de actitud: Milú estaba molesta.
—¿Milú? —la llamo, tratando de obtener su atención otra vez—, ¿Sucede algo?
—Eleonor ¿Tú y Colin? —cuestiona de inmediato, aún con su mirada perdida hacia el pasillo.
—¿Si me gusta Colin? —pregunto con una media sonrisa—, no. Solo somos amigos. ¿A ti sí?
—Da igual —responde, encogiéndose de hombros—, jamás se fijará en alguien como yo.
—¿Por qué dices eso? ¡Eres una chica increíble, Milú!
—Porque a mí no me compone canciones —arguye, viéndome con una ceja alzada—, además, no es a mi casa donde va a cenar.
Dejo salir un largo suspiro, Milú tenía razón. Aunque yo no lo quisiera admitir, sabía que era así, no sabía el motivo que llevaba a Colin a pasar pendiente de mí, ni siquiera le había insinuado que me gustaba.
—Te lo aseguro, no estoy interesada en Colin —mascullo, deteniéndome poco antes de llegar al salón de clases—, Colin es un buen chico, el cual merece una buena chica, a cómo lo eres tú, Milú.
—Ojalá él pudiera verlo de ese modo —apunta, para así después empujar las puertas del salón y dejarme sola.
El resto del día, Milú evitó volver a tocar el tema sobre Colin. Almorzamos junto a él, bromeamos y reímos a más no poder, hablamos sobre el proyecto que había dejado el profesor, el cual se basaba en que debíamos de tomar una fotografía de algo que nos apasionara, algo de lo cual debíamos de hacer algo especial y único, además, el viejo profesor nos incentivó al decir que premiará a la fotografía más original, por lo que Milú y Colin comenzaban a apostar sobre quién sería el ganador.
—¡No tienes oportunidad de ganar contra mí, Milú! Ambos sabemos que el viejo enloquecerá con la fotografía que tomaré a mi banda.
Ella volteó los ojos, mientras daba un sorbo a su Coca Cola.
—Eso no es original, Colin. Aunque seas famoso, verás que será difícil ganar con una fotografía de esa calidad.
—¿Qué quieres perder?
—Yo de ti no apostaría contra Milú, Colin —agrego a la conversación—, Milú es una genio con la cámara en mano.
—Tal vez eso era antes de que yo llegara, Eleonor —señala, sonriéndome con picardía.
Alejo la mirada, para así concentrarme en la hamburguesa que permanecía en mi bandeja. Ni siquiera debí de haber intervenido, pues con esa única frase había hecho que Colin desviara su mirada de Milú, hacia mí. Mejor debí de continuar con mi papel de invisible frente a ambos, pues se la estaban pasando bien antes de que yo abriera mi boca.
Miro a Milú, ella me sonríe con tristeza mientras mueve su vaso de coca cola.
—¿Sabes qué Colin? —cuestiono, regresando mi atención a él, tratando con ello de arreglar mi metida de pata—, si estás tan seguro de ganar… apuesta una cena con ella.
—¿Y cómo sería eso? —indaga él, inclinándose hacia delante.
Observo nuevamente a Milú, ella me sonríe en agradecimiento, a lo que yo respondo con un guiño.
—Si tú ganas… Milú deberá de invitarte a una cena. Y si ella gana, lo harás tú.
—Es interesante —admite él, al volverse hacia nuestra amiga—. ¿Tú qué dices Milú? ¿Aceptas?
—Por mí está bien —asiente la morena, con una sonrisa de felicidad que nadie podría quitarle.
Me recuesto a mi silla y tomo de mi refresco, asintiendo como una mamá orgullosa. Al final, sea como sea mi amiga tendría una cita con Colin Sámaras.
(…)
¿Qué me apasionaba?
El ballet.
Definitivamente el ballet.
Así que había pasado la tarde tomándole fotografías a mis zapatillas, en muchos lugares diferentes de mi habitación, buscando una imagen que quedara perfecta.
Utilicé la ventana, la cómoda, mis almohadas, mi cuadro de William Shakespeare, pero nada… ninguna imagen lograba convencerme.
Al final me tiré de espaldas a mi cama y resoplé, casi dándome por vencida. Nunca una imagen iba a ser lo suficientemente buena para un fotógrafo, cuando en realidad buscábamos la perfección en cada una de ellas.
Cierro mis ojos mientras abrazo mi cámara a mi pecho, a la vez que el recuerdo de Admes invade mi mente. Una estúpida sonrisa se abre paso en mis labios al recordar nuevamente sus labios sobre los míos, logrando con ello que mi piel se erizara ante el deseo que sentía de verlo nuevamente.
Ese momento había sido tan perfecto, que incluso cuando me regresó a mi habitación y había logrado quedarme dormida, no había tenido pesadillas, gracias a que mi mente no dejaba de repetir ese momento.
—Está usted muy feliz, señorita Mitre.
Abro mis ojos de golpe al escuchar su voz cerca. Él se encontraba sentado a mi lado, viéndome detenidamente sin dejar de sonreír.
—Algún día vas a lograr matarme de un susto —mascullo, sin dejar de presionar mi cámara contra mí pecho.
—Lo lamento —se disculpa, extendiendo su mano para ayudarme a levantar—, nunca desearía hacerte daño.
—Es un decir —digo, sentándome frente a él—, sé que nunca me harías daño.
—¿Qué tal tu día, Eli?
—Bien… estuvo bien.
—¿Ninguna extraña novedad?
—¿Te refieres a si Acacia volvió a golpearme? ¿O tal vez si Aurelio vino a acosarme de nuevo? Oh, oh, ¡Ya sé! —exclamo con diversión—, ¿Quizás si algún vigilante estuvo cerca?
Él dejó salir un largo suspiro, estiró su mano y acarició con lentitud mi mejilla. Su expresión era fría, era como si no le había causado ninguna gracia que yo vacilara de aquella manera.
—No me gusta que estés en medio de todo eso, Eli.
—Así debe de ser la vida de una anomalía, ¿No? —pregunto, dejándome consentir por sus delicadas caricias.
—Lamentablemente, sí —susurra.
—Si el precio de haberte conocido es todo eso, pues estoy dispuesta a pagarlo y a soportarlo —mascullo, acercándome más a él.
Su mirada penetró la mía, logrando transmitirme con ello esa serenidad que solo él era capaz de transmitirme. Con una simple mirada, Admes lograba derribar todos los temores que me embargaban para así poder imaginar cómo sería pasar toda una vida con él. A pesar de que en el fondo sabía que esa fantasía tarde o temprano acabaría. Si no era Aurelio, o esa deidad que querían tenerme, pronto sería la vejez. Yo era una simple humana con características diferentes las cuales no iban a detener mi envejecimiento, y después de ello, debería de rendirme ante Aurelio para así permitirle que me llevara con él, mientras que Admes seguiría luciendo como un joven de 25 años eternamente.
—Has dejado de sonreír —musita, pegando su frente contra la mía—, ¿Qué pasa, Eli? Por más que quiera hacerlo… no puedo saber qué es lo que pasa por tu bella cabecita.
—¿Cuánto tiempo podré estar contigo? —cuestiono, sintiendo de pronto una gran tristeza.
—Hasta siempre.
—Sabes que no es así, Admes —aseguro, sosteniendo sus mejillas entre mis manos—, ambos sabemos que mi tiempo terminó aquella mañana en la carretera, y si sigo aquí… fue por tu intervención.
—Seguiré interviniendo. No permitiré que nada te lastime.
—Admes. No podemos engañarnos —murmuro, negando con la cabeza—, tú puedes mantenerme a salvo, sí. Pero voy a envejecer, me voy a cansar y en algún momento desearé irme con Aurelio. Así es el ciclo de la vida —le explico con una triste sonrisa—, nacemos, crecemos, envejecemos y morimos. Es nuestra naturaleza como humanos.
Él guardó silencio, sus ojos me miraban con tristeza, con ese pequeño gesto supuse que él nunca había pensado en eso. Para él era muy fácil; tenía siglos de existir sin sufrir ninguna sola enfermedad, de no envejecer ni un solo cabello, además de la dicha de permanecer hermoso para siempre.
Acercó la punta de su nariz a la mía, donde la movió con suavidad haciéndome reír. Después terminó de acortar el espacio que nos separaba y me besó tal y como lo había hecho la noche anterior en la misma muralla China. Con un beso que lograba que mis hormonas se despertaran al tope de desear poder verlo sin ese traje blanco. Con un beso que me hacía tocar cada una de las estrellas que bañaban el cielo cada noche, un beso que me hacía olvidarme completamente de toda la mierda que me rodeaba, para así solo concentrarme en él.
Nunca nadie me había hecho sentir con un simple beso, todo lo que ese chico sobrenatural me hacía sentir. Cada espasmo, cada mariposa, cada escalofrío… amaba todo lo que Admes lograba despertar en mí con su cercanía.
Él se alejó, sin evitar poder verme. Una sonrisa surcó sus labios mientras sus dedos acariciaban los míos. Sonreí en respuesta, no sabía cómo íbamos a solucionarlo, pero no pensaba alejarme de él.
—¿Y si existiese una manera de que yo pueda envejecer a tu lado? —soltó de repente.(...)
¡Maldita sea, Admes! ¿En qué estás pensando?
JAJAJAJAJJAJA
¡Estamos en el capítulo 20! Creo que no quedan más de 10 😁
Y ahí es donde ustedes dirán...
¡¿Qué?! ¡¿Y todo el drama que tengo en mente?!
Y es ahí donde yo contesto 🤷 JAJAJA
Bueeeeeno, es aquí donde yo me despido, no sin antes agradecer su apoyo ❤️😘😘😍 las re amo.
Les recuerdo mi Instagram: 5slavig 😊
Y también mi página en sweek @5slavig, donde estaré subiendo a Cold completa.
¡Bai!
—Fran 🇨🇷😘
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Agentes del Amor © {Terminada}
ParanormalSiglos atrás Cupido hizo una gran revolución, el trabajo de enamorar a las personas alrededor del mundo, realmente se había vuelto mucho más agotador; los humanos se reproducían como conejos, por lo que, ya el pobre angelillo no tenía descanso. Así...