Capítulo 5.

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No había dejado de pensar en aquel atractivo estudiante de la Facultad de Biología desde aquella noche. Incluso el pequeño Xu Bao se había dado cuenta de lo mucho que su padre se distraía de vez en vez.

Lu Han tenía una buena excusa para ir a la cafetería de la facultad del más alto. El mismo le había dicho que la comida de ahí era muy buena, valía la pena ir a probarla, ¿no? Mientras intentaba convencerse de que iba por eso y no por las ganas que tenía de volverlo a ver, evitaba el tema que su amigo Xiu Min tanto insistía en tocar.

—Te gusta —dijo sonriente—. ¡Vamos! ¡Sólo admítelo!

—No, no, no —Lu Han negó un par de veces, rogando silenciosamente que sus mejillas no se hubieran puesto rojas—. Estás confundido, Xiu Min. No es que me guste Se Hun, sólo me cayó muy bien.

—Xu Bao, en este momento tu papá está haciendo algo que tú jamás debes hacer —volteó a ver al pelinegro—. ¿Sabes qué es?

—No —respondió el menor—. ¿Qué?

—Está mintiendo.

—¡No estoy mintiendo! —Lu Han trató de defenderse—. ¡En serio! Sólo me cayó bien...

—A mí también me agrada Hun —comentó el pequeño Xu Bao.

—Oye, no te olvides del tío Min —dijo entre risas el chico de cabello color cobre.

Cuando llegaron a la cafetería, la mirada del castaño se dirigió de inmediato hacia las mesas, buscando a Se Hun de manera casi inconsciente. Así sólo hacía demasiado obvio el hecho de que sí estaba mintiendo, tal y como decía Xiu Min.

Una sonrisa se extendió por sus labios cuando alcanzó a ver a Se Hun a lo lejos, conversando con Jong Dae.

—¡Allá está Hun! —Señaló Xu Bao.

—¡Y también está Jong Dae! —Los ojos de Xiu Min se iluminaron tras exclamar aquello.

Después de ese día, las visitas a la Facultad de Biología fueron más frecuentes. Se Hun y Lu Han se llevaban cada vez mejor, iban conociendo los intereses del otro y terminaron intercambiando sus números de teléfono sin la necesidad de que sus amigos intervinieran.

Era obvio que Lu Han se sentía atraído hacia Se Hun, pero siempre se esforzaba por negarlo y asegurar que sólo eran amigos. Decía que no tenía tiempo para una relación porque debía concentrarse en Xu Bao, y claro, Xiu Min terminaba poniendo ojos en blanco.

Cierto día, el pequeño amaneció con fiebre, por lo que Lu Han se quedó todo el día en su apartamento para cuidar de él. Aunque saltarse las clases y tener que faltar al trabajo por lo general le traía problemas, no le importaba, pues sabía que en una situación así nada podía separarlo de su hijo.

Xiu Min no se había enterado de nada hasta que, en su descanso, fue a la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales para buscar a su amigo. Al no poder encontrarlo, lo llamó y Lu Han le contó por qué no estaba ahí.

Preocupado tanto por el menor como por su mejor amigo, Xiu Min preguntó si podía hacer algo para ayudar. Aunque Lu Han le dijo que no, insistió hasta que le permitió visitarlo esa noche.

Eran más de las nueve, Lu Han estaba dormitando junto a la cama de Xu Bao y sólo reaccionó cuando escuchó el sonido del timbre. Al instante supo que Xiu Min había llegado, por lo que se levantó tan rápido como le fue posible y corrió a abrir la puerta.

—Hola —saludó, levantando una bolsa de plástico llena de bocadillos—. Te traje esto. Algo me dice que no has comido nada en todo el día —comentó—. No será lo más saludable o lo más delicioso, pero no está bien que te quedes con el estómago vacío.

—Gracias, Xiu Min —respondió sinceramente, aceptando la bolsa.

Lu Han se hizo a un lado y dejó pasar al contrario, guiándolo después hasta la cocina, donde tomaron asiento y comieron algunos de los bocadillos. Estuvieron hablando durante un rato largo, más que nada acerca de Xu Bao y de cómo éste se había sentido. Aunque ya se encontraba mejor, Lu Han había estado muy preocupado todo el día y en esos momentos se veía realmente agotado.

—Ya que es viernes, puedo quedarme aquí esta noche.

—Xiu Min...

—Tú necesitas descansar —no lo dejó quejarse—. Yo puedo cuidar a Xu Bao un rato mientras duermes.

Lu Han terminó por aceptar, aunque temía estar arruinando algún plan de fin de semana que su amigo tuviera con Jong Dae.

—¿Sabes? —El castaño agachó la mirada—. He estado pensando en que... no puedo continuar así. Tal vez lo mejor sea dejar la carrera, trabajar un poco más y pasar más tiempo con Xu Bao.

—¿Dejar la...? ¿Qué dices? ¿Vas a renunciar a tu sueño? —Cuestionó Xiu Min—. ¿Olvidas lo que te decía Xia Jie?

La mirada de Lu Han entristeció. Volteó hacia la habitación que estaba a un lado, donde se encontraba el mueble con la fotografía de aquella mujer que tenía cabello castaño ondulado. Había una fotografía más, en la cual aparecían ambos; estaban abrazados y sonriendo ampliamente. Soltó un suspiro y volteó a ver a Xiu Min.

—Sé que Xia Jie no quería otra cosa más que verme feliz, haciendo realidad mis sueños y llegando lejos. Pero ahora Xu Bao me necesita.

—Si estás seguro de que quieres dejar de estudiar, no te detendré —dijo tras un par de segundos—. Sabes que para mí es casi imposible no apoyarte en tus decisiones, Lu... Aun así, puedo aconsejarte —sonrió de lado—. Piénsalo bien antes de hacer cualquier cosa, ¿de acuerdo?

—Muchas gracias, Xiu Min. Has estado conmigo desde que llegué a Corea y... No soy bueno con las palabras, así que sólo lo diré como lo pienso: me alegra mucho haberte conocido.

—A mí también me da gusto tenerlos en mi vida —contestó, refiriéndose a él y a Xu Bao.

—Eres una persona maravillosa... —Se quedó callado como por medio minuto antes de agregar—: Habría estado bien que Xia Jie se enamorara de ti.

—¡Para nada! —Negó—. No me gustan las mujeres, Lu. ¿Tienes una idea de lo mucho que habría detestado romper el corazón de Xia Jie? —Suspiró—. Ya no sabes ni qué estás diciendo, amigo. Mejor ve a dormir.

—Está bien —se levantó—. Gracias otra vez, Xiu Min. Por todo —volteó a verlo—. Buenas noches.

—Buenas noches.

Lu Han se fue a su habitación y cepilló sus dientes antes de irse a la cama. No se había cambiado en todo el día, así que aún tenía puesta ropa bastante cómoda para dormir.

Revisó su teléfono celular, dándose cuenta de que había ignorado todos los mensajes ese día por haber estado cuidando a su hijo. No tenía muchas ganas de contestarlos en ese instante, pero no pudo no hacer caso a Se Hun. Parecía ser que él también se había preocupado al no verlo en la universidad ese día.

—Mañana te responderé, lo prometo —murmuró antes de dejar su teléfono en la mesa junto a su cama.

Continuará.

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Se supone que todo iba a avanzar rápidamente en este fanfic, no sé por qué ahora siento que las cosas se están tardando, jajaja.

En fin. Espero que este nuevo capítulo haya sido de su agrado.

Parece que sólo uso este fanfic para dar señales de vida. ¡Perdón por eso! Sí he estado trabajando en la edición de los capítulos que faltan en otras historias que tengo incompletas por aquí. Haré todo lo posible por actualizar pronto.

¡Un abrazo muy fuerte para todas las personas que toman algo de su valioso tiempo para leer, votar y comentar! Muchas gracias por su apoyo.

De nosotros [HUNHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora